¿Quién es San Martín Caballero y porqué es tan venerado? Aquí te lo explicamos

Es considerado el santo de los comerciantes y de las oportunidades

Rosaura Rincón │ El Sol de Zacatecas

  · viernes 11 de noviembre de 2022

San Martín de Tours cortando su capa, fresco en la iglesia de San Martín, en Unteressendorf, Alemania / Cortesía │ Desde la Fe

San Martín Caballero es conocido por ser el santo de los comerciantes y de las oportunidades, su historia proviene desde la antigua Roma, por eso sus imágenes lo representan como un soldado romano que regala la mitad de su capa a una persona que padece frío, es una imagen que lo identifica del resto de los demás santos de la Iglesia Católica, que lo conmemora el 11 de noviembre.

Expertos afirman que San Martín Caballero nació en el año 316, en la ciudad de Sarabia de Panonia, actualmente conocida como Hungría.

Cuando San Martín Caballero tenía 15 años fue inscrito en la milicia por su padre, formando parte de la caballería imperial de Roma y, aunque no contaba con el apoyo de sus padres, en cuestión religiosa, ya que se eran paganos, él siguió con sus principios religiosos.

La mitad de la capa

San Martín Caballero permaneció en el servicio militar de Roma durante 25 años, dio sus servicios primero en Francia y luego en Galia.

Fue en el año 337 que en una ocasión cuando estaba de guardia en Amiens, Francia, encontró cerca de la puerta de la ciudad a un mendigo titiritando de frío, de quien se compadeció y le dio la mitad de su capa, porque la otra mitad era del ejército romano al que servía.

Según la tradición, aquella misma noche, el soldado fue visitado por Jesucristo, quien vistiendo la media capa que el militar le había regalado mendigo, le dijo: “Gracias, Martín”.

Al siguiente día, al despertarse, Martín, que contaba ya con 21 años, tomó la decisión de retirarse del ejército y bautizarse como seguidor de Cristo, sin embargo, sus superiores le negaron el permiso.

Fue hasta que el emperador visitó al ejército para darle a cada uno de los soldados un incentivo económico antes de la batalla, que Martín le dijo: “Emperador, he luchado por ti, permite que ahora luche por Dios. Yo soy soldado de Cristo, y no me es lícito seguir en el ejército ni aceptar tu dinero”.


Contrario a lo que esperaba, Martín recibió una burla de parte del emperador: “Los bárbaros nos atacarán mañana y tu actitud, querido Martín, parece movida por el miedo más que por tu fe. Dices ser cristiano por miedo de enfrentarte y derramar sangre”.

Martín le respondió: “Mañana déjeme en primera línea de batalla, sin armas, sin escudo y sin casco, así le probaré mi valor y fidelidad, y le demostraré que el miedo que tengo no es a morir, sino a derramar la sangre de otros hombres”.

Los bárbaros se rindieron antes de comenzar la batalla, algunos pensaron que lo que los espantó, no fue el numeroso ejército romano, sino el saber, por boca de sus espías, que los romanos estaban tan seguros de la victoria que incluso había soldados que acudirían al combate sin armas.

Pero ello permitió que Martín dejara la vida militar.

Su vida religiosa y santidad

Martín realizó un breve noviciado de vida eremítica en la Isla de Galia y fundó dos monasterios: Ligugé, el más antiguo de Europa, y Marmoutier, que se convirtió con el paso del tiempo en un gran centro de vida religiosa.

En el año 370, Martín fue nombrado Obispo de Tours; cargo que ejerció durante 27 años.

Su vida pastoral se caracterizó por la evangelización y la lucha contra las costumbres paganas. Se ganó la confianza de los pobres, de los necesitados y de cuantos sufrían injusticias.

El Obispo Martin murió el 8 de noviembre del 397 en Candes, durante una visita pastoral.

Sus funerales tuvieron lugar tres días después y fueron una verdadera apoteosis; en ese día, el 11, se conmemora su memoria. Se puede considerar como el primer santo no mártir con fiesta litúrgica.

Como tradición esa fecha quedó también como punto de referencia en los contratos de arrendamientos, de terrenos, de compraventas, en el mundo agrícola: “el nuevo vino se bebe en San Martín”, se dice todavía hoy en muchas regiones de Italia y de Francia.

La mitad del manto que – según la leyenda – San Martín compartió con el pobre de Amiens, se conserva celosamente en una capilla. Al custodio de la capilla se llama “capellán”, sin serlo, porque es el protector de la “capa” del Obispo de Tours.