/ jueves 28 de marzo de 2024

Crónica del poder / Días santos y fiesta cultural transcurren en armonía

Mientras en Guanajuato hay sacerdotes que en sus parroquias promueven el voto en contra de la Cuarta Transformación y sus candidatos, y el presidente Andrés Manuel López Obrador acusa que en el Instituto Nacional Electoral son como la Inquisición, aquí en Zacatecas las relaciones entre los gobiernos y las iglesias son de armonía y más loables las acciones conjuntas pero no revueltas para que pronto sea alcanzada la anhelada pacificación que reabra las rutas al crecimiento económico y al desarrollo social y cultural.

Los dos gobernantes, el político David Monreal Ávila y el religioso, obispo Sigifredo Noriega Barceló, han actuado con prudencia y respeto hasta conciliar sobre los espacios y tiempos entre las conmemoraciones católicas de Semana Santa y los espectaculares eventos del Festival Cultural de la Paz, que transcurren en la normalidad con las mejores expectativas de éxito y trascendencia, porque se desarrollan como testimonios de cultura masiva y muy participativa por los visitantes, turistas y vecinos de Zacatecas Capital y los municipios.

Aquellas diferencias por los ruidos descomunales en la Plaza de Armas y los coincidentes horarios que entrecruzan las audiencias, se han disuelto con entendimiento, sincronía y ensambles adecuados a los ritmos de las programaciones religiosas y profanas, la convivencia de una sociedad políticamente plural y socialmente diversa, ha rechazado autoritarismos del signo que sean y hecho a un lado los deleznables abusos entre los poderes político gubernamental y eclesial o clerical, y procedieron a cancelar el intercambio de severas admoniciones.

Hoy pues, la gran virtud de ésta época es la coexistencia, el respeto a las creencias religiosas y tendencias ideológicas, más todavía esas expresiones se concretan cuando los partidos políticos y sus candidatos han decidido pausar las campañas electorales en los días Jueves y Viernes Santos, para dejar abiertos los horizontes, espacios, calles y avenidas, rinconadas y templos, a las recordaciones sobre la traición de Judas, la última Cena, la institución de la Eucaristía y el orden sacerdotal, la Pasión y Muerte de Jesús y la magna Procesión del Silencio de mañana Viernes Santo, acontecimientos que se vislumbran ordenados y multitudinarios después de 3 años afectados por la pandemia y la violencia.

Esta armoniosa convivencia entre lo religioso y profano, cada evento en sus tiempos y espacios, posibilita mayor lucidez de los programas y por consecuencia, se reafirma la tradición de la iglesia católica, se ratifican las muy sanas costumbres de la especial gastronomía de éstos días y se advierten movilizaciones turísticas, de migrantes y de los propios vecinos, que al administrar sus agendas sociales o tiempos feriales, están develando acercamientos respetuosos, entendimiento de normas y reglas en cada caso y la más grata civilidad que garantiza desenlaces, que en medio de escenarios de tranquilidad y estabilidad, han de ratificar como Zacatecas avanza hacia la pacificación.

El gobierno estatal y la diócesis han aprendido las lecciones que les dejaron las breves, pero polarizantes diferencias hasta por los ruidos y por consecuencia, ahora la gente accede a la oración o a la diversión sin contratiempos ni obstáculos, de manera que pasados estos días santos, transitan a los eventos musicales, artísticos y culturales que harán días y noches inolvidables en este esplendoroso Zacatecas.

Mientras en Guanajuato hay sacerdotes que en sus parroquias promueven el voto en contra de la Cuarta Transformación y sus candidatos, y el presidente Andrés Manuel López Obrador acusa que en el Instituto Nacional Electoral son como la Inquisición, aquí en Zacatecas las relaciones entre los gobiernos y las iglesias son de armonía y más loables las acciones conjuntas pero no revueltas para que pronto sea alcanzada la anhelada pacificación que reabra las rutas al crecimiento económico y al desarrollo social y cultural.

Los dos gobernantes, el político David Monreal Ávila y el religioso, obispo Sigifredo Noriega Barceló, han actuado con prudencia y respeto hasta conciliar sobre los espacios y tiempos entre las conmemoraciones católicas de Semana Santa y los espectaculares eventos del Festival Cultural de la Paz, que transcurren en la normalidad con las mejores expectativas de éxito y trascendencia, porque se desarrollan como testimonios de cultura masiva y muy participativa por los visitantes, turistas y vecinos de Zacatecas Capital y los municipios.

Aquellas diferencias por los ruidos descomunales en la Plaza de Armas y los coincidentes horarios que entrecruzan las audiencias, se han disuelto con entendimiento, sincronía y ensambles adecuados a los ritmos de las programaciones religiosas y profanas, la convivencia de una sociedad políticamente plural y socialmente diversa, ha rechazado autoritarismos del signo que sean y hecho a un lado los deleznables abusos entre los poderes político gubernamental y eclesial o clerical, y procedieron a cancelar el intercambio de severas admoniciones.

Hoy pues, la gran virtud de ésta época es la coexistencia, el respeto a las creencias religiosas y tendencias ideológicas, más todavía esas expresiones se concretan cuando los partidos políticos y sus candidatos han decidido pausar las campañas electorales en los días Jueves y Viernes Santos, para dejar abiertos los horizontes, espacios, calles y avenidas, rinconadas y templos, a las recordaciones sobre la traición de Judas, la última Cena, la institución de la Eucaristía y el orden sacerdotal, la Pasión y Muerte de Jesús y la magna Procesión del Silencio de mañana Viernes Santo, acontecimientos que se vislumbran ordenados y multitudinarios después de 3 años afectados por la pandemia y la violencia.

Esta armoniosa convivencia entre lo religioso y profano, cada evento en sus tiempos y espacios, posibilita mayor lucidez de los programas y por consecuencia, se reafirma la tradición de la iglesia católica, se ratifican las muy sanas costumbres de la especial gastronomía de éstos días y se advierten movilizaciones turísticas, de migrantes y de los propios vecinos, que al administrar sus agendas sociales o tiempos feriales, están develando acercamientos respetuosos, entendimiento de normas y reglas en cada caso y la más grata civilidad que garantiza desenlaces, que en medio de escenarios de tranquilidad y estabilidad, han de ratificar como Zacatecas avanza hacia la pacificación.

El gobierno estatal y la diócesis han aprendido las lecciones que les dejaron las breves, pero polarizantes diferencias hasta por los ruidos y por consecuencia, ahora la gente accede a la oración o a la diversión sin contratiempos ni obstáculos, de manera que pasados estos días santos, transitan a los eventos musicales, artísticos y culturales que harán días y noches inolvidables en este esplendoroso Zacatecas.