/ lunes 15 de mayo de 2023

[Podcast] Cofre de Leyendas│El cura sin cabeza

En la Catedral de Mérida, Yucatán, hubo un cura que fue muy malo con los mayas, a quienes maltrataba cada que tenía oportunidad

Escucha aquí la leyenda completa↓

En la Catedral de Mérida, capital del estado de Yucatán, en el sureste de México y la más antigua de nuestro país, hubo un cura que fue muy malo con los mayas; los trataba muy mal porque no querían entrar a misa y luego, a chicotazos, los obligaba a meterse al catecismo.

Los mayas no entendían bien el español y por eso el cura les pegaba porque, según él, se hacían que no entendían.

Aparte de malo, ese cura era muy envidioso y abusivo. Le pedía mucho diezmo a la gente rica y si no se lo daban, a la hora del sermón se burlaba de ellos, los acusaba de malos cristianos y los corría de la iglesia.

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Pero todo se paga, en vida o después de la muerte, y a ese cura Dios nuestro señor primero lo castigó en vida y luego también después de la muerte.

Una tarde, a la hora del catecismo, varios niños mayas andaban correteando en el atrio. Cuando el cura se dio cuenta se enojó mucho y agarró el chicote para darles azotes.

En eso se formó un remolino muy fuerte y al cura le entró tierra en los ojos, era tanta tierra que le salió sangre y se quedó ciego. Pero eso de quedarse ciego no le quitó lo malo, tampoco dejó de decir misa y seguía tratando mal a los mayas.

Pasó el tiempo con el sufrimiento de estar ciego y una tarde se volvió loco de coraje porque alguien tocó las campanas de la iglesia cuando no era hora.

Se disponía a subir las escaleras del campanario cuando oyó que unos niños mayas estaban riéndose en la parte de arriba.

A tientas fue a la sacristía por el chicote para castigarlos.

Luego subió las escaleras con mucha prisa; iba furioso. Casi al llegar arriba pisó mal un escalón y se vino rodando por la escalera y ahí murió decapitado.

Lo más feo fue que primero encontraron su cabeza, que había rodado hasta abajo, y más arriba estaba su cadáver en un charco de sangre.

Mucha gente ha visto su fantasma, decapitado, caminar adentro de la iglesia, por la calle o en la puerta que sube al campanario. Dicen que anda buscando su cabeza. Todos los que han visto esa aparición se asustan muchísimo y caen enfermos por causa de la impresión. Y así sabemos que el cura sigue pagando sus pecados.

La gente afirma que cuando el cura encuentre su cabeza, entonces ya podrá descansar, pero no va a ser fácil que la encuentre porque parece que la sepultaron en un panteón que ya no existe.

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En la Catedral de Mérida, capital del estado de Yucatán, en el sureste de México y la más antigua de nuestro país, hubo un cura que fue muy malo con los mayas; los trataba muy mal porque no querían entrar a misa y luego, a chicotazos, los obligaba a meterse al catecismo.

Los mayas no entendían bien el español y por eso el cura les pegaba porque, según él, se hacían que no entendían.

Aparte de malo, ese cura era muy envidioso y abusivo. Le pedía mucho diezmo a la gente rica y si no se lo daban, a la hora del sermón se burlaba de ellos, los acusaba de malos cristianos y los corría de la iglesia.

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Pero todo se paga, en vida o después de la muerte, y a ese cura Dios nuestro señor primero lo castigó en vida y luego también después de la muerte.

Una tarde, a la hora del catecismo, varios niños mayas andaban correteando en el atrio. Cuando el cura se dio cuenta se enojó mucho y agarró el chicote para darles azotes.

En eso se formó un remolino muy fuerte y al cura le entró tierra en los ojos, era tanta tierra que le salió sangre y se quedó ciego. Pero eso de quedarse ciego no le quitó lo malo, tampoco dejó de decir misa y seguía tratando mal a los mayas.

Pasó el tiempo con el sufrimiento de estar ciego y una tarde se volvió loco de coraje porque alguien tocó las campanas de la iglesia cuando no era hora.

Se disponía a subir las escaleras del campanario cuando oyó que unos niños mayas estaban riéndose en la parte de arriba.

A tientas fue a la sacristía por el chicote para castigarlos.

Luego subió las escaleras con mucha prisa; iba furioso. Casi al llegar arriba pisó mal un escalón y se vino rodando por la escalera y ahí murió decapitado.

Lo más feo fue que primero encontraron su cabeza, que había rodado hasta abajo, y más arriba estaba su cadáver en un charco de sangre.

Mucha gente ha visto su fantasma, decapitado, caminar adentro de la iglesia, por la calle o en la puerta que sube al campanario. Dicen que anda buscando su cabeza. Todos los que han visto esa aparición se asustan muchísimo y caen enfermos por causa de la impresión. Y así sabemos que el cura sigue pagando sus pecados.

La gente afirma que cuando el cura encuentre su cabeza, entonces ya podrá descansar, pero no va a ser fácil que la encuentre porque parece que la sepultaron en un panteón que ya no existe.

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