Cuando nace el ser humano el ambiente que lo rodea es de afecto, cariño y protección. De la misma manera debería de ser el momento de nuestra muerte, rodeado de las personas más cercanas viviendo los últimos instantes con afecto y cariño tal cual como nacimos.
Me complace que en mi estado ya se cuente con la Ley de Voluntad Anticipada del Estado de Zacatecas, felicito a mis amig@s diputad@s por esta iniciativa, que es una gran avance en los conceptos jurídicos para el campo de la bioética que tanto bien va a hacer. No se trata de confundirla con eutanasia ni suicidio, es darle a la persona la posibilidad de morir dignamente, y a sus familiares el estar tranquilos.
Cuando algunas personas me piden asesorarla en una situación concreta, veo que no se resignan y hacen sufrir más al paciente, porque le prolongan su agonía por el egoísmo o apego del familiar que está atendiéndolo.
El ser humano es la único animal racional que carga con sus enfermos y hasta con sus muertos, en cambio los demás animales supuestamente “irracionales” nos dan ejemplo claro del ciclo de la vida, nos enseñan hábitos que son valores como la lealtad, fidelidad y compasión.
La muerte es un suceso natural ante el cual tenemos dos actitudes: o evitamos el tema o profundizamos en él. Analizar y pensar en la muerte nos ayuda a reducir el sufrimiento cuando nos aproximamos a ella. Reflexionemos frecuentemente en el fin de nuestra vida no como una angustia sino como un razonamiento saludable y contemplemos la muerte como un proceso normal que debe aceptarse ya que ocurrirá en tanto que nos encontremos en la existencia temporal terrenal.
Como ya sabemos que no podremos evitar la muerte, no tiene sentido preocuparnos por ella, la muerte es como un cambio de ropa que ya se encontraba muy gastada, es necesario desasearse de ella. Incluso no sabemos cuándo, dónde, ni cómo ocurrirá, sin embargo podemos tomar ciertas precauciones antes de que se produzca realmente.
Para morir bien, debe vivirse bien, recuerda que tu forma de vivir, será tu forma de morir. Distanciarse de emociones como la ira, el apego o el miedo, y cultivando la paz en nuestra mente, ayudará a hacer realidad nuestro principal propósito en esta vida que debe ser ayudar a otros, y si no se les puede ayudar, al menos no hacerles daño para que tanto ellos y nosotros tengamos una muerte tranquila.
Para tener una muerte apacible, es necesario vivir sin violencia, sin egoísmo, con alegría, aunque el cómo y el dónde moriremos está determinadopor fuerzas ajenas a nuestro estado mental y temporal por lo tanto si ayudamos a los demás a tener una muerte apacible fortalecerá nuestra tranquilidad.
El concepto de la muerte está muy ligado a la religión, pero independientemente de si somos creyentes o agnósticos, si creemos en Dios o el karma, la ética moral es un código que todo el mundo es capaz de llevar a cabo, ya que felicidad no es algo que venga prefabricado, viene de tus propias acciones.
Somos todos lo mismo, emocionalmente, mentalmente, físicamente, exceptuando color, raza que nos hacen diferentes, pero que nos convierten en el mismo ser humano. La muerte nos iguala a todos, es la misma para un hombre rico que para un animal salvaje.
Reiteró mi felicitación a todos los diputados de la LXII Legislatura que aprobaron esta iniciativa convertida en Ley por su sensibilidad, afecto y compasión por el ser humano zacatecano.