/ martes 15 de septiembre de 2020

 Miguel Hidalgo y el estandarte de la Virgen de Guadalupe

Un tema que no puede se puede dejar de lado por el contexto histórico en torno a las fiestas patrias, a propósito del cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, un elemento importante que aglutina el sentimiento de una nación como México; como lo fue el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Todo se remonta a la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando el sacerdote y padre de la patria tuvo la ocurrencia de tomar un cuadro de caballete con la imagen de la Virgen de Guadalupe para convocar al pueblo a la insurrección.

En el Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec” se encuentra esta importante pieza sobre los albores de la independencia, el estandarte es una pintura al óleo con la imagen de la guadalupana, cuya cedula anotada fue “El Estandarte de la Virgen de Guadalupe”, enarbolado por Miguel Hidalgo en la iglesia de Atotonilco actual estado de Guanajuato.

Este óleo de la Virgen de Guadalupe considerado la imagen enarbolada por Miguel Hidalgo en su arenga contra el mal gobierno, corresponde a una pintura hecha por el pintor facultativo de la Academia de San Carlos, Andrés López en 1805. Se cuenta que éste y otros cuadros al óleo de la Guadalupana, se consideraban “tocados” en virtud de que dicho artista tuvo entre sus manos el famoso ayate de la Virgen del Tepeyac.

Con el paso del tiempo, el estandarte fue una pieza motivo de análisis para historiadores y pintores entre ellos Lucas Alamán y José María Velasco. De la suerte de esta pieza quedó asentado mediante oficio fechado a 7 de diciembre de 1810 que: “Es el estandarte de los rebeldes, que se reduce a un cuadro al óleo de la Virgen de Guadalupe con las expresiones favoritas de la insurrección. Este cuadro ha sido arrancado de un marco, según manifiesta por sus extremos. Se dice al respecto bandera de los insurgentes”. El virrey dispuso que la imagen se colocara en la parroquia de la Villa de Guadalupe, donde permaneció incluso después de consumada la independencia.

Años después concretamente en 1853 el presidente Antonio López de Santa Anna, mandó que el lienzo se llevara al salón de la Cámara de Diputados, pero el 12 de diciembre de ese año lo reintegro a la Villa para que se restaurase, se fijara en una tela más grande y se le pusiera marco. Actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Historia de México. Con información de la página del Gobierno de México, del INAH, a propósito de las fiestas patrias hoy serán diferentes por la situación que actualmente padecemos ante la presencia del Covid-19. (Este artículo también fue publicado en la edición mensual del mes de septiembre del Sembrando, órgano de formación e información católica número 316)



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Un tema que no puede se puede dejar de lado por el contexto histórico en torno a las fiestas patrias, a propósito del cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, un elemento importante que aglutina el sentimiento de una nación como México; como lo fue el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Todo se remonta a la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando el sacerdote y padre de la patria tuvo la ocurrencia de tomar un cuadro de caballete con la imagen de la Virgen de Guadalupe para convocar al pueblo a la insurrección.

En el Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec” se encuentra esta importante pieza sobre los albores de la independencia, el estandarte es una pintura al óleo con la imagen de la guadalupana, cuya cedula anotada fue “El Estandarte de la Virgen de Guadalupe”, enarbolado por Miguel Hidalgo en la iglesia de Atotonilco actual estado de Guanajuato.

Este óleo de la Virgen de Guadalupe considerado la imagen enarbolada por Miguel Hidalgo en su arenga contra el mal gobierno, corresponde a una pintura hecha por el pintor facultativo de la Academia de San Carlos, Andrés López en 1805. Se cuenta que éste y otros cuadros al óleo de la Guadalupana, se consideraban “tocados” en virtud de que dicho artista tuvo entre sus manos el famoso ayate de la Virgen del Tepeyac.

Con el paso del tiempo, el estandarte fue una pieza motivo de análisis para historiadores y pintores entre ellos Lucas Alamán y José María Velasco. De la suerte de esta pieza quedó asentado mediante oficio fechado a 7 de diciembre de 1810 que: “Es el estandarte de los rebeldes, que se reduce a un cuadro al óleo de la Virgen de Guadalupe con las expresiones favoritas de la insurrección. Este cuadro ha sido arrancado de un marco, según manifiesta por sus extremos. Se dice al respecto bandera de los insurgentes”. El virrey dispuso que la imagen se colocara en la parroquia de la Villa de Guadalupe, donde permaneció incluso después de consumada la independencia.

Años después concretamente en 1853 el presidente Antonio López de Santa Anna, mandó que el lienzo se llevara al salón de la Cámara de Diputados, pero el 12 de diciembre de ese año lo reintegro a la Villa para que se restaurase, se fijara en una tela más grande y se le pusiera marco. Actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Historia de México. Con información de la página del Gobierno de México, del INAH, a propósito de las fiestas patrias hoy serán diferentes por la situación que actualmente padecemos ante la presencia del Covid-19. (Este artículo también fue publicado en la edición mensual del mes de septiembre del Sembrando, órgano de formación e información católica número 316)



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