/ martes 31 de octubre de 2023

El catastrófico Otis

Definitivamente México tiene un gobierno bananero, incapaz de responder eficiente y oportunamente a las desgracias que sufre el país. Así lo evidenció Otis, el catastrófico huracán categoría 5 que azotó al estado de Guerrero el miércoles pasado, dejando a su paso muerte, destrucción y desolación.

La magnitud de la tragedia causada por el fenómeno meteorológico es responsabilidad directa del Gobierno Federal morenista de Andrés Manuel López Obrador. Él no avisó a la población de la tragedia que se avecinaba, a pesar de tener la información horas antes. AMLO calló. El Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Miami, la mañana del martes 24 de octubre, alertó sobre la formación de una tormenta de conformación rápida a huracán.

Acapulco quedó destruido. Pese a esto, el Presidente tampoco hizo llegar de inmediato la ayuda que la gente requería con urgencia. Eso sí, montó un show para ir a Guerrero vía terrestre, cuando las carreteras estaban destruidas. Fue el hazmerreír. A nivel mundial circuló su foto trepado en el jeep militar atascado en el lodazal. Tuvo que caminar. El salvador terminó salvado. De pena ajena. Y los súper aviones del Ejército guardados.

Y para colmo de colmos, el dirigente de la transformación de cuarta (T4) quedó en ridículo al declarar en su Mañanera que “afortunadamente no fueron tantos” los muertos en Guerrero por Otis e informó 27 casos. Nomás le faltó decir que la tragedia le “cayó como anillo al dedo”, igualito que con la pandemia del Covid, que dejó casi 500 mil decesos por su mala estrategia de salud.

De inmediato Organizaciones civiles lo desmintieron y aseguran que los muertos se cuentan por decenas. Hasta el momento de escribir esta participación la cifra oficial es de 45 decesos y 36 desaparecidos. Aún se buscan cuerpos en el mar y bajo los escombros. Hay 220 mil viviendas destruidas y millones de pesos en pérdidas de infraestructura y del sector turístico.

Sin embargo, hay que darle circo al pueblo y AMLO lo sabe hacer muy bien, especialmente rumbo al proceso electoral. Envió a Guerrero a los sirvientes anti nación, que con sus chalecos guindas y logotipos muy visibles. Les observamos en fotos y videos haciendo promoción a favor del gobierno federal. Mientras, se multiplican las quejas porque elementos de las Fuerzas Armadas y Guardia Nacional decomisan toda la ayuda en especie que la sociedad civil envía, para reetiquetarla y entregarla como ayuda gubernamental.

López Obrador engaña al pueblo. Si su interés fuera atender en las tragedias no hubiera desaparecido en el 2020 el fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales. Debido a eso hoy no se cuenta con los recursos suficientes para atender la emergencia. Ah, pero el Presidente culpa a la oposición por denunciar. Politiquería la de él al hacerse la víctima y no ayudar a la gente.

Las cifras son claras: en el 2018 el FONDEN, administrado por la Secretaría de Gobernación, contaba con 41 mil millones de pesos y para este 2023 la Federación sólo tiene 13 mil 702 millones de pesos, los que ahora son sólo un programa de la Secretaría de Hacienda. En cinco años significan una reducción del 67% de los recursos. El dinero que se le quitó al fondo en su mayoría se destinó a la obra unipersonal del Tren Maya.

En México tenemos un Presidente chiquito. Chiquito en la toma de decisiones y chiquito en la coordinación de acciones. Pero eso sí, un gran autócrata para aprovechar electoralmente la desgracia y victimizarse, cuando a 5 días de la tragedia las y los guerrerenses siguen sufriendo. Del mismo tamaño es la reacción de las morenistas Evelyn Salgado y Abelina López, gobernadora y alcaldesa de Acapulco.

Ante esa insensibilidad, como Diputado Federal le exijo que regrese el FONDEN, que deje de hacer uso electorero de la tragedia, que envíe ayuda pronta, que se restauren los servicios públicos para beneficio de la población y que garantice la seguridad ante la rapiña provocada por la necesidad y la desesperación.

Definitivamente México tiene un gobierno bananero, incapaz de responder eficiente y oportunamente a las desgracias que sufre el país. Así lo evidenció Otis, el catastrófico huracán categoría 5 que azotó al estado de Guerrero el miércoles pasado, dejando a su paso muerte, destrucción y desolación.

La magnitud de la tragedia causada por el fenómeno meteorológico es responsabilidad directa del Gobierno Federal morenista de Andrés Manuel López Obrador. Él no avisó a la población de la tragedia que se avecinaba, a pesar de tener la información horas antes. AMLO calló. El Centro Nacional de Huracanes (CNH) de Miami, la mañana del martes 24 de octubre, alertó sobre la formación de una tormenta de conformación rápida a huracán.

Acapulco quedó destruido. Pese a esto, el Presidente tampoco hizo llegar de inmediato la ayuda que la gente requería con urgencia. Eso sí, montó un show para ir a Guerrero vía terrestre, cuando las carreteras estaban destruidas. Fue el hazmerreír. A nivel mundial circuló su foto trepado en el jeep militar atascado en el lodazal. Tuvo que caminar. El salvador terminó salvado. De pena ajena. Y los súper aviones del Ejército guardados.

Y para colmo de colmos, el dirigente de la transformación de cuarta (T4) quedó en ridículo al declarar en su Mañanera que “afortunadamente no fueron tantos” los muertos en Guerrero por Otis e informó 27 casos. Nomás le faltó decir que la tragedia le “cayó como anillo al dedo”, igualito que con la pandemia del Covid, que dejó casi 500 mil decesos por su mala estrategia de salud.

De inmediato Organizaciones civiles lo desmintieron y aseguran que los muertos se cuentan por decenas. Hasta el momento de escribir esta participación la cifra oficial es de 45 decesos y 36 desaparecidos. Aún se buscan cuerpos en el mar y bajo los escombros. Hay 220 mil viviendas destruidas y millones de pesos en pérdidas de infraestructura y del sector turístico.

Sin embargo, hay que darle circo al pueblo y AMLO lo sabe hacer muy bien, especialmente rumbo al proceso electoral. Envió a Guerrero a los sirvientes anti nación, que con sus chalecos guindas y logotipos muy visibles. Les observamos en fotos y videos haciendo promoción a favor del gobierno federal. Mientras, se multiplican las quejas porque elementos de las Fuerzas Armadas y Guardia Nacional decomisan toda la ayuda en especie que la sociedad civil envía, para reetiquetarla y entregarla como ayuda gubernamental.

López Obrador engaña al pueblo. Si su interés fuera atender en las tragedias no hubiera desaparecido en el 2020 el fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales. Debido a eso hoy no se cuenta con los recursos suficientes para atender la emergencia. Ah, pero el Presidente culpa a la oposición por denunciar. Politiquería la de él al hacerse la víctima y no ayudar a la gente.

Las cifras son claras: en el 2018 el FONDEN, administrado por la Secretaría de Gobernación, contaba con 41 mil millones de pesos y para este 2023 la Federación sólo tiene 13 mil 702 millones de pesos, los que ahora son sólo un programa de la Secretaría de Hacienda. En cinco años significan una reducción del 67% de los recursos. El dinero que se le quitó al fondo en su mayoría se destinó a la obra unipersonal del Tren Maya.

En México tenemos un Presidente chiquito. Chiquito en la toma de decisiones y chiquito en la coordinación de acciones. Pero eso sí, un gran autócrata para aprovechar electoralmente la desgracia y victimizarse, cuando a 5 días de la tragedia las y los guerrerenses siguen sufriendo. Del mismo tamaño es la reacción de las morenistas Evelyn Salgado y Abelina López, gobernadora y alcaldesa de Acapulco.

Ante esa insensibilidad, como Diputado Federal le exijo que regrese el FONDEN, que deje de hacer uso electorero de la tragedia, que envíe ayuda pronta, que se restauren los servicios públicos para beneficio de la población y que garantice la seguridad ante la rapiña provocada por la necesidad y la desesperación.