/ domingo 25 de febrero de 2024

Escenarios / Qué pasa con Aguascalientes-Zacatecas

Por siglos la historia ha abrazado conjuntamente a Zacatecas y Aguascalientes, desde la leyenda del beso hasta nuestros días se han sucedido etapas entre los pueblos y comunidades colindantes de ambos estados, que han reflejado esfuerzos de integración económica, social y cultural, un auténtico desarrollo regional que se siente o se palpa vigente aún en éstos días amenazados por la crisis de violencia e inseguridad que atrapa y genera resistencias, obstáculos, contradicciones y hasta sinrazones que buscan e intentan separar, dividir y confrontar.

Las relaciones entre zacatecanos e hidrocálidos siempre se han caracterizado como progresistas y profundamente respetuosas en sus diferencias y contrastes, es cotidiano ver el peregrinar de cientos de zacatecanos que transitan hacia Aguascalientes para aprovechar los grandes y diversos escenarios comerciales e incluso a distracciones ante un crecimiento urbano y económico que sorprende e impresiona; aquí es notable observar cómo circulan cientos de innovadores emprendedores, jóvenes empresarios que enraízan franquicias y construyen negocios cada día más florecientes y que constituyen verdaderas lecciones de iniciativa y creatividad.

Nos parece pues, que hay entre los dos pueblos reconocimiento de la dignidad de las comunidades y sus familias que tienen aprecio por el desarrollo histórico de cada una de las entidades, hay una muy clara valoración de identidad y cultura que se intercambian positivamente y que las marcadas tendencias políticas e ideológicas no pueden borrar ni destruir; allá un gobierno panista que resalta un constante desafío en su interminable modernidad y movilidad económica, industrial y cultural; acá un gobierno morenista estirado por la cuarta transformación que busca acceder al bienestar a través de una estrategia de pacificación que pronto debe abrir cauces al crecimiento y consolidación de acelerado progreso; hay pues una abismal diferencia política que en ningún momento atenta contra la convivencia o coexistencia entre los pueblos, cada uno en modelos distintos pero respetables, imposible considerar que sean intereses contradictorios, al contrario, son valores que destacan cada uno en sus niveles, la firme convicción por alcanzar la normalidad democrática y cultural.

Integración económica y cultural

Dicho de otro modo, en éstas condiciones, circunstancias y realidades distintas y bajo un panorama social que es de cordialidad y cotidiano acercamiento económico, social y cultural, resulta inconcebible que broten comportamientos de confrontación y hasta de descalificación entre gobernantes que solo van a edificar resistencias a los cambios que cada estado promueve; de pronto y aunque no sorprende ni extraña a la gente de allá en Aguascalientes y de aquí en Zacatecas, la gobernadora María Teresa Jiménez Esquivel y el gobernador David Monreal Ávila, entraron en un diferendo que desgasta y confunde a las clases políticas que ostentan discrepancias, pero que a las sociedades, municipios, comunidades y familias no les afecta ni lesiona en su convicción propia de convivir con fuerza progresista e identidad histórica.

El argumento esencial que resalta en estas diferencias entre gobiernos, es la violencia e inseguridad que en Zacatecas gradualmente cede con cifras y datos que no son otros que el descenso de los homicidios dolosos y, la irrupción allá en Aguascalientes de eventos violentos de gran impacto que hacen reflejar un escenario de inestabilidad que contrasta con su vigorosa etapa de desarrollo económico, industrial y comercial; por eso, es inexplicable y hasta reprochable que entre los gobernantes se intercambien pronunciamientos que exhiben degradación de la vecindad que siempre ha sido calurosa, afectiva, respetuosa y testimonio de verdadera e innegable integración regional.

Inútiles declaraciones ¿Para qué?

Que Tere Jiménez declare que en Zacatecas "no hay una buena impartición de justicia" y que aquí, o sea allá en Aguascalientes "el que la hace la paga", como insinuando que aquí no, que hay impunidad, son expresiones inaceptables, como también se rechaza con desacuerdos que David Monreal Ávila responda y asuma la defensa de esta tierra, al señalar que la seguridad "ya se les descompuso en Aguascalientes, que está entre las cinco entidades donde más creció el homicidio, el secuestro....", un intercambio de versiones inútil como estéril que no ha sido bien recibido y sí mal comentado entre las comunidades de Loreto y Villa García de Zacatecas, con Jesús María, Pabellón de Arteaga y Tepezalá de Aguascalientes, o en Luis Moya y Ojocaliente con Cosío y Rincón de Romos o por la región de Nochistlán y Apulco, los pueblos integrados económica, socialmente e históricamente identificados.

Estas expresiones entre gobernantes son ingredientes que no deben contaminar el escenario electoral, de por sí, ya crispado desde lo nacional, que no deben acelerar los amenazantes flagelos de violencia e inseguridad, que estancan el desarrollo y reproducen ambientes de miedo e incertidumbre; el factor fundamental entre los dos estados, ha de ser el trabajo que todo lo vence y el desarrollo regional que derrumba diferencias geográficas y que debe cancelar diferendos políticos, porque se trata de pueblos y ciudades hermanas, entre los que dominan el respeto y la convivencia plural e ideológica.

En resumidas cuentas, a nadie conviene que la guerra de declaraciones que han emprendido tanto, Tere Jiménez como David Monreal. Llevar a la arena política pública las notorias diferencias de cómo se está atendiendo el tema de la inseguridad en Aguascalientes y Zacatecas no tiene sentido, en todo caso, lo verdaderamente importante, es que ambos gobiernos protejan a sus sociedades que, al final del día, es la misma. Lo mejor, es combatir al crimen organizado con estrategias claras y cuidar la integridad de los ciudadanos.

Nos leemos la próxima semana.

Por siglos la historia ha abrazado conjuntamente a Zacatecas y Aguascalientes, desde la leyenda del beso hasta nuestros días se han sucedido etapas entre los pueblos y comunidades colindantes de ambos estados, que han reflejado esfuerzos de integración económica, social y cultural, un auténtico desarrollo regional que se siente o se palpa vigente aún en éstos días amenazados por la crisis de violencia e inseguridad que atrapa y genera resistencias, obstáculos, contradicciones y hasta sinrazones que buscan e intentan separar, dividir y confrontar.

Las relaciones entre zacatecanos e hidrocálidos siempre se han caracterizado como progresistas y profundamente respetuosas en sus diferencias y contrastes, es cotidiano ver el peregrinar de cientos de zacatecanos que transitan hacia Aguascalientes para aprovechar los grandes y diversos escenarios comerciales e incluso a distracciones ante un crecimiento urbano y económico que sorprende e impresiona; aquí es notable observar cómo circulan cientos de innovadores emprendedores, jóvenes empresarios que enraízan franquicias y construyen negocios cada día más florecientes y que constituyen verdaderas lecciones de iniciativa y creatividad.

Nos parece pues, que hay entre los dos pueblos reconocimiento de la dignidad de las comunidades y sus familias que tienen aprecio por el desarrollo histórico de cada una de las entidades, hay una muy clara valoración de identidad y cultura que se intercambian positivamente y que las marcadas tendencias políticas e ideológicas no pueden borrar ni destruir; allá un gobierno panista que resalta un constante desafío en su interminable modernidad y movilidad económica, industrial y cultural; acá un gobierno morenista estirado por la cuarta transformación que busca acceder al bienestar a través de una estrategia de pacificación que pronto debe abrir cauces al crecimiento y consolidación de acelerado progreso; hay pues una abismal diferencia política que en ningún momento atenta contra la convivencia o coexistencia entre los pueblos, cada uno en modelos distintos pero respetables, imposible considerar que sean intereses contradictorios, al contrario, son valores que destacan cada uno en sus niveles, la firme convicción por alcanzar la normalidad democrática y cultural.

Integración económica y cultural

Dicho de otro modo, en éstas condiciones, circunstancias y realidades distintas y bajo un panorama social que es de cordialidad y cotidiano acercamiento económico, social y cultural, resulta inconcebible que broten comportamientos de confrontación y hasta de descalificación entre gobernantes que solo van a edificar resistencias a los cambios que cada estado promueve; de pronto y aunque no sorprende ni extraña a la gente de allá en Aguascalientes y de aquí en Zacatecas, la gobernadora María Teresa Jiménez Esquivel y el gobernador David Monreal Ávila, entraron en un diferendo que desgasta y confunde a las clases políticas que ostentan discrepancias, pero que a las sociedades, municipios, comunidades y familias no les afecta ni lesiona en su convicción propia de convivir con fuerza progresista e identidad histórica.

El argumento esencial que resalta en estas diferencias entre gobiernos, es la violencia e inseguridad que en Zacatecas gradualmente cede con cifras y datos que no son otros que el descenso de los homicidios dolosos y, la irrupción allá en Aguascalientes de eventos violentos de gran impacto que hacen reflejar un escenario de inestabilidad que contrasta con su vigorosa etapa de desarrollo económico, industrial y comercial; por eso, es inexplicable y hasta reprochable que entre los gobernantes se intercambien pronunciamientos que exhiben degradación de la vecindad que siempre ha sido calurosa, afectiva, respetuosa y testimonio de verdadera e innegable integración regional.

Inútiles declaraciones ¿Para qué?

Que Tere Jiménez declare que en Zacatecas "no hay una buena impartición de justicia" y que aquí, o sea allá en Aguascalientes "el que la hace la paga", como insinuando que aquí no, que hay impunidad, son expresiones inaceptables, como también se rechaza con desacuerdos que David Monreal Ávila responda y asuma la defensa de esta tierra, al señalar que la seguridad "ya se les descompuso en Aguascalientes, que está entre las cinco entidades donde más creció el homicidio, el secuestro....", un intercambio de versiones inútil como estéril que no ha sido bien recibido y sí mal comentado entre las comunidades de Loreto y Villa García de Zacatecas, con Jesús María, Pabellón de Arteaga y Tepezalá de Aguascalientes, o en Luis Moya y Ojocaliente con Cosío y Rincón de Romos o por la región de Nochistlán y Apulco, los pueblos integrados económica, socialmente e históricamente identificados.

Estas expresiones entre gobernantes son ingredientes que no deben contaminar el escenario electoral, de por sí, ya crispado desde lo nacional, que no deben acelerar los amenazantes flagelos de violencia e inseguridad, que estancan el desarrollo y reproducen ambientes de miedo e incertidumbre; el factor fundamental entre los dos estados, ha de ser el trabajo que todo lo vence y el desarrollo regional que derrumba diferencias geográficas y que debe cancelar diferendos políticos, porque se trata de pueblos y ciudades hermanas, entre los que dominan el respeto y la convivencia plural e ideológica.

En resumidas cuentas, a nadie conviene que la guerra de declaraciones que han emprendido tanto, Tere Jiménez como David Monreal. Llevar a la arena política pública las notorias diferencias de cómo se está atendiendo el tema de la inseguridad en Aguascalientes y Zacatecas no tiene sentido, en todo caso, lo verdaderamente importante, es que ambos gobiernos protejan a sus sociedades que, al final del día, es la misma. Lo mejor, es combatir al crimen organizado con estrategias claras y cuidar la integridad de los ciudadanos.

Nos leemos la próxima semana.