/ martes 20 de febrero de 2024

T4 cómplice de cárteles

México enfrenta un Estado fallido. El gobierno federal de la Transformación de Cuarta (T4) fracasó en su obligación de garantizar la seguridad pública y alcanzar la pacificación del país, como prometió hacerlo el Presidente, en tan solo 6 meses.

Actualmente más de las dos terceras partes de las 32 entidades, está bajo el control del crimen organizado y hay una violencia desatada, sin que ninguna autoridad les afronte.

Todos los días hay evidencias de la colusión entre la T4 y los cárteles delincuenciales. Como el reportaje de ProPublica sobre la investigación de la DEA, que exhibe la aportación de 2 millones de dolares del narco a la campaña de AMLO en el 2006. Derivado de eso, este sexenio de la destrucción concluirá como el más violento de la historia, con más de 180 mil homicidios dolosos y 120 mil desaparecidos, a la fecha, faltando aún poco más de siete meses para su conclusión.

Guerrero es el ejemplo más claro del Estado fallido. Asesinatos, desapariciones y cobro de piso son el pan de cada día. Hay una inacción de los gobiernos morenistas en el nivel federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador; estatal, por Evelyn Salgado; y municipales de Acapulco, Chilpancingo, Taxco e Iguala, encabezados por Abelina López; Norma Otilia Hernández; Mario Figueroa; y David Gama, respectivamente.

A tal grado llegó la difícil situación, que los obispos de Chilpancingo, José de Jesús González; Acapulco, Leopoldo González; Tierra Caliente, Joel Ocampo; y Tlapa, Dagoberto Sosa, se vieron obligados a pactar una tregua con líderes criminales para pacificar Chilpancingo, respetando el control de las bandas sobre el transporte público, porque hay ausencia de los tres órdenes de gobierno.

Esa responsabilidad es del gobierno federal de López Obrador, quien, en lugar de avergonzarse por la desesperación de las y los guerrerenses, celebró la participación del clero, manifestando implícitamente la incapacidad o la complicidad y corrupción de su administración con los grupos delincuenciales, al ser permisivo con los cárteles de la droga.

Según la Federación en Guerrero hay 29 mil soldados y guardias nacionales.

Entonces, ¿Por qué en Tlacotepec la delincuencia atacó con drones explosivos y murieron 9 personas?,¿Por qué la población de Ayahualtempa armó a niñas y niños para defender la comunidad?,¿Por qué en Iguala delincuentes entraron impunemente a la morgue para quemar un cuerpo?,¿Por qué en Zumpango asesinaron a Noé Sandoval, padre que buscaba a su hijo de 16 años?,¿Por qué en Acapulco matan a choferes del transporte público? Y ¿Por qué ninguna autoridad hace algo por evitar estos hechos violentos?

Justamente por eso, hoy ya tenemos claro cuál es el objetivo de la estrategia de “Abrazos no balazos” implementada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador. No es para proteger a la ciudadanía; sino, para apadrinar el crecimiento de la delincuencia organizada, como pago de favores por triunfos electorales de Morena.

México enfrenta un Estado fallido. El gobierno federal de la Transformación de Cuarta (T4) fracasó en su obligación de garantizar la seguridad pública y alcanzar la pacificación del país, como prometió hacerlo el Presidente, en tan solo 6 meses.

Actualmente más de las dos terceras partes de las 32 entidades, está bajo el control del crimen organizado y hay una violencia desatada, sin que ninguna autoridad les afronte.

Todos los días hay evidencias de la colusión entre la T4 y los cárteles delincuenciales. Como el reportaje de ProPublica sobre la investigación de la DEA, que exhibe la aportación de 2 millones de dolares del narco a la campaña de AMLO en el 2006. Derivado de eso, este sexenio de la destrucción concluirá como el más violento de la historia, con más de 180 mil homicidios dolosos y 120 mil desaparecidos, a la fecha, faltando aún poco más de siete meses para su conclusión.

Guerrero es el ejemplo más claro del Estado fallido. Asesinatos, desapariciones y cobro de piso son el pan de cada día. Hay una inacción de los gobiernos morenistas en el nivel federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador; estatal, por Evelyn Salgado; y municipales de Acapulco, Chilpancingo, Taxco e Iguala, encabezados por Abelina López; Norma Otilia Hernández; Mario Figueroa; y David Gama, respectivamente.

A tal grado llegó la difícil situación, que los obispos de Chilpancingo, José de Jesús González; Acapulco, Leopoldo González; Tierra Caliente, Joel Ocampo; y Tlapa, Dagoberto Sosa, se vieron obligados a pactar una tregua con líderes criminales para pacificar Chilpancingo, respetando el control de las bandas sobre el transporte público, porque hay ausencia de los tres órdenes de gobierno.

Esa responsabilidad es del gobierno federal de López Obrador, quien, en lugar de avergonzarse por la desesperación de las y los guerrerenses, celebró la participación del clero, manifestando implícitamente la incapacidad o la complicidad y corrupción de su administración con los grupos delincuenciales, al ser permisivo con los cárteles de la droga.

Según la Federación en Guerrero hay 29 mil soldados y guardias nacionales.

Entonces, ¿Por qué en Tlacotepec la delincuencia atacó con drones explosivos y murieron 9 personas?,¿Por qué la población de Ayahualtempa armó a niñas y niños para defender la comunidad?,¿Por qué en Iguala delincuentes entraron impunemente a la morgue para quemar un cuerpo?,¿Por qué en Zumpango asesinaron a Noé Sandoval, padre que buscaba a su hijo de 16 años?,¿Por qué en Acapulco matan a choferes del transporte público? Y ¿Por qué ninguna autoridad hace algo por evitar estos hechos violentos?

Justamente por eso, hoy ya tenemos claro cuál es el objetivo de la estrategia de “Abrazos no balazos” implementada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador. No es para proteger a la ciudadanía; sino, para apadrinar el crecimiento de la delincuencia organizada, como pago de favores por triunfos electorales de Morena.