Tras la llegada de Francisco I. Madero al poder, y al no satisfacer las expectativas de los revolucionarios, por mantener estrecha relación aún con el régimen porfirista y no cumplir con sus promesas en campaña, derivando en el levantamiento de armas por parte de grupos opositores.
Así fue como dio inicio la Decena Trágica, una de las traiciones políticas más grandes de la historia de México, donde la mañana del 9 de febrero de 1913, Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz se levantaron en armas, al frente de un grupo de cadetes de la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan y a la tropa del Cuartel de Tacubaya con el fin de derrocar el gobierno maderista.
Tras enterarse de este hecho, Francisco I. Madero recurrió a los cadetes del Colegio Militar para que los alumnos del plantel se prepararan para salir en uniforme de gala y con su dotación de cartuchos completa, a fin de darle escolta y seguridad hacia Palacio Nacional.
Tras 10 días de combate en los alrededores de Palacio Nacional entre los sublevados y simpatizantes del gobierno, Victoriano Huerta quien estuvo al frente del ejército maderista, traiciona al presidente entregándolo a los rebeldes el 17 de febrero, quienes posteriormente lo obligarían a renunciar al cargo, quedando a cargo Pedro Lascuráin.
Con sólo 45 minutos en el cargo, Lascuráin renunció a la presidencia, quedando al frente Victoriano Huerta quién condenó a prisión a Francisco I. Madero junto con el vicepresidente Pino Suárez, enviándolos al Palacio de Lecumberri, dónde a su llegada fueron ultimados.
La versión oficial de los hechos fue que en un intento de rescate por parte de grupos simpatizantes al presidente Madero, terminó con la vida de este último y el vicepresidente un día 22 de febrero de hace 116 años.
El cuerpo media un metro con sesenta y tres centímetros de complexión delgada; la causa de la muerte, dos impactos de bala en la parte posterior de la cabeza, así fueron los últimos días de un efímero régimen político instaurado tempranamente como resultado de la Revolución.
Este hecho de la historia mexicana aún se recuerda y fue tanto su impacto que en la cultura popular se han compuesto corridos que dejan memoria de los acontecimientos, como el corrido El Cuartelazo interpretado por las Hermanas Mendoza.
