La noche de ayer martes, fue reinaugurada en el Centro Turístico y Cultural Ágora “José González Echeverría” en la cabecera municipal de Fresnillo, Zacatecas, una sala museo en honor del compositor Tomás Méndez Sosa que mantuvo sus puertas cerradas por tres años debido a la pandemia.
La sala museo cuenta con un acervo enriquecido significativamente con nueva colección de fotografías, más reconocimientos y más objetos personales.
Este acervo se fortaleció con la donación de dos fotografías donadas por el fresnillense ex secretario de gobierno estatal y ministro en retiro Daniel Dávila García.
Cuenta en total con 140 fotografías, 45 objetos personales, ocho reconocimientos y dos esculturas.
Además, Eduardo Méndez, hijo del célebre cantautor, obsequió a la sala museo la cartelera de películas en las que se ha escuchado al músico fresnillense.
Durante la ceremonia de inauguración Eduardo Méndez y Amparito Medrano deleitaron a los presentes con la interpretación de muchas de esas melodías escritas por Tomás Méndez Sosa, “el autor de las aves”.
¿Quién fue Tomás Méndez?
Tomás Méndez fue un prolífico compositor, algunas de sus canciones son consideradas clásicas de la música vernácula, como "Gorrioncillo pecho amarillo", "Cucurrucucú paloma", "El ramalazo", "Golondrina presumida" y "Paloma negra", que han sido incluso interpretadas en otros idiomas.
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Nació el 25 de julio de 1926 en Fresnillo, Zacatecas, su padre era minero y como consecuencia de su trabajo murió de tuberculosis. Tuvo seis hermanos: Antonio, Juan, Manuel, Agripina, Ángela y Amanda, quienes, como él, desde pequeños ayudaron en la manutención de la casa. Tomás destacó por ser muy alegre y trabajador.
Consiguió trabajo en la hacienda Proaño, donde los dueños y jefes mineros eran estadounidenses, trabajó con Joe Wright Terral, quien consideraba el lugar como un oasis.
Después trabajó en el hospital, donde ayudaba a los enfermos, lavaba utensilios, asistía en el área de rayos X, y en ocasiones laboraba en el anfiteatro, entre muchas otras tareas.
Acostumbraba a silbar sus primeras composiciones, por ello le pedían no silbar y no cantar en horas de trabajo, pero él no dejaba de hacerlo. Precisamente en Fresnillo, Zacatecas, comenzó a componer influenciado por el ambiente del campo y las costumbres del lugar, evidentemente presentes en sus canciones.
Dio a conocer sus primeras composiciones al grupo musical que tocaba en fiestas y reuniones. Empezaron a interpretar algunas de sus canciones en un burdel del pueblo al que él iba de cuando en cuando a escucharlas.
En su juventud viajó a Ciudad Juárez en busca de oportunidades. Lavó platos en un puesto callejero, pasó tiempos difíciles, por lo que decidió volver a su pueblo. En Juárez conoció a Gabriel Gómez, quien más adelante le grabaría un acetato. Se trasladó después al Distrito Federal sin imaginar que se quedaría a radicar.
Se fue a vivir con su tío Clemente Sosa, donde una tía lo invitó a la Basílica de Guadalupe. Ahí, se encomendó con fervor y pidió ser compositor, ofreciéndole a la Virgen de Guadalupe una canción para el siguiente año, a la que llamó Ofrenda guadalupana, que fue interpretada por Lola Beltrán. Desde entonces, Tomá Méndez no faltó a su cita cada 12 de diciembre.
Para 1952, habían alcanzado el éxito: La luna dijo que no, Que me toquen las golondrinas, Tres días, Desafío, Gorrioncillo pecho amarillo, Huapango torero, llevando al mundo Cucurrucucú paloma.
Entre los intérpretes más reconocidos de Tomás Méndez están: Pedro Infante, Javier Solís, Lola Beltrán, Amalia Mendoza La tariácuri, Lucha Villa, Dolores Pradera y Miguel Aceves Mejía, por mencionar algunos, interpretando: Puñalada trapera, El tren sin pasajeros, La muerte de un gallero, Paloma déjame ir, Golondrina presumida, Paloma negra, Suspenso infernal, El ramalazo, Bala perdida, El globero, No le temo a la muerte, Leña de pirul.
Fue miembro del Consejo Directivo de la Sociedad de autores y Compositores, de diciembre de l985 hasta su fallecimiento en la ciudad de México, el 19 de junio de 1995.