/ jueves 22 de julio de 2021

Crónica del poder │ Elevada sensibilidad en la transición

Que David Monreal diga ante los equipos de entrega recepción y el gobernador Alejandro Tello, que no habrá persecuciones ni cacerías, sin que signifique la exoneración anticipada, es signo de civilidad política que abandona la barbarie, el primitivismo canibalesco y las degradantes descalificaciones que han sido tradicionales en las transiciones gubernamentales, y se advierte una atmósfera cargada de respeto y de convivencia ideológica, escenario que derrumba los caóticos pronósticos de confrontación y polarización que muchos en la clase política habían pregonado y adelantado.

El atisbo era pesimista, vislumbre de culpabilidades, amenazantes acusaciones que harían que la sangre corriera por la cañada y provocar un episodio de exhibiciones, degradaciones y denigración entre los grupos de poder, el monrealismo morenista y el priismo vestido de azul e impregnado de amarillo, para de plano revertir las expectativas de una transición tersa a una tortuosa y violenta. Todo se comprime en un proceso serio y profesional, con intercambio de voluntades para lograr una entrega recepción objetiva, ordenada y acorde a la legalidad en un marco de respeto y coordinación, para generar óptimas condiciones de certidumbre y estabilidad, normalidad institucional y democrática.

Con este ambiente de recíproca confianza ya trabajan los equipos monrealista y tellista, los que innegablemente, representan proyectos diferencialmente opuestos, pero capaces del entendimiento y la más acertada conciliación, sobre todo de cifras, de datos, de números, en administración y finanzas, desarrollo social, obra pública e infraestructura; salud, seguridad, economía, cultura, educación y deporte, las esencias y fundamentos de un ejercicio de gobierno que se agota como quinquenio y de otro que nace para volver a los sexenios, y que impulsados por la Cuarta Transformación, más trascienden con servicio público de efectivo y real beneficio a las grandes mayorías, urgidos de salir de la más severa emergencia social.

Con esas señales de optimismo, David Monreal y Alejandro Tello, el que llega y el que se va, será real y más cierto que generen confianza social y para que los zacatecanos encuentren su credibilidad ya extraviada, porque habrá una profunda revisión del gobierno que concluye y que se ostenta honesto y transparente, y que seguirá otro gobierno, éste sí diferente, decidido a erradicar corrupción, los moches y la impunidad, hasta garantizar eficacia y eficiencia en una renovada gobernanza dispuesta a recrear a una nueva clase política, que "no serán ni lo mismo ni los mismos", pero que si van a consolidar una verdadera comunión social con todas las potencialidades para reducir, hasta abatir los terribles flagelos de la violencia, inseguridad, la pandemia, el estancamiento económico y la parálisis del desarrollo.

En este proceso de transición, los nombres de los próximos actores del gabinete son lo de menos, lo de más será que sea evitado el perverso influyentismo que desde una simulada transparencia se promueve con falso acceso a la información pública y que no son otra cosa que ambiciones vulgares que pueden echar a perder el proyecto monrealista de gobierno, que va más allá de Zacatecas, llega hasta el Palacio Nacional. El que entendió entendió, dice nuestro director.


Que David Monreal diga ante los equipos de entrega recepción y el gobernador Alejandro Tello, que no habrá persecuciones ni cacerías, sin que signifique la exoneración anticipada, es signo de civilidad política que abandona la barbarie, el primitivismo canibalesco y las degradantes descalificaciones que han sido tradicionales en las transiciones gubernamentales, y se advierte una atmósfera cargada de respeto y de convivencia ideológica, escenario que derrumba los caóticos pronósticos de confrontación y polarización que muchos en la clase política habían pregonado y adelantado.

El atisbo era pesimista, vislumbre de culpabilidades, amenazantes acusaciones que harían que la sangre corriera por la cañada y provocar un episodio de exhibiciones, degradaciones y denigración entre los grupos de poder, el monrealismo morenista y el priismo vestido de azul e impregnado de amarillo, para de plano revertir las expectativas de una transición tersa a una tortuosa y violenta. Todo se comprime en un proceso serio y profesional, con intercambio de voluntades para lograr una entrega recepción objetiva, ordenada y acorde a la legalidad en un marco de respeto y coordinación, para generar óptimas condiciones de certidumbre y estabilidad, normalidad institucional y democrática.

Con este ambiente de recíproca confianza ya trabajan los equipos monrealista y tellista, los que innegablemente, representan proyectos diferencialmente opuestos, pero capaces del entendimiento y la más acertada conciliación, sobre todo de cifras, de datos, de números, en administración y finanzas, desarrollo social, obra pública e infraestructura; salud, seguridad, economía, cultura, educación y deporte, las esencias y fundamentos de un ejercicio de gobierno que se agota como quinquenio y de otro que nace para volver a los sexenios, y que impulsados por la Cuarta Transformación, más trascienden con servicio público de efectivo y real beneficio a las grandes mayorías, urgidos de salir de la más severa emergencia social.

Con esas señales de optimismo, David Monreal y Alejandro Tello, el que llega y el que se va, será real y más cierto que generen confianza social y para que los zacatecanos encuentren su credibilidad ya extraviada, porque habrá una profunda revisión del gobierno que concluye y que se ostenta honesto y transparente, y que seguirá otro gobierno, éste sí diferente, decidido a erradicar corrupción, los moches y la impunidad, hasta garantizar eficacia y eficiencia en una renovada gobernanza dispuesta a recrear a una nueva clase política, que "no serán ni lo mismo ni los mismos", pero que si van a consolidar una verdadera comunión social con todas las potencialidades para reducir, hasta abatir los terribles flagelos de la violencia, inseguridad, la pandemia, el estancamiento económico y la parálisis del desarrollo.

En este proceso de transición, los nombres de los próximos actores del gabinete son lo de menos, lo de más será que sea evitado el perverso influyentismo que desde una simulada transparencia se promueve con falso acceso a la información pública y que no son otra cosa que ambiciones vulgares que pueden echar a perder el proyecto monrealista de gobierno, que va más allá de Zacatecas, llega hasta el Palacio Nacional. El que entendió entendió, dice nuestro director.