/ domingo 21 de abril de 2024

Jorge Miranda y Saúl Monreal: Reprobados

Resulta irónico, aunque poco sorprendente, que en nuestra política actual el fracaso no solo no descalifica, sino que parece ser un trampolín para aspiraciones mayores. Esta es la realidad que enfrentamos al observar las nuevas ambiciones de Jorge Miranda y Saúl Monreal, ambos del partido MORENA, quienes buscan no solo continuar en el poder, sino ascender en él. Jorge Miranda aspira a reelegirse como alcalde de Zacatecas capital, mientras que Saúl Monreal busca un escaño en el Senado después de dos periodos como alcalde de Fresnillo.

Pero, ¿qué han hecho realmente por sus ciudades? Según una reciente encuesta nacional, ambos figuran entre los alcaldes peor evaluados del país: Miranda ocupa el penoso lugar 56 de 60 con un 39% de aprobación, y Saúl Monreal está aún peor en el lugar 58 con un 37% de aprobación. Estas cifras no son casualidad ni mera política; son el reflejo del descontento palpable de los ciudadanos ante administraciones que han sido, en el mejor de los casos, mediocres.

Los números son claros y desalentadores. Fresnillo y Zacatecas capital están entre los municipios con mayor percepción de inseguridad en el país, con un 95% y un 89% de sus habitantes sintiéndose inseguros, respectivamente. Más allá del miedo que azota día con día a nuestras familias, se encuentran ciudades estancadas en su desarrollo, con poco atractivo para nuevas inversiones y un desastre administrativo que parece más un agujero negro para los recursos públicos que una gestión eficaz.

Las grandes nóminas y los altos sueldos de los funcionarios contrastan con la falta de soluciones para problemas crónicos como la inseguridad y la escasez de agua. La falta de sensibilidad de estos políticos hacia las necesidades reales de la población es evidente; están más enfocados en conservar su poder y escalar en sus carreras políticas que en servir a quienes los eligieron.

Es absurdo e inaceptable que personajes con un historial de resultados tan pobres no solo sigan en sus cargos, sino que aspiren a más. Como ciudadanos conscientes, debemos cuestionar y resistir esta normalización del fracaso. La reelección o la elección a puestos mayores no debería ser un derecho inherente de ningún político, sino un privilegio otorgado solo a aquellos que realmente demuestran capacidad, integridad y resultados.

El cambio es necesario y urgente. No podemos permitir que la mediocridad se premie y que el ciclo de incompetencia se perpetúe. Está en nuestras manos, en nuestros votos y en nuestra voz colectiva poner un alto a esta tragicomedia política y exigir responsabilidad y eficacia. La política no es ni debe ser un refugio para los incompetentes. Es hora de elevar el estándar y de que aquellos que fallan en sus cargos enfrenten las consecuencias: el rechazo en las urnas.

Resulta irónico, aunque poco sorprendente, que en nuestra política actual el fracaso no solo no descalifica, sino que parece ser un trampolín para aspiraciones mayores. Esta es la realidad que enfrentamos al observar las nuevas ambiciones de Jorge Miranda y Saúl Monreal, ambos del partido MORENA, quienes buscan no solo continuar en el poder, sino ascender en él. Jorge Miranda aspira a reelegirse como alcalde de Zacatecas capital, mientras que Saúl Monreal busca un escaño en el Senado después de dos periodos como alcalde de Fresnillo.

Pero, ¿qué han hecho realmente por sus ciudades? Según una reciente encuesta nacional, ambos figuran entre los alcaldes peor evaluados del país: Miranda ocupa el penoso lugar 56 de 60 con un 39% de aprobación, y Saúl Monreal está aún peor en el lugar 58 con un 37% de aprobación. Estas cifras no son casualidad ni mera política; son el reflejo del descontento palpable de los ciudadanos ante administraciones que han sido, en el mejor de los casos, mediocres.

Los números son claros y desalentadores. Fresnillo y Zacatecas capital están entre los municipios con mayor percepción de inseguridad en el país, con un 95% y un 89% de sus habitantes sintiéndose inseguros, respectivamente. Más allá del miedo que azota día con día a nuestras familias, se encuentran ciudades estancadas en su desarrollo, con poco atractivo para nuevas inversiones y un desastre administrativo que parece más un agujero negro para los recursos públicos que una gestión eficaz.

Las grandes nóminas y los altos sueldos de los funcionarios contrastan con la falta de soluciones para problemas crónicos como la inseguridad y la escasez de agua. La falta de sensibilidad de estos políticos hacia las necesidades reales de la población es evidente; están más enfocados en conservar su poder y escalar en sus carreras políticas que en servir a quienes los eligieron.

Es absurdo e inaceptable que personajes con un historial de resultados tan pobres no solo sigan en sus cargos, sino que aspiren a más. Como ciudadanos conscientes, debemos cuestionar y resistir esta normalización del fracaso. La reelección o la elección a puestos mayores no debería ser un derecho inherente de ningún político, sino un privilegio otorgado solo a aquellos que realmente demuestran capacidad, integridad y resultados.

El cambio es necesario y urgente. No podemos permitir que la mediocridad se premie y que el ciclo de incompetencia se perpetúe. Está en nuestras manos, en nuestros votos y en nuestra voz colectiva poner un alto a esta tragicomedia política y exigir responsabilidad y eficacia. La política no es ni debe ser un refugio para los incompetentes. Es hora de elevar el estándar y de que aquellos que fallan en sus cargos enfrenten las consecuencias: el rechazo en las urnas.