/ lunes 8 de agosto de 2022

Crónica del poder │ Autocrítica y honestidad exige la sociedad

Justamente en un mes, el 8 de septiembre se cumple un año de la nueva gobernanza y el jefe del ejecutivo, David Monreal Ávila deberá rendir el primer informe de gobierno, un momento constitucional en el que tendrá que responder a sus propias preguntas y a las de la sociedad, sobre todo a quienes lo eligieron y centrar sus expresiones en las crisis que aún permanecen sin solución y que continúan castigado a la gran mayoría de los zacatecanos.

Hoy se abre una etapa, no solo de consolidación documental sobre todos los aspectos de la función pública y el ejercicio del poder, sino también de reflexión, razonamientos, y autocrítica, porque es muy necesario observar el entorno, hacia todos los horizontes y rincones del estado, para ver donde todavía hay ausencia de cumplimiento de los ideales colectivos y objetivos programáticos trazados desde el primer día para alcanzar el bienestar familiar, de las comunidades y de los individuos. Y la verdad es que la gente no atisba una construcción racional de los cambios y transformaciones, aunque claro, es el primer año del sexenio, pero también es cierto, que Zacatecas ya no tiene tiempo que perder.

Después del fracaso histórico del perredismo de Ricardo Monreal y de Amalia García, y de los desastres económicos de Miguel Alonso y Alejandro Tello, últimos gobernantes priistas, aunque sea necesario reconocer aciertos y obras memorables de esos sistemas políticos que desvanecen, la responsabilidad del actual régimen aumenta inmensidad, sobre todo frente a los problemas de justicia social, la pandemia, el retroceso económico, el estancamiento del desarrollo y la gravedad de la violencia e inseguridad, porque lamentarse de los efectos del pasado será inútil si no se plantean soluciones y si no se edifican resultados que disminuyan o aminoren las herencias que los últimos cuatro sexenios han dejado como testimonios de ineptitud e incapacidad para apuntalar crecimiento y reproducir bienestar.

Estos 30 días previos al informe gubernamental y al cumplimiento del primer año del segundo sexenio monrealista, tienen que ser de honesta evaluación, de firme valoración acerca del equipo, sobre quiénes han cumplido y quiénes han fallado, de ellas quienes decepcionan por sus escasos resultados y de ellos, quienes proceden con pasión en el servicio y quienes han traicionado la lealtad que les fue otorgada, y extirpar o hacer a un lado a quien hace daño y perjudica. Ponderar cómo han avanzado las propuestas, si se ha conformado la comunión social para que juntos sociedad y gobierno, los sectores productivos y las instituciones federales, estatales y municipales, se hayan entregado plenamente a la coordinación y no hayan abdicado en sus responsabilidades y compromisos.

No se tienen que esperar ni contemplar que sobrevengan los aplausos, las ovaciones, alabanzas, adulaciones o los falsos y simulados elogios de quiénes practican la lealtad ciega y acrítica, la única certeza que se debe construir para esperar la recuperación de confianza y credibilidad en la sociedad, tiene que proceder de la claridad, la veracidad, la objetividad, del análisis responsable, de la autocrítica serena y prudente, el ataque frontal y con firmeza ante las percepciones y realidades, porque para éstos momentos críticos y desafiantes, ya no caben ni autoelogios ni las caravanas de simulación, Zacatecas urge por efectivos resultados ante la emergencia social.

Justamente en un mes, el 8 de septiembre se cumple un año de la nueva gobernanza y el jefe del ejecutivo, David Monreal Ávila deberá rendir el primer informe de gobierno, un momento constitucional en el que tendrá que responder a sus propias preguntas y a las de la sociedad, sobre todo a quienes lo eligieron y centrar sus expresiones en las crisis que aún permanecen sin solución y que continúan castigado a la gran mayoría de los zacatecanos.

Hoy se abre una etapa, no solo de consolidación documental sobre todos los aspectos de la función pública y el ejercicio del poder, sino también de reflexión, razonamientos, y autocrítica, porque es muy necesario observar el entorno, hacia todos los horizontes y rincones del estado, para ver donde todavía hay ausencia de cumplimiento de los ideales colectivos y objetivos programáticos trazados desde el primer día para alcanzar el bienestar familiar, de las comunidades y de los individuos. Y la verdad es que la gente no atisba una construcción racional de los cambios y transformaciones, aunque claro, es el primer año del sexenio, pero también es cierto, que Zacatecas ya no tiene tiempo que perder.

Después del fracaso histórico del perredismo de Ricardo Monreal y de Amalia García, y de los desastres económicos de Miguel Alonso y Alejandro Tello, últimos gobernantes priistas, aunque sea necesario reconocer aciertos y obras memorables de esos sistemas políticos que desvanecen, la responsabilidad del actual régimen aumenta inmensidad, sobre todo frente a los problemas de justicia social, la pandemia, el retroceso económico, el estancamiento del desarrollo y la gravedad de la violencia e inseguridad, porque lamentarse de los efectos del pasado será inútil si no se plantean soluciones y si no se edifican resultados que disminuyan o aminoren las herencias que los últimos cuatro sexenios han dejado como testimonios de ineptitud e incapacidad para apuntalar crecimiento y reproducir bienestar.

Estos 30 días previos al informe gubernamental y al cumplimiento del primer año del segundo sexenio monrealista, tienen que ser de honesta evaluación, de firme valoración acerca del equipo, sobre quiénes han cumplido y quiénes han fallado, de ellas quienes decepcionan por sus escasos resultados y de ellos, quienes proceden con pasión en el servicio y quienes han traicionado la lealtad que les fue otorgada, y extirpar o hacer a un lado a quien hace daño y perjudica. Ponderar cómo han avanzado las propuestas, si se ha conformado la comunión social para que juntos sociedad y gobierno, los sectores productivos y las instituciones federales, estatales y municipales, se hayan entregado plenamente a la coordinación y no hayan abdicado en sus responsabilidades y compromisos.

No se tienen que esperar ni contemplar que sobrevengan los aplausos, las ovaciones, alabanzas, adulaciones o los falsos y simulados elogios de quiénes practican la lealtad ciega y acrítica, la única certeza que se debe construir para esperar la recuperación de confianza y credibilidad en la sociedad, tiene que proceder de la claridad, la veracidad, la objetividad, del análisis responsable, de la autocrítica serena y prudente, el ataque frontal y con firmeza ante las percepciones y realidades, porque para éstos momentos críticos y desafiantes, ya no caben ni autoelogios ni las caravanas de simulación, Zacatecas urge por efectivos resultados ante la emergencia social.