/ lunes 18 de octubre de 2021

Crónica del poder │ “No me ayudes compadre”

Desde la campaña electoral y ahora como gobernador, David Monreal en varias ocasiones ha referido que en su gobernanza promoverá la renovación de la clase política, que suponemos será contrastante con la del pasado inmediato que en la cuarta transformación califican como deshonesta y corrupta, prepotente y autoritaria, y transitar a un cambio de comportamientos enmarcados por la honestidad, la veracidad y la democracia, se entiende una nueva cultura política de óptima sensibilidad social, cercanía con la gente, de diálogo constante, de respeto a las diferencias, una generación identificada con la historia y con una dimensión de bienestar social para el futuro.

Nos hace recordar aquella versión política del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, sobre la renovación moral de la sociedad, una configuración comparable con el objetivo monrealista ya trazado en el nuevo gobierno como la renovación de la clase política, un cambio que es ruptura con la hegemonía priista y el conservadurismo panista, que se muestra con la intencionalidad y capacidad para transformar estructuras políticas e instituciones sociales, lo que explicaría la vigencia de una cuarta transformación con esencial desempeño cultural en la vida democrática de los zacatecanos para adentrarse a una verdadera evolución en la modernidad.

Visto así el escenario político actual y con esa renovadora mentalidad que todavía no se asoma, casos de protagonismo político como el del ahora diputado federal morenista Marco Flores, no caben en esa pretendida renovación de la clase política; al contrario, el cantante de la Banda Jerez, es testimonio de un primitivismo político que había registrado su caducidad y que reaparece en el activismo político como ejemplar arcaico, salvaje y vulgar que avergüenza a su partido a sus paisanos y representados, lo que seguramente debe causar decepción al gobernador David Monreal. Esa no es la nueva clase política que impulsa el mandatario.

La semana anterior, en el marco de la asignación de miembros de las comisiones legislativas, al seno de la Comisión de Cultura Marco Flores hizo ostentación de prepotencia política, al afirmar que él y la cultura que representa, "hicimos un gobernador en Zacatecas, mi compadre David Monreal es más, yo iba a ser candidato a gobernador de Zacatecas, pero tomé la decisión de apoyar a mi compadre. Yo tenía 17 puntos y el gobernador ganó con 10. Por eso, gracias a mi cultura tenemos un gobernador en Zacatecas." Así de corriente la expresión del artista que en los mítines y cuando canta grita, ¡ Arriba las pinches viejas ! ¿De ese tamaño en la versión de la nueva clase política? Claro que no, esa conducta aberrante tuvo rechazo inmediato allá y acá, es un político que ya acusa decrepitud y que mejor debe seguir cantando en los palenques, ese es su verdadero ambiente y no la Cámara de Diputados, porque con esa degradante cultura política no debe representar a Zacatecas.

Esta figura política es inconcebible en el escenario social, no puede ser de la nueva clase política que David Monreal quiere construir en Zacatecas, su excesiva libertad de canción choca con la auténtica cultura política y democrática de la pluralidad ideológica hoy representativa y gobernante. El impulso renovador y transformador que se quiere dar al ejercicio del poder y a la práctica política, tiene que estar sustentado en el respeto, humanismo, solidaridad, extrema sensibilidad, honestidad, veracidad, un impulso que deberá rescatar en serio y para la historia, la verdadera imagen del político de hoy y del futuro, al servicio del pueblo.

Desde la campaña electoral y ahora como gobernador, David Monreal en varias ocasiones ha referido que en su gobernanza promoverá la renovación de la clase política, que suponemos será contrastante con la del pasado inmediato que en la cuarta transformación califican como deshonesta y corrupta, prepotente y autoritaria, y transitar a un cambio de comportamientos enmarcados por la honestidad, la veracidad y la democracia, se entiende una nueva cultura política de óptima sensibilidad social, cercanía con la gente, de diálogo constante, de respeto a las diferencias, una generación identificada con la historia y con una dimensión de bienestar social para el futuro.

Nos hace recordar aquella versión política del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, sobre la renovación moral de la sociedad, una configuración comparable con el objetivo monrealista ya trazado en el nuevo gobierno como la renovación de la clase política, un cambio que es ruptura con la hegemonía priista y el conservadurismo panista, que se muestra con la intencionalidad y capacidad para transformar estructuras políticas e instituciones sociales, lo que explicaría la vigencia de una cuarta transformación con esencial desempeño cultural en la vida democrática de los zacatecanos para adentrarse a una verdadera evolución en la modernidad.

Visto así el escenario político actual y con esa renovadora mentalidad que todavía no se asoma, casos de protagonismo político como el del ahora diputado federal morenista Marco Flores, no caben en esa pretendida renovación de la clase política; al contrario, el cantante de la Banda Jerez, es testimonio de un primitivismo político que había registrado su caducidad y que reaparece en el activismo político como ejemplar arcaico, salvaje y vulgar que avergüenza a su partido a sus paisanos y representados, lo que seguramente debe causar decepción al gobernador David Monreal. Esa no es la nueva clase política que impulsa el mandatario.

La semana anterior, en el marco de la asignación de miembros de las comisiones legislativas, al seno de la Comisión de Cultura Marco Flores hizo ostentación de prepotencia política, al afirmar que él y la cultura que representa, "hicimos un gobernador en Zacatecas, mi compadre David Monreal es más, yo iba a ser candidato a gobernador de Zacatecas, pero tomé la decisión de apoyar a mi compadre. Yo tenía 17 puntos y el gobernador ganó con 10. Por eso, gracias a mi cultura tenemos un gobernador en Zacatecas." Así de corriente la expresión del artista que en los mítines y cuando canta grita, ¡ Arriba las pinches viejas ! ¿De ese tamaño en la versión de la nueva clase política? Claro que no, esa conducta aberrante tuvo rechazo inmediato allá y acá, es un político que ya acusa decrepitud y que mejor debe seguir cantando en los palenques, ese es su verdadero ambiente y no la Cámara de Diputados, porque con esa degradante cultura política no debe representar a Zacatecas.

Esta figura política es inconcebible en el escenario social, no puede ser de la nueva clase política que David Monreal quiere construir en Zacatecas, su excesiva libertad de canción choca con la auténtica cultura política y democrática de la pluralidad ideológica hoy representativa y gobernante. El impulso renovador y transformador que se quiere dar al ejercicio del poder y a la práctica política, tiene que estar sustentado en el respeto, humanismo, solidaridad, extrema sensibilidad, honestidad, veracidad, un impulso que deberá rescatar en serio y para la historia, la verdadera imagen del político de hoy y del futuro, al servicio del pueblo.