Más que el retrato de un personaje inolvidable y complejo, “La última condesa nazi”, de Viruca Yebra, es la disección a una época: la de la posguerra europea, al mismo tiempo que un paisaje de la edad de oro del turismo mediterráneo, con su glamur y sus contradicciones, pero también una denuncia de la hipocresía y el lucro ejercido por los triunfadores de la guerra civil española.
Clotilde von Havel pertenece a la nobleza alemana por derecho propio: había vivido toda su vida en el castillo de una antigua propiedad hasta que al final de la Segunda Guerra Mundial, con la noticia de la muerte de su marido, comandante de la Wehrmacht, decide escapar de su patria, contaminada por el nazismo y condenada a la derrota.
En adelante, aferrándose a lo que queda de su entorno privilegiado, pero más abierta que nunca a la diversidad étnica, sexual e ideológica que va encontrando, verá surgir un nuevo mundo de las cenizas del anterior, será testigo de los siniestros planes de los nazis en fuga y buscará por cualquier medio hacer justicia a su marido asesinado, además de contemplar el reencuentro de quienes sobrevivieron al Holocausto, en busca de su propio sitio dentro de una infinidad de historias envueltas en la tragedia.
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Plena de detalles acerca de la moda, las tendencias y las ideas de tres décadas, con “La última condesa nazi” Viruca Yebra nos sumerge en un ambiente exótico que abarca tres continentes, una multitud de personajes que incluyen a luminarias del cine y otras artes, y que indaga con sutileza en aspectos oscuros de la naturaleza humana: la ambición, el prejuicio y el placer.
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