DURANGO, Dgo. (OEM-Informex).- Inmersos en la Sierra Madre Occidental se encuentra los Tepehuanes del sur, quienes se llaman a sí mismos o'dam, "los que habitan", quienes residen principalmente en el extremo sur del estado de Durango, región que forma una media luna que alcanza a tocar los estados de Nayarit y Zacatecas. Sus asentamientos se ubican entre los dos mil metros sobre el nivel del mar, en la montaña, hasta los 400 metros sobre el nivel del mar en las barrancas, donde se encuentran dispersos.
Se les nombra tepehuanes del sur para distinguirlos de los tepehuanes del norte que viven en el estado de Chihuahua, quienes están más emparentados en muchos sentidos con los tarahumaras.
El nombre de tepehuanes, tepehuanos o tepehuán es sin duda de origen náhuatl, derivado de tépetl, cerro y huan, partícula posesiva, es decir, "dueño de cerros". Otra interpretación señala que el término tepehuani significa "conquistador o vencedor en batalla".
La mayoría de los tepehuanes forman parte de siete comunidades ancestrales que administran la tierra bajo el régimen de propiedad comunal: San Bernardino Milpillas Chico y San Francisco de Lajas en Pueblo Nuevo, Durango, María Magdalena Taxicaringa, Santiago Teneraca, San Francisco Ocotán y Santa María Ocotán en Mezquital, Durango, San Andrés Milpillas Grande en Huajícori, Nayarit.
El acceso terrestre a la zona es muy difícil ya que se ubica en las inmediaciones de la Sierra Madre Occidental. Hay tres entradas principales para vehículos: la de Fresnillo, Zacatecas, para llegar a Canoas y San Antonio de Padua; la de Vicente Guerrero, Durango, para entrar a Santa María y San Francisco Ocotán y la de la ciudad de Durango que se une a esta última y continúa hacia Taxicaringa, Milpillas Chico y Lajas. Los primeros tramos son asfaltados, después de terracería y en territorio indígena se convierten en brechas transitables sólo para vehículos de alta suspensión.
HISTORIA
Según estudios arqueológicos, los primeros pobladores de los valles y sierras del actual estado de Durango arribaron hace aproximadamente 16 mil años y procedían del suroeste de Norteamérica. El cultivo del maíz propició la sedentarización de estos pueblos. Puede hablarse de la existencia de una época clásica alrededor del año 500 d.C., vinculada con la cultura Chalchihuites, que se desintegró aproximadamente en el 1200 d.C., debido quizás a la intrusión de nuevas olas de inmigrantes, con los que se configuró la gran variedad de grupos existentes a la llegada de los españoles.
Los indígenas que ocupaban los llanos, valles, quebradas y sierras de Durango a principios del siglo XVI, debieron ser grupos semisedentarios que combinaban la agricultura con la caza, la pesca y la recolección.
La conquista y colonización del norte de la Nueva España se destacó por ser una empresa particular. La Corona cedió todos los derechos a hombres prominentes para administrar y explotar las riquezas a su arbitrio. Esto provocó que la violencia contra los grupos nativos se intensificara, para obligarlos a trabajar en las minas. Las órdenes religiosas fueron un factor importante en la congregación de poblados para dichos fines. Aquellos que se opusieron huyeron a las partes más inaccesibles de la sierra, pero hay testimonios de que los persiguieron y destruyeron sus cultivos para obligarlos a trabajar. Todo esto propició la extinción, reubicación, aculturación y rebelión de los pueblos nativos. Los levantamientos armados fueron frecuentes desde los primeros años.
Hacia 1590, y luego en 1601, hubo grandes rebeliones en las minas de Topia, antecedentes de la gran insurrección encabezada por los tepehuanes en 1616, en la cual varios pueblos y reales de españoles fueron saqueados. Las crónicas dan a entender que se trató de un movimiento general donde participaron tarahumaras, coras, acaxes, xiximes e incluso negros, con el objeto de expulsar a los europeos. El movimiento de corte eminentemente mesiánico fue derrotado debido a la falta de organización de los insurrectos.
El idioma de los o'dam pertenece al tronco yuto-azteca en su rama primaria. Dentro de la misma lengua tepehuana hay diferencias dialectales (de fonética y léxico) entre los que viven en el Mezquital y Pueblo Nuevo, lo que no impide la mutua inteligibilidad. Es frecuente encontrar casos de trilingüismo, sobre todo en las zonas interétnicas donde algunos aprenden otra lengua indígena, ya sea por el trato frecuente o por la unión matrimonial de hablantes de diferentes lenguas.
COSTUMBRES
A pesar de que existen médicos tradicionales, solo se recurre a ellos en caso de gravedad, dado el alto costo de sus curaciones. Una simple limpia puede costarle al paciente un cerdo (o su equivalente en dinero), y una curación prolongada hasta una res, siempre y cuando el enfermo sane.
El curandero utiliza una variedad de métodos con el fin de sanar al paciente, como sobar calentando sus manos, chupar sangre mala con tubos de carrizo, limpias con plumas de águila o gavilán, bocanadas de humo de tabaco macuche acompañadas de una petición a la deidad intercesora, o chupando de la frente los objetos que atacan al paciente; esta terapia se sigue también para las enfermedades que envían los muertos a los familiares que no cumplen con sus obligaciones rituales.
Los tepehuanes llegan a tener dos o más casas. La principal se construye en una ranchería cercana a la familia del hombre. La misma familia puede tener también una casa en la comunidad para asistir a fiestas o asambleas. Otro tipo de residencia es la que instala una pareja junto con sus hijos en el lugar donde trabajan la milpa. Alternan, pues, la convivencia de varias familias con el aislamiento en sus rancherías dispersas; esto obedece a sus necesidades productivas y de participación ritual.
Es un patrón regular que cada pareja tenga su cuarto y comparta una cocina común aparte. Acompañan a esta distribución ancestral un carretón o troje, y corrales o chiqueros para los animales.
Los suelos son de diversos tipos, predominan los arcilloso-arenosos. El clima va de templado a frío en las partes más altas (caen heladas y nevadas en invierno) y es cálido a todo lo largo de la barranca del río San Pedro.
La estación de lluvias dura de junio a octubre con una precipitación promedio de 500 mm. La fauna es muy variada; hay tigrillo, venado, puma, armadillo, zorrillo y jabalí; guajolote silvestre, codorniz, urraca, perico y guacamaya; coralillo, cascabel, chirrionera, tilcuate, alicante, tortuga y según algunos, caimanes en el río San Pedro. De éste se obtiene camarón de río, acamayas y huachinango para autoconsumo.
La actividad ganadera es la más relevante, pues participan en ella todos los comuneros, crían de preferencia el ganado vacuno, caprino y en menor escala el ovino y porcino. No existen buenos pastizales, por lo que se practica la ganadería extensiva.
Los artículos de mayor demanda en el exterior, por su rica decoración, son los morrales de estambre (de telar o punto de cruz) y las redes (de ixtle o cordón plástico). Otros productos solicitados son los sombreros de soyate decorados también con estambre, los equipales y bancos, las pipas de carrizo y las ollas, comales y platos de barro crudo sin decoración.
Hacen muñecos y animalitos rústicos con barro para jugar, además de carritos de madera de hasta un metro de largo. Se hace una que otra máscara de madera sin pintar para las fiestas. Sin embargo, no se ha dado una comercialización sistemática de estos productos.
Si bien la influencia de la religión católica agregó un ciclo festivo con su santoral, el sentido religioso del tepehuán es dominado por su pasado mesoamericano. En la mitología o'dam los personajes bíblicos y santos están integrados a sus historias. Su culto no difiere de cualquier otra divinidad nativa; se les ofrenda sangre, comida, plantas y dinero, igual que al sol.
El complejo religioso más importante gira alrededor del mitote o xibtal, ritual que consiste en una danza que se realiza alrededor del fuego durante la noche, al son de un arco musical. Hay dos clases de mitote: el familiar, al que asisten los parientes con apellido patrilineal, y el comunal al que van, hipotéticamente, todos los miembros de la comunidad. Por lo regular celebran dos de cada uno de ellos: para pedir lluvias en mayo y para bendecir los elotes en octubre. Ante un problema grave, se organizan mitotes extraordinarios.
FESTIVIDADES
Cada comunidad cuenta con un ciclo distinto de fiestas, introducidas a raíz de la evangelización colonial, que son patrocinadas por los mayordomos, elegidos con un año de anticipación, para que reúnan los fondos necesarios para pagar los adornos y la res que se sacrifica en ofrenda al santo conmemorado. La ceremonia se inicia en la víspera con la colocación de velas y con el rezo, mientras los músicos tocan varias canciones con guitarra y violín.
Al día siguiente, las autoridades entregan sus varas y ceden el poder al santo. Los mayordomos encabezan la procesión para llevar al santo a una capilla cercana. Allí se le entregan las ofrendas, se presenta la Danza de matachines y se reparte comida a los asistentes. Se hace el cambio de mayordomos y se lleva de nuevo el santo a la iglesia. A veces la ofrenda dura otros cuatro fines de semana.
Las fiestas de mayor importancia son las de Semana Santa, ligadas a los tiempos de sequía y la de San Miguel y San Francisco, relacionadas con los elotes. Comparada con el mitote, la fiesta es un evento más profano.