/ lunes 10 de junio de 2024

Sobre la ceguera

Las casualidades existen. Haciendo un inventario breve de textos polvorientos y organizados al azar, me encontré el libro de José Saramago “Ensayo Sobre la Ceguera”, con fecha de lectura de hace más de dos décadas ya, y como es costumbre en los olvidados escritos, me puse a hojearlo, pues la memoria se me había nublado y desvanecido respecto de su contenido, teniendo en las tres neuronas útiles de este escribano sólo ideas generales que sugieren el título y las imágenes novelísticas de gente ciega deambulando y perdida en su propia ignorancia, algo así como un apocalipsis zombi, era lo más que me daba un rápido encefalograma.

La obra es una ficción que nos alerta sobre “la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron”, asomándonos a los límites de nuestra conciencia a través de personajes anónimos dirigidos por una mujer médico que deben hacer frente a una pandemia que se extiende por todo el mundo: la ceguera blanca. Esta invidencia es producto del exceso de información que tienen las personas, pero se está ciego debido a que se es incapaz de discernir entro lo falso y lo verdadero, pudiéndose decir, en palabras del propio autor que “no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”.

Algunos ensayistas atinan a decir que la ceguera descrita en esta novela es una figura simbólico – alegórica que representa la pérdida de la moral social y la deshumanización de los protagonistas. Otros, más radicales, han dicho que el simbolismo literario aquí planteado quiere hacer evidente la sistemática y constante estupidización de las masas, de por sí ya atolondradas por los sistemas educativos públicos de la mayor parte de los países del mundo, y supongo, pero sólo eso, supongo, que también nos incluye a los mexicanos.

Saramago traza imágenes realmente aterradoras de los sombríos tiempos que estamos viviendo en el universo entero, en estas modernísimas actualidades.

José Saramago fue un hombre declarado de izquierda, pues así quedó claro en múltiples entrevistas que dio a lo largo de su fructífera carrera, por ello no es extraño encontrar aquí una feroz crítica a las estructuras del poder, pues se cuestionan de manera puntillosa los andamios que perpetúan la desigualdad, la injusticia y la opresión, y que permiten la existencia intermitente de masas embrutecidas, dóciles y predecibles en sus comportamientos sociales que favorecen los intereses de las clases sociales y políticas dominantes en un determinado entorno. La epidemia de la ceguera revela la verdadera naturaleza del poder y cómo algunos aprovechan de ciertas circunstancias históricas para ejercer control sobre los demás.

“La ceguera no es lo que impide ver, es lo que te impide comprender”.

“La ceguera física puede ser curada, pero la ceguera moral es incurable”.

“La verdadera ceguera no es la falta de vista, sino la voluntad para ver”.

Si usted no ha leído este libro, es tiempo que lo haga.

Las casualidades existen. Haciendo un inventario breve de textos polvorientos y organizados al azar, me encontré el libro de José Saramago “Ensayo Sobre la Ceguera”, con fecha de lectura de hace más de dos décadas ya, y como es costumbre en los olvidados escritos, me puse a hojearlo, pues la memoria se me había nublado y desvanecido respecto de su contenido, teniendo en las tres neuronas útiles de este escribano sólo ideas generales que sugieren el título y las imágenes novelísticas de gente ciega deambulando y perdida en su propia ignorancia, algo así como un apocalipsis zombi, era lo más que me daba un rápido encefalograma.

La obra es una ficción que nos alerta sobre “la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron”, asomándonos a los límites de nuestra conciencia a través de personajes anónimos dirigidos por una mujer médico que deben hacer frente a una pandemia que se extiende por todo el mundo: la ceguera blanca. Esta invidencia es producto del exceso de información que tienen las personas, pero se está ciego debido a que se es incapaz de discernir entro lo falso y lo verdadero, pudiéndose decir, en palabras del propio autor que “no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”.

Algunos ensayistas atinan a decir que la ceguera descrita en esta novela es una figura simbólico – alegórica que representa la pérdida de la moral social y la deshumanización de los protagonistas. Otros, más radicales, han dicho que el simbolismo literario aquí planteado quiere hacer evidente la sistemática y constante estupidización de las masas, de por sí ya atolondradas por los sistemas educativos públicos de la mayor parte de los países del mundo, y supongo, pero sólo eso, supongo, que también nos incluye a los mexicanos.

Saramago traza imágenes realmente aterradoras de los sombríos tiempos que estamos viviendo en el universo entero, en estas modernísimas actualidades.

José Saramago fue un hombre declarado de izquierda, pues así quedó claro en múltiples entrevistas que dio a lo largo de su fructífera carrera, por ello no es extraño encontrar aquí una feroz crítica a las estructuras del poder, pues se cuestionan de manera puntillosa los andamios que perpetúan la desigualdad, la injusticia y la opresión, y que permiten la existencia intermitente de masas embrutecidas, dóciles y predecibles en sus comportamientos sociales que favorecen los intereses de las clases sociales y políticas dominantes en un determinado entorno. La epidemia de la ceguera revela la verdadera naturaleza del poder y cómo algunos aprovechan de ciertas circunstancias históricas para ejercer control sobre los demás.

“La ceguera no es lo que impide ver, es lo que te impide comprender”.

“La ceguera física puede ser curada, pero la ceguera moral es incurable”.

“La verdadera ceguera no es la falta de vista, sino la voluntad para ver”.

Si usted no ha leído este libro, es tiempo que lo haga.