/ martes 16 de abril de 2024

La política

Tan recurrente en estos tiempos, recurrimos a la política como forma de gobierno y para lograr el bien común en las sociedades.

No hablaremos de la política actual que, si bien solo es una extensión de la política milenaria ideada desde los tiempos de Aristóteles, considerado uno de los pensadores que ha trascendido hasta nuestros días y tiene bien ganado su lugar en la historia del pensamiento político antiguo.

Aristóteles tenía ideas muy avanzadas para su tiempo, ya que con él se sentaron las bases del razonamiento lógico con los silogismos. Proposiciones emparejadas en su conjunto. Si bien ejemplos sobran no dejamos de lado su visión de cómo surgida de las necesidades primarias y cotidianas además que se requiere como agrupación necesaria y no puede procurarse a sí misma todo lo que requiere para sobrevivir.

En la culminación de dichos razonamientos surge la Ciudad Estado bajo la premisa de que su fin ya no es la subsistencia, sino de vivir bien, y de procurar la felicidad de sus miembros. Pues desde la concepción aristotélica necesitamos de la comunidad política para conseguirlo, puesto que somos animales políticos que desarrollan sus fines en el seno de una comunidad.

Para Aristóteles ética y política son indivisibles, porque ambas se refieren al bien del hombre. Y el bien de la ciudad y del individuo coincide porque la felicidad de la comunidad como un todo es la suma de la felicidad de cada individuo que integre dicha comunidad. El estado además de ha de dedicarse a educar a sus ciudadanos en la virtud y permitir que los ciudadanos sean felices, porque sólo en una polis (ciudad) feliz alcanzaran los hombres la felicidad.

La vida de Aristóteles paso en algunos años en relativa calma, encargándose de su Liceo y de sus doctrinas y teorías filosóficas, pero hacia el año 321, cuando cayó el imperio de Alejandro, el partido anti macedónico regreso de Atenas, encabezado por el gran orador Demóstenes y quienes habían apoyado el imperio o tenido lazos con él, fueron perseguidos.

Hoy más que nunca, Aristóteles sigue tan presente como cuando recorría los jardines de su Liceo, el prodigioso producto de su mente privilegiada, sus pensamientos, teorías, doctrinas e ideales le han sobrevivido y son una parte importante de nuestra civilización. La política es una de sus obras más representativas y memorables que no pierde vigencia, y en estos tiempos de campaña mal no les haría leerla a quienes aspiran a cargos de elección popular.

Tan recurrente en estos tiempos, recurrimos a la política como forma de gobierno y para lograr el bien común en las sociedades.

No hablaremos de la política actual que, si bien solo es una extensión de la política milenaria ideada desde los tiempos de Aristóteles, considerado uno de los pensadores que ha trascendido hasta nuestros días y tiene bien ganado su lugar en la historia del pensamiento político antiguo.

Aristóteles tenía ideas muy avanzadas para su tiempo, ya que con él se sentaron las bases del razonamiento lógico con los silogismos. Proposiciones emparejadas en su conjunto. Si bien ejemplos sobran no dejamos de lado su visión de cómo surgida de las necesidades primarias y cotidianas además que se requiere como agrupación necesaria y no puede procurarse a sí misma todo lo que requiere para sobrevivir.

En la culminación de dichos razonamientos surge la Ciudad Estado bajo la premisa de que su fin ya no es la subsistencia, sino de vivir bien, y de procurar la felicidad de sus miembros. Pues desde la concepción aristotélica necesitamos de la comunidad política para conseguirlo, puesto que somos animales políticos que desarrollan sus fines en el seno de una comunidad.

Para Aristóteles ética y política son indivisibles, porque ambas se refieren al bien del hombre. Y el bien de la ciudad y del individuo coincide porque la felicidad de la comunidad como un todo es la suma de la felicidad de cada individuo que integre dicha comunidad. El estado además de ha de dedicarse a educar a sus ciudadanos en la virtud y permitir que los ciudadanos sean felices, porque sólo en una polis (ciudad) feliz alcanzaran los hombres la felicidad.

La vida de Aristóteles paso en algunos años en relativa calma, encargándose de su Liceo y de sus doctrinas y teorías filosóficas, pero hacia el año 321, cuando cayó el imperio de Alejandro, el partido anti macedónico regreso de Atenas, encabezado por el gran orador Demóstenes y quienes habían apoyado el imperio o tenido lazos con él, fueron perseguidos.

Hoy más que nunca, Aristóteles sigue tan presente como cuando recorría los jardines de su Liceo, el prodigioso producto de su mente privilegiada, sus pensamientos, teorías, doctrinas e ideales le han sobrevivido y son una parte importante de nuestra civilización. La política es una de sus obras más representativas y memorables que no pierde vigencia, y en estos tiempos de campaña mal no les haría leerla a quienes aspiran a cargos de elección popular.