/ domingo 16 de enero de 2022

Escenarios 2022

Parálisis económica

Aunado a la crisis de inseguridad y de salud que vive a Zacatecas, la parálisis económica se agudiza en el Estado. En su inmensa mayoría los sectores productivos están a la espera que haya circulante, en buena medida, generado por el Gobierno de Zacatecas y algunas otras instituciones públicas como la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ). Siempre es así en este Estado.

Lamentablemente, Zacatecas adolece de una iniciativa privada fuerte que genere empleos y una derrama económica importante, sin embargo, los dueños del dinero hacen un enorme esfuerzo por contribuir al progreso y desarrollo del Estado, aunque también necesitan del apoyo circular que proporciona el Gobierno que encabeza David Monreal Ávila. Entre crisis de inseguridad, salud, empleo y economía transcurren los días en nuestra bella tierra.

Si bien, las empresas mineras, constructoras y la cervecera hacen un esfuerzo para contribuir a la economía, la realidad es que, en estos momentos son tiempos complicados para todos los sectores productivos. Habrá que esperar que esos 35 mil 765 millones de pesos comiencen a circular por todo el territorio zacatecanos. La aportación migrante merece un reconocimiento especial.

La cuarta ola

Aunque Zacatecas no ha regresado a la inmovilidad, la realidad es que en números hoy, la entidad está peor en contagios en toda la era Covid. Se ha mostrado, sin embargo, que los niveles de vacunación que ha alcanzado la entidad han ayudado a que este periodo se mantenga estable.

Pocas personas hospitalizadas y pocas personas fallecidas.

Se ha detectado que entre las personas que han fallecido por Covid en esta cuarta ola, la mayoría son gente que no se había vacunado, situación que ha provocado un mayor riesgo de complicaciones. Este sábado se rebasarán los 50 mil casos positivos de Covid, lo que en niveles del inicio de la pandemia hubiera llevado a 5 mil decesos, según el promedio que se llevaban, pero esta desaceleración que ha provocado la vacuna, puede decirse, que se ha evitado la muerte de 1 mil 500 zacatecanos, toda vez que los números hoy son 3 mil 590 decesos.

Los niveles de hospitalización siguen al alza, aunque hoy no llegan a ser preocupantes, de 199 camas están ocupadas el 51 por ciento y con tendencia ascendiente. Zacatecas, como ha señalado el gobernador, David Monreal Ávila y el titular de la Secretaría de Salud, Uswaldo Pinedo Barrios, tiene capacidad hospitalaria disponible, y claro que la tiene, en cuanto los niveles crezcan se tiene la posibilidad de reconversión. Sin duda, la experiencia que se ha dado desde la primera ola de coronavirus ha dejado enseñanza, y ello ha bajado la mortalidad del Covid.

La Iglesia, preocupada

El obispo de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló lamentó a mitad de semana, que Zacatecas se esté moviendo entre la barbarie y la criminalidad, en franca alusión a la imparable violencia que afecta desde hace años al Estado, pero que ningún gobierno ha sido capaz de frenar. Para el líder de la iglesia católica estamos lejos de que regrese la paz y tranquilidad a las familias zacatecanas.

Es evidente, que la Iglesia Católica como un sector de la sociedad, se encuentra preocupada, porque, seguramente, la feligresía en sus confesiones refiera todos los días la violencia, afectación y daños colaterales que la criminalidad provoca. Es por eso, que permanentemente el obispo Noriega Barceló alza la voz para exigir la necesidad más sentida para Zacatecas en años: paz y tranquilidad.

El problema es que no se ve por dónde la nueva gobernanza de David Monreal Ávila pueda lograr, ni acercarse a algunos resultados. Desde luego, el discurso oficial, estratégicamente, nos dice que las cosas van mejorando, que los delitos de alto impacto van a la baja y que, en Zacatecas las cosas están mejor. Vaya mentira más grande que el mundo. Por esta y otras razones, se enoja el obispo y la sociedad que se ha visto afectada, directa o indirectamente. El Estado está rebasado…

Ni inerme ni postrado

Los abrazos que a Zacatecas extienden la pandemia y la violencia continúan dañando el tejido social, acertada la expresión del obispo Sigifredo Noriega Barceló, los signos de la barbarie y de la muerte son cosa cotidiana en nuestros pueblos y ciudades. Para donde se quiera voltear, ahí está el virus maldito y la tragedia de la inseguridad y tal parece que la gente se acostumbra y aunque con miedo, se atreve a seguir en la responsabilidad del trabajo, de la función pública, del magisterio, en la comunicación, en la vida cultural y turística, en el ejercicio de gobierno, y siempre a la espera de cualquier sorpresa de los comportamientos violentos que ya tienen rostros diversos y que atacan con irracionalidad y deshumanizados, sin sentido.

Los escenarios de violencia reproducen una fatal incertidumbre que se abre con miedos e intimidación, para solo exhibir las condiciones de impotencia e incapacidad para encararlos. No hay respeto a la vida humana, ni de las mujeres, los niños, las familias, ahora los atentados se dirigen a la autoridad, policías preventivos, de vialidad, estatales, de la Guardia Nacional o del Ejército, también son víctimas de la tragedia y, cuando así sucede la población no tiene menos que pensar, si eso pasa contra el gobierno, ¿qué puede esperar la sociedad? Escenarios de inestabilidad, de permanente peligrosidad, de riesgo cotidiano, de azoro, angustia, que nos dejan inermes ante la sangre que corre y las vidas que se van.

Históricamente Zacatecas ha trascendido porque "todo lo vence con trabajo", porque se trata de "un pueblo indómito como el gran Tenamaxtle caxcán" y por eso y ante la cotidiana tragedia que nos agobia y despedaza como sociedad, imposible e inconcebible mostrarnos inermes como un pueblo sin armas, indefenso e impotente, las generaciones de hoy y del futuro no perdonarán que nos mostremos débiles, frágiles, doblados y vencidos ante las crisis. Se insiste, con la fuerza de la unidad, con la potencialidad del gran colectivo político y social que mucho se ostenta, se tienen que acumular todas las energías, para que juntos, con creatividad, imaginación, mucha determinación y más contundencia, revertir el avance de la violencia, el asedio de la pandemia y la demoledora crisis económica y penuria presupuestaria. Pero ya, es ahora, la gente desespera, se inconforma, reclama, exige llegar pronto a la paz y tranquilidad.

Parálisis económica

Aunado a la crisis de inseguridad y de salud que vive a Zacatecas, la parálisis económica se agudiza en el Estado. En su inmensa mayoría los sectores productivos están a la espera que haya circulante, en buena medida, generado por el Gobierno de Zacatecas y algunas otras instituciones públicas como la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ). Siempre es así en este Estado.

Lamentablemente, Zacatecas adolece de una iniciativa privada fuerte que genere empleos y una derrama económica importante, sin embargo, los dueños del dinero hacen un enorme esfuerzo por contribuir al progreso y desarrollo del Estado, aunque también necesitan del apoyo circular que proporciona el Gobierno que encabeza David Monreal Ávila. Entre crisis de inseguridad, salud, empleo y economía transcurren los días en nuestra bella tierra.

Si bien, las empresas mineras, constructoras y la cervecera hacen un esfuerzo para contribuir a la economía, la realidad es que, en estos momentos son tiempos complicados para todos los sectores productivos. Habrá que esperar que esos 35 mil 765 millones de pesos comiencen a circular por todo el territorio zacatecanos. La aportación migrante merece un reconocimiento especial.

La cuarta ola

Aunque Zacatecas no ha regresado a la inmovilidad, la realidad es que en números hoy, la entidad está peor en contagios en toda la era Covid. Se ha mostrado, sin embargo, que los niveles de vacunación que ha alcanzado la entidad han ayudado a que este periodo se mantenga estable.

Pocas personas hospitalizadas y pocas personas fallecidas.

Se ha detectado que entre las personas que han fallecido por Covid en esta cuarta ola, la mayoría son gente que no se había vacunado, situación que ha provocado un mayor riesgo de complicaciones. Este sábado se rebasarán los 50 mil casos positivos de Covid, lo que en niveles del inicio de la pandemia hubiera llevado a 5 mil decesos, según el promedio que se llevaban, pero esta desaceleración que ha provocado la vacuna, puede decirse, que se ha evitado la muerte de 1 mil 500 zacatecanos, toda vez que los números hoy son 3 mil 590 decesos.

Los niveles de hospitalización siguen al alza, aunque hoy no llegan a ser preocupantes, de 199 camas están ocupadas el 51 por ciento y con tendencia ascendiente. Zacatecas, como ha señalado el gobernador, David Monreal Ávila y el titular de la Secretaría de Salud, Uswaldo Pinedo Barrios, tiene capacidad hospitalaria disponible, y claro que la tiene, en cuanto los niveles crezcan se tiene la posibilidad de reconversión. Sin duda, la experiencia que se ha dado desde la primera ola de coronavirus ha dejado enseñanza, y ello ha bajado la mortalidad del Covid.

La Iglesia, preocupada

El obispo de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló lamentó a mitad de semana, que Zacatecas se esté moviendo entre la barbarie y la criminalidad, en franca alusión a la imparable violencia que afecta desde hace años al Estado, pero que ningún gobierno ha sido capaz de frenar. Para el líder de la iglesia católica estamos lejos de que regrese la paz y tranquilidad a las familias zacatecanas.

Es evidente, que la Iglesia Católica como un sector de la sociedad, se encuentra preocupada, porque, seguramente, la feligresía en sus confesiones refiera todos los días la violencia, afectación y daños colaterales que la criminalidad provoca. Es por eso, que permanentemente el obispo Noriega Barceló alza la voz para exigir la necesidad más sentida para Zacatecas en años: paz y tranquilidad.

El problema es que no se ve por dónde la nueva gobernanza de David Monreal Ávila pueda lograr, ni acercarse a algunos resultados. Desde luego, el discurso oficial, estratégicamente, nos dice que las cosas van mejorando, que los delitos de alto impacto van a la baja y que, en Zacatecas las cosas están mejor. Vaya mentira más grande que el mundo. Por esta y otras razones, se enoja el obispo y la sociedad que se ha visto afectada, directa o indirectamente. El Estado está rebasado…

Ni inerme ni postrado

Los abrazos que a Zacatecas extienden la pandemia y la violencia continúan dañando el tejido social, acertada la expresión del obispo Sigifredo Noriega Barceló, los signos de la barbarie y de la muerte son cosa cotidiana en nuestros pueblos y ciudades. Para donde se quiera voltear, ahí está el virus maldito y la tragedia de la inseguridad y tal parece que la gente se acostumbra y aunque con miedo, se atreve a seguir en la responsabilidad del trabajo, de la función pública, del magisterio, en la comunicación, en la vida cultural y turística, en el ejercicio de gobierno, y siempre a la espera de cualquier sorpresa de los comportamientos violentos que ya tienen rostros diversos y que atacan con irracionalidad y deshumanizados, sin sentido.

Los escenarios de violencia reproducen una fatal incertidumbre que se abre con miedos e intimidación, para solo exhibir las condiciones de impotencia e incapacidad para encararlos. No hay respeto a la vida humana, ni de las mujeres, los niños, las familias, ahora los atentados se dirigen a la autoridad, policías preventivos, de vialidad, estatales, de la Guardia Nacional o del Ejército, también son víctimas de la tragedia y, cuando así sucede la población no tiene menos que pensar, si eso pasa contra el gobierno, ¿qué puede esperar la sociedad? Escenarios de inestabilidad, de permanente peligrosidad, de riesgo cotidiano, de azoro, angustia, que nos dejan inermes ante la sangre que corre y las vidas que se van.

Históricamente Zacatecas ha trascendido porque "todo lo vence con trabajo", porque se trata de "un pueblo indómito como el gran Tenamaxtle caxcán" y por eso y ante la cotidiana tragedia que nos agobia y despedaza como sociedad, imposible e inconcebible mostrarnos inermes como un pueblo sin armas, indefenso e impotente, las generaciones de hoy y del futuro no perdonarán que nos mostremos débiles, frágiles, doblados y vencidos ante las crisis. Se insiste, con la fuerza de la unidad, con la potencialidad del gran colectivo político y social que mucho se ostenta, se tienen que acumular todas las energías, para que juntos, con creatividad, imaginación, mucha determinación y más contundencia, revertir el avance de la violencia, el asedio de la pandemia y la demoledora crisis económica y penuria presupuestaria. Pero ya, es ahora, la gente desespera, se inconforma, reclama, exige llegar pronto a la paz y tranquilidad.