/ jueves 7 de enero de 2021

Crónica del poder │ Del amor al odio hay un paso

Luego de los discursos, expresiones y pronunciamientos la gente no acaba de entender y se confunde por la sospechosa sinceridad del Presidente Andrés Manuel López Obrador, porque en su mensaje de año nuevo a los mexicanos "nos pide querernos", un mensaje alentador y conciliador, pero al día siguiente continúa su arremetida contra todo lo que él no quiere y ataca, y descalifica a los partidos de la alianza opositora, a los organismos autónomos, a los gobiernos federalistas, y sigue con su muy especial forma de querer, como decía Ramón López Velarde, "odia con buena fe."

El Jefe de la Nación sorprende con sus contrastes, cuestiona a no pocos periodistas y hasta los exhibe y se burla de algunos, como lo hizo con López Dóriga, y de pronto decide impactar con la defensa del periodista australiano Julián Assange, pide a Inglaterra que lo liberen y hasta le ordena al Secretario Marcelo Ebrard, que inicie gestiones y trámites para que le sea ofrecido asilo en México, "porque es un periodista y merece una oportunidad, estoy a favor de que se le indulte, nosotros le damos protección." Así la sensibilidad presidencial y su reacción ante la injusticia que se comete en contra del creador de Wikileaks, un comportamiento que sin embargo, también se interpreta como estrategia mediática en medio de las presiones que recibe por la pandemia, la crisis económica y la creciente inseguridad.

Tiempos de calor humano, de manifestación de sentimientos y de mucha sensibilidad social, Don Arturo Saldívar, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, escribió a los miembros del Poder Judicial y lo extendió a la sociedad entera, "que no debemos dejar que nuestras diferencias se interpongan en el proceso de reconstrucción que el país requiere; no es tiempo de mezquindades, son de unidad, concordia y esperanza, apostemos por la paz, resaltemos lo que nos une y debatamos en libertad nuestras diferencias; escuchémonos unos a otros y dialoguemos con respeto, esperando que pronto podamos abrazarnos de nuevo." Se percibe autenticidad, sinceridad.

Resulta pues paradójico que broten contrasentidos y contradicciones que no aportan a la conciliación y que se alejan de las manifestaciones de optimismo y entusiasmo que López Obrador emitió en primer día de este 2021. Es el caso de Mario Delgado, el dirigente nacional de Morena, el partido del Presidente, que en lugar de construir diálogo con los aspirantes a gobernar estados y que protestan por "amañadas y cuchareadas encuestas", arremete contra ellos y cancela posibilidades de acercamientos y entendimientos para alcanzar la ansiada unidad, el fortalecimiento y cohesión partidista, como así ocurre con los morenistas vituperados Cruz Pérez, en Chihuahua; Amilcar Sandoval, en Guerrero; Claudia Yáñez, en Colima; Dulce María Silva, de Tlaxcala; Cristóbal Arias, de Michoacán y desde luego, José Narro Céspedes por Zacatecas. Conflictos que son reflejo de las torpezas que en la conducción de los procesos de selección de candidaturas a gobernador, Delgado ha cometido con actitudes y decisiones groseras, ofensivas y humillantes contra liderazgos y militancia.

Imponer disciplina con mano dura

Parece ser la consigna de Mario Delgado, actitudes que solo están produciendo y reproduciendo fracturas, fisuras, un desbarajuste que se aparta de la unidad que el líder López Obrador exige en su partido, que ya aparece vulnerable y con debilidades, un rumbo peligroso por equivocado y un escenario al que ya tiene que entrar Ricardo Monreal para tratar de moderar y conciliar.


Luego de los discursos, expresiones y pronunciamientos la gente no acaba de entender y se confunde por la sospechosa sinceridad del Presidente Andrés Manuel López Obrador, porque en su mensaje de año nuevo a los mexicanos "nos pide querernos", un mensaje alentador y conciliador, pero al día siguiente continúa su arremetida contra todo lo que él no quiere y ataca, y descalifica a los partidos de la alianza opositora, a los organismos autónomos, a los gobiernos federalistas, y sigue con su muy especial forma de querer, como decía Ramón López Velarde, "odia con buena fe."

El Jefe de la Nación sorprende con sus contrastes, cuestiona a no pocos periodistas y hasta los exhibe y se burla de algunos, como lo hizo con López Dóriga, y de pronto decide impactar con la defensa del periodista australiano Julián Assange, pide a Inglaterra que lo liberen y hasta le ordena al Secretario Marcelo Ebrard, que inicie gestiones y trámites para que le sea ofrecido asilo en México, "porque es un periodista y merece una oportunidad, estoy a favor de que se le indulte, nosotros le damos protección." Así la sensibilidad presidencial y su reacción ante la injusticia que se comete en contra del creador de Wikileaks, un comportamiento que sin embargo, también se interpreta como estrategia mediática en medio de las presiones que recibe por la pandemia, la crisis económica y la creciente inseguridad.

Tiempos de calor humano, de manifestación de sentimientos y de mucha sensibilidad social, Don Arturo Saldívar, el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, escribió a los miembros del Poder Judicial y lo extendió a la sociedad entera, "que no debemos dejar que nuestras diferencias se interpongan en el proceso de reconstrucción que el país requiere; no es tiempo de mezquindades, son de unidad, concordia y esperanza, apostemos por la paz, resaltemos lo que nos une y debatamos en libertad nuestras diferencias; escuchémonos unos a otros y dialoguemos con respeto, esperando que pronto podamos abrazarnos de nuevo." Se percibe autenticidad, sinceridad.

Resulta pues paradójico que broten contrasentidos y contradicciones que no aportan a la conciliación y que se alejan de las manifestaciones de optimismo y entusiasmo que López Obrador emitió en primer día de este 2021. Es el caso de Mario Delgado, el dirigente nacional de Morena, el partido del Presidente, que en lugar de construir diálogo con los aspirantes a gobernar estados y que protestan por "amañadas y cuchareadas encuestas", arremete contra ellos y cancela posibilidades de acercamientos y entendimientos para alcanzar la ansiada unidad, el fortalecimiento y cohesión partidista, como así ocurre con los morenistas vituperados Cruz Pérez, en Chihuahua; Amilcar Sandoval, en Guerrero; Claudia Yáñez, en Colima; Dulce María Silva, de Tlaxcala; Cristóbal Arias, de Michoacán y desde luego, José Narro Céspedes por Zacatecas. Conflictos que son reflejo de las torpezas que en la conducción de los procesos de selección de candidaturas a gobernador, Delgado ha cometido con actitudes y decisiones groseras, ofensivas y humillantes contra liderazgos y militancia.

Imponer disciplina con mano dura

Parece ser la consigna de Mario Delgado, actitudes que solo están produciendo y reproduciendo fracturas, fisuras, un desbarajuste que se aparta de la unidad que el líder López Obrador exige en su partido, que ya aparece vulnerable y con debilidades, un rumbo peligroso por equivocado y un escenario al que ya tiene que entrar Ricardo Monreal para tratar de moderar y conciliar.