/ sábado 19 de enero de 2019

Impulso al campo y agrotecnología

Este viernes el presidente López Obrador anunció el arranque del programa de Precios de Garantía, coordinado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), con el cual se busca impulsar el campo mexicano y beneficiar a más de dos millones de pequeños productores.

Como su nombre lo indica, mediante este programa el gobierno garantiza a los pequeños productores la compra de granos básicos (maíz, frijol, arroz, trigo) y leche a un precio estable.

El anuncio viene acompañado de la fusión de Liconsa y Diconsa, que proveían leche y alimentos básicos a la población vulnerable, con el objetivo de crear una sola red a cargo de la nueva Segalmex (Seguridad Alimentaria Mexicana).

En una economía de mercado como la nuestra, los precios de los productos se rigen por la ley de la oferta y la demanda; de hecho, este modelo seguirá funcionando para los medianos y grandes productores agroindustriales. Sin embargo, cuando los gobiernos consideran que algún sector es estratégico para el crecimiento de la economía, se toman ciertas medidas para fortalecerlo. Tal es el caso de los precios de garantía para los pequeños productores.

Al respecto, el investigador Kirsten Apendinni señala el impacto positivo de los subsidios que históricamente Estados Unidos ha otorgado a sus agricultores: estos recursos les han permitido un proceso de cambio tecnológico, y el resultado se manifiesta en altos niveles de productividad, reducción de costos y de precios, y una alta competitividad en el mercado mundial.

En el caso de nuestro país, el sector agroalimentario (conformado por el sector primario y la agroindustria) aporta más del 8% del PIB total, y sin duda puede considerarse estratégico, ya de este depende la seguridad alimentaria de nuestro país. La iniciativa de precios de garantía se alinea con el segundo objetivo de desarrollo sostenible de la ONU, Hambre Cero, que señala entre sus metas duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, recursos, conocimientos y servicios financieros.

México es un país de grandes contrastes: nuestro país es el décimo exportador de alimentos y reconocido a nivel mundial por la calidad de sus productos agropecuarios; al mismo tiempo, sólo el 20% de los productores utilizan sistemas de riego, y apenas 10% usan semillas mejoradas.

Si en estas condiciones hemos alcanzado el décimo lugar, es fácil imaginar el gran potencial de nuestro país para convertirse en líder global, no sólo con medidas como los precios de garantía, sino también con el impulso a la investigación y el uso de agrotecnologías como semillas mejoradas, fertilizantes ecológicos, control biológico de plagas, sistemas de riego y de monitoreo automático que lleven a nuestro campo al más alto nivel.

*Vicepresidente Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico – CANACINTRA

Este viernes el presidente López Obrador anunció el arranque del programa de Precios de Garantía, coordinado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), con el cual se busca impulsar el campo mexicano y beneficiar a más de dos millones de pequeños productores.

Como su nombre lo indica, mediante este programa el gobierno garantiza a los pequeños productores la compra de granos básicos (maíz, frijol, arroz, trigo) y leche a un precio estable.

El anuncio viene acompañado de la fusión de Liconsa y Diconsa, que proveían leche y alimentos básicos a la población vulnerable, con el objetivo de crear una sola red a cargo de la nueva Segalmex (Seguridad Alimentaria Mexicana).

En una economía de mercado como la nuestra, los precios de los productos se rigen por la ley de la oferta y la demanda; de hecho, este modelo seguirá funcionando para los medianos y grandes productores agroindustriales. Sin embargo, cuando los gobiernos consideran que algún sector es estratégico para el crecimiento de la economía, se toman ciertas medidas para fortalecerlo. Tal es el caso de los precios de garantía para los pequeños productores.

Al respecto, el investigador Kirsten Apendinni señala el impacto positivo de los subsidios que históricamente Estados Unidos ha otorgado a sus agricultores: estos recursos les han permitido un proceso de cambio tecnológico, y el resultado se manifiesta en altos niveles de productividad, reducción de costos y de precios, y una alta competitividad en el mercado mundial.

En el caso de nuestro país, el sector agroalimentario (conformado por el sector primario y la agroindustria) aporta más del 8% del PIB total, y sin duda puede considerarse estratégico, ya de este depende la seguridad alimentaria de nuestro país. La iniciativa de precios de garantía se alinea con el segundo objetivo de desarrollo sostenible de la ONU, Hambre Cero, que señala entre sus metas duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, recursos, conocimientos y servicios financieros.

México es un país de grandes contrastes: nuestro país es el décimo exportador de alimentos y reconocido a nivel mundial por la calidad de sus productos agropecuarios; al mismo tiempo, sólo el 20% de los productores utilizan sistemas de riego, y apenas 10% usan semillas mejoradas.

Si en estas condiciones hemos alcanzado el décimo lugar, es fácil imaginar el gran potencial de nuestro país para convertirse en líder global, no sólo con medidas como los precios de garantía, sino también con el impulso a la investigación y el uso de agrotecnologías como semillas mejoradas, fertilizantes ecológicos, control biológico de plagas, sistemas de riego y de monitoreo automático que lleven a nuestro campo al más alto nivel.

*Vicepresidente Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico – CANACINTRA