/ domingo 3 de noviembre de 2019

Las buenas costumbres

En Zacatecas de acuerdo con la estadística oficial dada a conocer recientemente por el INEGI, existen poco más de cien mil jóvenes que no estudian o trabajan, cifras que representan un verdadero reto para las instituciones, ya que esta cantidad representa casi el ocho por ciento del total de la población que habitamos esta entidad federativa.

Ante tal panorama, los compromisos del Sistema Educativo son grandes, pero la escuela nunca podrá sustituir la educación no formal de la casa y de la familia, y además, nunca podrá tener en su entorno, el esquema que sólo la educación de los valores otorga. Y esa sólo se obtiene en casa.

La casa es la primera escuela y los padres los primeros maestros de ese código valoral del cual es muy difícil desprenderse. La escuela sólo es una extensión de los principios y modos de ser positivos, ya que la familia inculca valores, la escuela los consolida y se desarrollan en el medio social.

Todas estas consideraciones sirven para analizar algunas propuestas de pensadores liberales del siglo XIX que ya desde entonces ponían énfasis en la eliminación de las prácticas tradicionales y de abordar un quehacer educativo moderno, que supone que el alumno asume un desarrollo basado en su época y su entorno.

J.J. Rousseau sostiene que “el hombre nace bueno (pero) la sociedad lo corrompe o le preserva su bondad””; baste leer “Emilio o la educación”, en el cual se encuentra la receta para formar, canalizar y fortalecer la voluntad y, con ello, la capacidad de elegir lo que es más conveniente a nuestra vida, particularmente en un joven.

El propio Sigmound Freud sustenta que “el ser humano es un perverso polimorfo”, por lo que sostiene que a todo ser humano, la escuela debe aportarle los recursos para acatar y aplicar normas básicas de conducta y, así, adquiera autorregulación, autonomía y principios universales elementales, tendientes a superar posibles conductas inadecuadas y una verdadera continuidad escolar y de formación.

Por todo ello, hoy, no cabe duda que para evitar el crecimiento de los jóvenes que dependen del Gobierno, el Sistema Educativo debe involucrar al hogar como incubadora de la formación de los niños y jóvenes, particularmente en los valores, y a los padres de los propios estudiantes, como iniciadores del proceso.

Hay que entender que la escuela no puede hacer milagros para eliminar las malas actitudes de los muchachos, y como consecuencia, su falta de espíritu para no desertar de la institución educativa. Ese es el reto. No creo que Zacatecas lo pueda alcanzar.

Lamentablemente las condiciones de la autoridad educativa hoy en la entidad, distan mucho de ser honestas y honorables. Así no se puede.

En Zacatecas de acuerdo con la estadística oficial dada a conocer recientemente por el INEGI, existen poco más de cien mil jóvenes que no estudian o trabajan, cifras que representan un verdadero reto para las instituciones, ya que esta cantidad representa casi el ocho por ciento del total de la población que habitamos esta entidad federativa.

Ante tal panorama, los compromisos del Sistema Educativo son grandes, pero la escuela nunca podrá sustituir la educación no formal de la casa y de la familia, y además, nunca podrá tener en su entorno, el esquema que sólo la educación de los valores otorga. Y esa sólo se obtiene en casa.

La casa es la primera escuela y los padres los primeros maestros de ese código valoral del cual es muy difícil desprenderse. La escuela sólo es una extensión de los principios y modos de ser positivos, ya que la familia inculca valores, la escuela los consolida y se desarrollan en el medio social.

Todas estas consideraciones sirven para analizar algunas propuestas de pensadores liberales del siglo XIX que ya desde entonces ponían énfasis en la eliminación de las prácticas tradicionales y de abordar un quehacer educativo moderno, que supone que el alumno asume un desarrollo basado en su época y su entorno.

J.J. Rousseau sostiene que “el hombre nace bueno (pero) la sociedad lo corrompe o le preserva su bondad””; baste leer “Emilio o la educación”, en el cual se encuentra la receta para formar, canalizar y fortalecer la voluntad y, con ello, la capacidad de elegir lo que es más conveniente a nuestra vida, particularmente en un joven.

El propio Sigmound Freud sustenta que “el ser humano es un perverso polimorfo”, por lo que sostiene que a todo ser humano, la escuela debe aportarle los recursos para acatar y aplicar normas básicas de conducta y, así, adquiera autorregulación, autonomía y principios universales elementales, tendientes a superar posibles conductas inadecuadas y una verdadera continuidad escolar y de formación.

Por todo ello, hoy, no cabe duda que para evitar el crecimiento de los jóvenes que dependen del Gobierno, el Sistema Educativo debe involucrar al hogar como incubadora de la formación de los niños y jóvenes, particularmente en los valores, y a los padres de los propios estudiantes, como iniciadores del proceso.

Hay que entender que la escuela no puede hacer milagros para eliminar las malas actitudes de los muchachos, y como consecuencia, su falta de espíritu para no desertar de la institución educativa. Ese es el reto. No creo que Zacatecas lo pueda alcanzar.

Lamentablemente las condiciones de la autoridad educativa hoy en la entidad, distan mucho de ser honestas y honorables. Así no se puede.