/ martes 7 de noviembre de 2023

Justa renovación

En el sistema de justicia de cualquier entidad, la figura del Fiscal representa uno de los pilares fundamentales para garantizar el imperio de la ley, la protección a los derechos, la persecución de los delitos y la búsqueda incansable de la verdad en la administración de justicia. Su papel es de tal relevancia, que sobre sus hombros recae la responsabilidad de mantener la integridad y confianza en el sistema legal. Sin embargo, por la naturaleza de su trabajo, suelen estar involucrados en casos de alto perfil que atraen una gran atención mediática. Eso los hace más susceptibles a la crítica pública, pues sus acciones y decisiones se analizan por la sociedad, colocándolos en situaciones que vuelven que cualquier error o controversia se amplifique y pueda llevar a una percepción negativa de su desempeño.

La reciente renuncia del Fiscal del Estado de Zacatecas, tras varios años en el cargo, ha suscitado una serie de reflexiones en torno a la importancia en la renovación de puestos clave de la administración pública. Durante su mandato, el ahora exfiscal enfrentó múltiples críticas y cuestionamientos constantes por parte de la sociedad, quienes clamaban por el cambio que finalmente ha llegado. Este asunto refleja un problema que no es exclusivo para nuestra entidad, sino que se repite a lo largo y ancho del país; a menudo se piensa que la permanencia prolongada de un fiscal en su cargo puede conducir a la complacencia, la falta de rendición de cuentas y, por supuesto, a la sensación de impunidad. Lo anterior, a su vez, puede erosionar la credibilidad en las autoridades y socavar el Estado de Derecho que se supone deben proteger.

Indiscutiblemente, el puesto que ocupa un fiscal, pocas personas pueden ostentarlo. Se trata de una posición que implica, forzosamente, alta capacidad por el nivel de responsabilidad de la misma. En la mayoría de los casos, de sus acciones deriva la reputación de la institución, así como el impacto – positivo o negativo – que puedan tener en la vida de las personas: como representantes de la sociedad, deben comprender y reflejar los valores y las expectativas de la sociedad a la que sirven. Ello requiere habilidades de comunicación, empatía y una comprensión profunda de los problemas que afectan a la comunidad.La renuncia del fiscal de Zacatecas es un claro ejemplo de cómo la voz de la sociedad puede tener un impacto directo en la mejora de las instituciones. Los ciudadanos tienen el derecho y la responsabilidad de exigir cuentas a sus funcionarios y de presionar por la renovación en aquellos puestos donde se evidencie un estancamiento o ineficacia. La democracia implica la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones y la vigilancia de la gestión pública.

En el sistema de justicia de cualquier entidad, la figura del Fiscal representa uno de los pilares fundamentales para garantizar el imperio de la ley, la protección a los derechos, la persecución de los delitos y la búsqueda incansable de la verdad en la administración de justicia. Su papel es de tal relevancia, que sobre sus hombros recae la responsabilidad de mantener la integridad y confianza en el sistema legal. Sin embargo, por la naturaleza de su trabajo, suelen estar involucrados en casos de alto perfil que atraen una gran atención mediática. Eso los hace más susceptibles a la crítica pública, pues sus acciones y decisiones se analizan por la sociedad, colocándolos en situaciones que vuelven que cualquier error o controversia se amplifique y pueda llevar a una percepción negativa de su desempeño.

La reciente renuncia del Fiscal del Estado de Zacatecas, tras varios años en el cargo, ha suscitado una serie de reflexiones en torno a la importancia en la renovación de puestos clave de la administración pública. Durante su mandato, el ahora exfiscal enfrentó múltiples críticas y cuestionamientos constantes por parte de la sociedad, quienes clamaban por el cambio que finalmente ha llegado. Este asunto refleja un problema que no es exclusivo para nuestra entidad, sino que se repite a lo largo y ancho del país; a menudo se piensa que la permanencia prolongada de un fiscal en su cargo puede conducir a la complacencia, la falta de rendición de cuentas y, por supuesto, a la sensación de impunidad. Lo anterior, a su vez, puede erosionar la credibilidad en las autoridades y socavar el Estado de Derecho que se supone deben proteger.

Indiscutiblemente, el puesto que ocupa un fiscal, pocas personas pueden ostentarlo. Se trata de una posición que implica, forzosamente, alta capacidad por el nivel de responsabilidad de la misma. En la mayoría de los casos, de sus acciones deriva la reputación de la institución, así como el impacto – positivo o negativo – que puedan tener en la vida de las personas: como representantes de la sociedad, deben comprender y reflejar los valores y las expectativas de la sociedad a la que sirven. Ello requiere habilidades de comunicación, empatía y una comprensión profunda de los problemas que afectan a la comunidad.La renuncia del fiscal de Zacatecas es un claro ejemplo de cómo la voz de la sociedad puede tener un impacto directo en la mejora de las instituciones. Los ciudadanos tienen el derecho y la responsabilidad de exigir cuentas a sus funcionarios y de presionar por la renovación en aquellos puestos donde se evidencie un estancamiento o ineficacia. La democracia implica la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones y la vigilancia de la gestión pública.