/ lunes 25 de marzo de 2024

Crónica del poder / La degradante crisis de lealtades se extiende y divide

El sábado anterior, 23 de marzo, se cumplieron 30 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta allá en Lomas Taurinas de Tijuana, un político demócrata y verdaderamente transformador que anunció la reforma del poder y con realismo sostuvo que "México tiene hambre y sed de Justicia", pronunciamiento que en la conmemoración en la tierra natal, Magdalena de Kino, Sonora, el hijo Luis Donaldo Colosio, reclamó su vigencia al convocar por un México con igualdad y desarrollo para todos; ahí estaban, además de los hijos Luis Donaldo y Mariana, los políticos en aquello momentos cercanos al ilustre candidato presidencial del PRI, eran Agustín Basave, hasta Alfonso Durazo Montaño, hoy gobernador de esa entidad, del Partido Morena y fiel seguidor de Andrés Manuel López Obrador.

Habían pasado 5, 10, 15 y 20 años y las conmemoraciones fueron multitudinarias, reflejos de fidelidad al candidato sacrificado y de lealtad al Partido Revolucionario Institucional; hoy, los escenarios en Magdalena de Kino y en Lomas Taurinas de Tijuana, desolados, escasa asistencia a las conmemoraciones; aquí en Zacatecas, puntual el llamado de Carlos Peña Badillo el dirigente estatal priista, a homenajear a Luis Donaldo Colosio Murrieta y respondieron como 30 personas todavía fieles priista, entre ellos los ex presidentes Guillermo Ulloa Carreón, Gustavo Salinas Íñiguez y Adolfo Yáñez Rodríguez, que junto a José Marco Antonio Olvera Acevedo y Daniel Dávila García, por recordar algunos, son testimonio de la invariable lealtad a Colosio y su partido. Notables las ausencias, más decepcionantes las traiciones y alejamientos de liderazgos y militantes para irse a otros partidos a continuar tras las ambiciones e intereses personales.

A la crisis de los partidos que no acaba y sí arrecia y profundiza, se exhibe la crisis de lealtad a los partidos y los casos de desprendimientos, renuncias, traiciones, y renegados que sucesivamente brincan de una organización política a otra, proyectan un degradante comportamiento que provoca desconfianza, decepción, abstención e indiferencia entre las militancias y los ciudadanos, advierten que la democracia sufre la más vergonzosa distorsión y que en esas condiciones no vale la pena ejercer el voto, de manera que fácilmente son víctimas de traficantes y negociantes de los espacios de poder legislativo o de gobierno.

Son muchos los ejemplos, son muchos los que han perdido los valores de la tolerancia y el diálogo y porque no alcanzan o les son negadas oportunidades de posición electoral, entran al vulgar escenario de las confrontaciones, las venganzas y los desquites desde otra fuerza política, los que no pueden ofrecer más que una mentalidad desviada hacia convicciones y vocaciones que no son las de servir con autenticidad a la sociedad, son actitudes que justifican construir una reforma del poder, como lo planteaba Luis Donaldo Colosio y una reforma electoral, no como se propone, como democracia manipulable desde un poder personal autoritario, sino como una ruta de cambios y transformaciones que hagan posible la convivencia en la pluralidad y sin las crisis de violencia e inseguridad, esto es "libertad para el hombre, justicia para el pueblo e independencia para la Nación."

El sábado anterior, 23 de marzo, se cumplieron 30 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta allá en Lomas Taurinas de Tijuana, un político demócrata y verdaderamente transformador que anunció la reforma del poder y con realismo sostuvo que "México tiene hambre y sed de Justicia", pronunciamiento que en la conmemoración en la tierra natal, Magdalena de Kino, Sonora, el hijo Luis Donaldo Colosio, reclamó su vigencia al convocar por un México con igualdad y desarrollo para todos; ahí estaban, además de los hijos Luis Donaldo y Mariana, los políticos en aquello momentos cercanos al ilustre candidato presidencial del PRI, eran Agustín Basave, hasta Alfonso Durazo Montaño, hoy gobernador de esa entidad, del Partido Morena y fiel seguidor de Andrés Manuel López Obrador.

Habían pasado 5, 10, 15 y 20 años y las conmemoraciones fueron multitudinarias, reflejos de fidelidad al candidato sacrificado y de lealtad al Partido Revolucionario Institucional; hoy, los escenarios en Magdalena de Kino y en Lomas Taurinas de Tijuana, desolados, escasa asistencia a las conmemoraciones; aquí en Zacatecas, puntual el llamado de Carlos Peña Badillo el dirigente estatal priista, a homenajear a Luis Donaldo Colosio Murrieta y respondieron como 30 personas todavía fieles priista, entre ellos los ex presidentes Guillermo Ulloa Carreón, Gustavo Salinas Íñiguez y Adolfo Yáñez Rodríguez, que junto a José Marco Antonio Olvera Acevedo y Daniel Dávila García, por recordar algunos, son testimonio de la invariable lealtad a Colosio y su partido. Notables las ausencias, más decepcionantes las traiciones y alejamientos de liderazgos y militantes para irse a otros partidos a continuar tras las ambiciones e intereses personales.

A la crisis de los partidos que no acaba y sí arrecia y profundiza, se exhibe la crisis de lealtad a los partidos y los casos de desprendimientos, renuncias, traiciones, y renegados que sucesivamente brincan de una organización política a otra, proyectan un degradante comportamiento que provoca desconfianza, decepción, abstención e indiferencia entre las militancias y los ciudadanos, advierten que la democracia sufre la más vergonzosa distorsión y que en esas condiciones no vale la pena ejercer el voto, de manera que fácilmente son víctimas de traficantes y negociantes de los espacios de poder legislativo o de gobierno.

Son muchos los ejemplos, son muchos los que han perdido los valores de la tolerancia y el diálogo y porque no alcanzan o les son negadas oportunidades de posición electoral, entran al vulgar escenario de las confrontaciones, las venganzas y los desquites desde otra fuerza política, los que no pueden ofrecer más que una mentalidad desviada hacia convicciones y vocaciones que no son las de servir con autenticidad a la sociedad, son actitudes que justifican construir una reforma del poder, como lo planteaba Luis Donaldo Colosio y una reforma electoral, no como se propone, como democracia manipulable desde un poder personal autoritario, sino como una ruta de cambios y transformaciones que hagan posible la convivencia en la pluralidad y sin las crisis de violencia e inseguridad, esto es "libertad para el hombre, justicia para el pueblo e independencia para la Nación."