/ lunes 11 de diciembre de 2023

[Podcast] Cofre de Leyendas│La tumba de la niña Tomasa

En la ciudad de Pachuca se encuentra el panteón municipal de San Bartolo y en este lugar se cuenta que se aparece la niña Tomasa

Escucha aquí la leyenda completa↓

En la ciudad de Pachuca, en el estado de Hidalgo en el centro de México, se encuentra el panteón municipal de San Bartolo, la entrada principal de este cementerio es del estilo neoclásico, basado en el patrón de los arcos triunfales romanos, la unión de las civilizaciones griegas y romanas, hecho de cantera de Tezoantla, traída de Real del Monte.

Es considerada como arquitectura sepulcral de estilo ecléctico (combinación de varios estilos).

Es en este lugar donde ocurre la leyenda que hoy les voy a contar, se trata de la niña Tomasa.

A inicios del siglo XX, la ciudad de Pachuca se distinguía por la riqueza de sus minas y era la cuna de la modernidad, además las tradiciones y las costumbres de la población se mantenían.

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Como el panteón San Rafael (ubicado en lo que hoy es el Parque Hidalgo y el Parque Luis Pasteur) llegó a su máxima capacidad, el entonces gobernador Pedro Ladislao Rodríguez, preocupado porque se pudiera esparcir una epidemia, se propuso construir un nuevo cementerio lejos de la ciudad.

Así, se construyó el panteón de San Bartolo.

Corría el año de 1900 y, el distinguido señor don Pedro L. Rodríguez fue el encargado de la obra, pero pasaba el tiempo y nadie era sepultado en el lugar.

En 1901, una tarde gris y fría se vio a lo lejos un pequeño cortejo, adelante, iba una mujer que no paraba de llorar, demostrando el gran dolor que sentía en su gran corazón y un hombre que tenía el rostro desencajado y una pareja de ancianos que entre las arrugas de su rostro se asomaba la amargura y la tristeza.

Cargaban un pequeño ataúd blanco, que como un cofre resguardaba el cuerpo de la niña Tomasa Cruz, que murió a los 45 días escasos de haber nacido.

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El llanto de la madre desconsolada y los pasos eran los sonidos que acompañaban a ese cortejo.

A lo lejos se escuchaban algunos ladridos de perros.

Así, se acercaron a la reja de la entrada del panteón.

El pequeño ataúd fue colocado en la fosa, los sepultureros empezaron a cubrirlo de tierra, ante la desesperación dolorosa de la madre.

Al terminar, todos se fueron a su casa, con el peso de la tristeza, dejando a la niña en su tumba la única y la primera en ese panteón.

Pasó el tiempo y una noche de luna llena, pasaba por el panteón una familia, que caminaba apresurada porque se les había hecho tarde, y justo cuando pasaban por la puerta del cementerio escucharon el llanto de una criatura.

Entraron al lugar y vieron un pequeño bulto, que ellos creyeron era una criatura envuelta en cobijas, con gran ternura el hombre tomó a quien creyó era un bebé entre sus brazos y tanto él como su mujer miraron a todos lados, para ver quién había sido el inhumano que lo había dejado en una noche tan fría y en esas condiciones y peligros, pues los perros se lo hubieran podido comer.

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Cuando su mujer se acercó, pudieron ver un rostro cadavérico con las cuencas vacías y oscuras de las que salía una chispa luminosa y una mueca diabólica, entonces escucharon una risa que les penetró hasta los huesos y sintieron un escalofrío que les recorrió todo el cuerpo, su corazón palpitaba intensamente.

Soltaron rápidamente aquel bulto y salieron corriendo rumbo a su casa con gran temor.

Han pasado más de cien años y hay quien dice que aún se escucha el llanto de la niña, algunos conductores que pasan en la noche por el panteón dicen que en el espejo retrovisor alcanzan a ver el bulto y escuchan la risa diabólica.

En el Día de Muertos, cuando el panteón se llena de flores y la gente visita a sus familiares fallecidos, esa tumba, la de la niña Tomasa, se queda sola.

Así que, cuando visites Pachuca, podrás visitar el panteón de San Bartolo y conocerás la tumba de la niña Tomasa.

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En la ciudad de Pachuca, en el estado de Hidalgo en el centro de México, se encuentra el panteón municipal de San Bartolo, la entrada principal de este cementerio es del estilo neoclásico, basado en el patrón de los arcos triunfales romanos, la unión de las civilizaciones griegas y romanas, hecho de cantera de Tezoantla, traída de Real del Monte.

Es considerada como arquitectura sepulcral de estilo ecléctico (combinación de varios estilos).

Es en este lugar donde ocurre la leyenda que hoy les voy a contar, se trata de la niña Tomasa.

A inicios del siglo XX, la ciudad de Pachuca se distinguía por la riqueza de sus minas y era la cuna de la modernidad, además las tradiciones y las costumbres de la población se mantenían.

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Como el panteón San Rafael (ubicado en lo que hoy es el Parque Hidalgo y el Parque Luis Pasteur) llegó a su máxima capacidad, el entonces gobernador Pedro Ladislao Rodríguez, preocupado porque se pudiera esparcir una epidemia, se propuso construir un nuevo cementerio lejos de la ciudad.

Así, se construyó el panteón de San Bartolo.

Corría el año de 1900 y, el distinguido señor don Pedro L. Rodríguez fue el encargado de la obra, pero pasaba el tiempo y nadie era sepultado en el lugar.

En 1901, una tarde gris y fría se vio a lo lejos un pequeño cortejo, adelante, iba una mujer que no paraba de llorar, demostrando el gran dolor que sentía en su gran corazón y un hombre que tenía el rostro desencajado y una pareja de ancianos que entre las arrugas de su rostro se asomaba la amargura y la tristeza.

Cargaban un pequeño ataúd blanco, que como un cofre resguardaba el cuerpo de la niña Tomasa Cruz, que murió a los 45 días escasos de haber nacido.

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El llanto de la madre desconsolada y los pasos eran los sonidos que acompañaban a ese cortejo.

A lo lejos se escuchaban algunos ladridos de perros.

Así, se acercaron a la reja de la entrada del panteón.

El pequeño ataúd fue colocado en la fosa, los sepultureros empezaron a cubrirlo de tierra, ante la desesperación dolorosa de la madre.

Al terminar, todos se fueron a su casa, con el peso de la tristeza, dejando a la niña en su tumba la única y la primera en ese panteón.

Pasó el tiempo y una noche de luna llena, pasaba por el panteón una familia, que caminaba apresurada porque se les había hecho tarde, y justo cuando pasaban por la puerta del cementerio escucharon el llanto de una criatura.

Entraron al lugar y vieron un pequeño bulto, que ellos creyeron era una criatura envuelta en cobijas, con gran ternura el hombre tomó a quien creyó era un bebé entre sus brazos y tanto él como su mujer miraron a todos lados, para ver quién había sido el inhumano que lo había dejado en una noche tan fría y en esas condiciones y peligros, pues los perros se lo hubieran podido comer.

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Soltaron rápidamente aquel bulto y salieron corriendo rumbo a su casa con gran temor.

Han pasado más de cien años y hay quien dice que aún se escucha el llanto de la niña, algunos conductores que pasan en la noche por el panteón dicen que en el espejo retrovisor alcanzan a ver el bulto y escuchan la risa diabólica.

En el Día de Muertos, cuando el panteón se llena de flores y la gente visita a sus familiares fallecidos, esa tumba, la de la niña Tomasa, se queda sola.

Así que, cuando visites Pachuca, podrás visitar el panteón de San Bartolo y conocerás la tumba de la niña Tomasa.

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