Por mucho tiempo fue todo un misterio la tumba de “La Mujer Dormida”, ubicada en el panteón Francisco Herrera, también conocido como “El panteón de los pobres”, en la ciudad de Zacatecas.
Hay varias historias que se fueron inventando en torno a la figura en cantera, de una mujer esculpida a tamaño natural y recostada sobre una lápida sin nombres ni fecha.
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La versión más conocida es la que habla de una madre que, cansada de llorarle a su hijo pequeño, una noche quedó convertida en piedra. La vela que alumbraba su dolor, se extinguió al mismo tiempo que su vida, y la escultura quedó como un perpetuo vestigio de la pérdida.
Contrario a la historia que muchos contaron a lo largo de varias décadas, el origen de la mujer dormida no fue milagroso.
El autor de la obra
Guillermo González Ibarra realizó en 1958 la figura en cantera rosa, a la que denominó “Dolor”. Fue un homenaje póstumo para su madre, María Concepción Ibarra.
Lo anterior fue revelado por el cronista de la ciudad de Zacatecas, Manuel González Ramírez quien hace algunos años conoció por casualidad al artista plástico nacido en la ciudad de Zacatecas, el 10 de febrero de 1932.
La mayor parte de las obras de Guillermo González se encuentran en el estado de Jalisco, tanto en forma de arte sacro como en monumentos arquitectónicos populares.
Tal es el caso del arco de ingreso y el quiosco monumental de la ciudad de Zapopan (realizados en los años 80) y la torre de la parroquia de El Batán, que data de mediados del siglo pasado, entre muchos otros. También fue autor del quiosco del puerto de Acapulco.
La gran mayoría de sus obras se distinguieron por tomar la cantera como material, tanto en proyectos de arquitectura, como en obras artísticas entre las que destaca la obra doliente del Panteón de Herrera.
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