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En el sur de México, en Chiapas, el 15 de diciembre se celebra la tradición del Niño Florero.
Durante siete días, los lugareños creyentes recorren las montañas en busca de la flor de Niluyarilu, la flor sagrada, un tipo de bromelia de color rojo intenso que crece en los árboles y que es muy preciada en el lugar.
La intención de la colecta de la flor es porque se debe hacer una casita o pesebre al Niño Florero en la iglesia, similar a la del Niño Dios. De hecho, esta tradición se celebra en las vísperas de la Navidad. La tradición es una mezcla de las creencias tzotziles y cristianas, y tiene lugar a raíz de una hermosa leyenda indígena.
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Cuenta la leyenda que una humilde pareja llevó a su hijo recién nacido a la laguna de Navenchauc, en el municipio de Zinacantán.
La pareja deseaba cuidar para siempre a su pequeño niño. Posaron a su hijo bajo un árbol, acordando que el hombre se convertiría en Sol para darle calor durante el día y la mujer en Luna para resguardarlo y darle luz en las noches.
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Ambos se adentraron en el agua de la Laguna, mientras su hijo se despedía agitando la mano.
En ese momento, el Niño se convirtió en una flor hermosa y roja, el Niluyarilu, que crecería recibiendo la luz del sol de su padre y la de la luna de su madre.
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Se dice que esta flor tiene forma de pequeña mano precisamente por el Niño Florero.
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