/ jueves 26 de noviembre de 2020

Crónica del poder │ Ciudadanos urgen a votar mejores candidatos

En este nuevo régimen la transformación como conducta política implica no solo a la ciudadanía y la sociedad, sino a la clase política, los liderazgos y sus gobernantes, y la urgencia sobre éstos horizontes de la vida política que suponemos democráticos, es la selección de gobernadores, presidentes municipales y legisladores, que sean producto no por las inercias o de entre las élites de la lealtad ciega, y mucho menos, otra vez sacados de la mediocridad, improvisación o de los compromisos nepóticos y de los oscuros intereses económicos o de poder que son formas de corrupción política, un algo muy esencial contra lo que se combate para desterrar y cancelar definitivamente.

Ya resultan una traición e insensatez perpetuar esas prácticas por todos condenadas pero siempre toleradas. La apasionada devoción por el presidente López Obrador no debe producir ni reproducir esos perfiles agachones, sumisos y carentes de dignidad, que a todo le tienen que decir que sí. Claro que esto va dirigido a las fuerzas morenistas y sus aliados. Pero la percepción entre las militancias y simpatizantes de los partidos y organizaciones políticas, es que la imposición a ultranza, sea desde el Presidente, los Gobernadores, dirigentes de partido o líderes grupales económicos y de poder político, ha sido una estrategia fallida y una gran decepción para la sociedad, los gobernados, los representados y para los propios estados, municipios y la Nación.

Es más, por esas decisiones es que hay condiciones de repudio y rechazo hacia diputados, senadores y gobernantes, porque los cambios y transformaciones solo han sido al contento del mandatario idolatrado, ejercicios de gobierno muy alejados del consenso y de los acuerdos que han de imperar en la pluralidad.

En este sentido, transcurre el proceso electoral 2021 en su fase preelectoral, hacia la nominación y postulación de los candidatos a gobernador, diputados federales, diputados locales, presidentes municipales, hasta regidores y síndicos, y en el caso de Morena, el partido en el poder, el dirigente nacional Mario Delgado, ha trazado un criterio muy encontrado ante su militancia y representados, al convocar a sus colegas diputados y correligionarios, a reelegirse "porque han hecho un buen trabajo, han demostrado lealtad a la Cuarta Transformación y al Presidente." O sea, aquí no promueve la transformación, sino que su estéril evaluación invita a más de lo mismo, a que sean los mismos, a los que les ha funcionado la zalamería, los que seguirán encarnando la voluntad popular y reanimados de beligerancia contra los adversarios "conservadores y neoliberales" y también contra los comunicadores y periodistas que tienen el valor de criticar y cuestionar.

Las elecciones del 6 de junio

Serán la maravillosa oportunidad de los ciudadanos para elegir a mejores gobernadores, visionarios alcaldes y más valiosos e inteligentes legisladores, sean diputados federales o locales. La decepción hoy es grande, en las cámaras no han sido capaces de una inteligente discusión, ni del debate respetuoso y propositivo; han votado propuestas e iniciativas para más concentrar los recursos presupuestales, que son de todos y que han de distribuirse con equidad y justicia para los estados y municipios. Por esa mediocridad que exhiben, los grandes problemas nacionales y estatales se han agigantado, la pandemia, inseguridad, crisis económica, ni siquiera han logrado equilibrios. Por eso, las urnas del 6 de junio, nuevamente son la esperanza del cambio.


En este nuevo régimen la transformación como conducta política implica no solo a la ciudadanía y la sociedad, sino a la clase política, los liderazgos y sus gobernantes, y la urgencia sobre éstos horizontes de la vida política que suponemos democráticos, es la selección de gobernadores, presidentes municipales y legisladores, que sean producto no por las inercias o de entre las élites de la lealtad ciega, y mucho menos, otra vez sacados de la mediocridad, improvisación o de los compromisos nepóticos y de los oscuros intereses económicos o de poder que son formas de corrupción política, un algo muy esencial contra lo que se combate para desterrar y cancelar definitivamente.

Ya resultan una traición e insensatez perpetuar esas prácticas por todos condenadas pero siempre toleradas. La apasionada devoción por el presidente López Obrador no debe producir ni reproducir esos perfiles agachones, sumisos y carentes de dignidad, que a todo le tienen que decir que sí. Claro que esto va dirigido a las fuerzas morenistas y sus aliados. Pero la percepción entre las militancias y simpatizantes de los partidos y organizaciones políticas, es que la imposición a ultranza, sea desde el Presidente, los Gobernadores, dirigentes de partido o líderes grupales económicos y de poder político, ha sido una estrategia fallida y una gran decepción para la sociedad, los gobernados, los representados y para los propios estados, municipios y la Nación.

Es más, por esas decisiones es que hay condiciones de repudio y rechazo hacia diputados, senadores y gobernantes, porque los cambios y transformaciones solo han sido al contento del mandatario idolatrado, ejercicios de gobierno muy alejados del consenso y de los acuerdos que han de imperar en la pluralidad.

En este sentido, transcurre el proceso electoral 2021 en su fase preelectoral, hacia la nominación y postulación de los candidatos a gobernador, diputados federales, diputados locales, presidentes municipales, hasta regidores y síndicos, y en el caso de Morena, el partido en el poder, el dirigente nacional Mario Delgado, ha trazado un criterio muy encontrado ante su militancia y representados, al convocar a sus colegas diputados y correligionarios, a reelegirse "porque han hecho un buen trabajo, han demostrado lealtad a la Cuarta Transformación y al Presidente." O sea, aquí no promueve la transformación, sino que su estéril evaluación invita a más de lo mismo, a que sean los mismos, a los que les ha funcionado la zalamería, los que seguirán encarnando la voluntad popular y reanimados de beligerancia contra los adversarios "conservadores y neoliberales" y también contra los comunicadores y periodistas que tienen el valor de criticar y cuestionar.

Las elecciones del 6 de junio

Serán la maravillosa oportunidad de los ciudadanos para elegir a mejores gobernadores, visionarios alcaldes y más valiosos e inteligentes legisladores, sean diputados federales o locales. La decepción hoy es grande, en las cámaras no han sido capaces de una inteligente discusión, ni del debate respetuoso y propositivo; han votado propuestas e iniciativas para más concentrar los recursos presupuestales, que son de todos y que han de distribuirse con equidad y justicia para los estados y municipios. Por esa mediocridad que exhiben, los grandes problemas nacionales y estatales se han agigantado, la pandemia, inseguridad, crisis económica, ni siquiera han logrado equilibrios. Por eso, las urnas del 6 de junio, nuevamente son la esperanza del cambio.