/ miércoles 17 de febrero de 2021

Crónica del poder | La gente urge por resultados

Consecuente con los planteamientos de nuestro director Gerardo de Ávila en su Referente Periodístico de ayer, hemos de apostar con certeza y más seguridad, que ni Claudia Anaya ni David Monreal tienen operadores políticos eficaces ni finos, no por ahora cuando ya los deben exhibir para comenzar a demostrar capacidad para seleccionar un equipo fuerte para la conducción de la campaña y los debates, el desarrollo de las propuestas, el diálogo con los grupos fraternos al seno de sus alianzas, lo que podría ser un atisbo sobre posibles equipos gubernamentales, valiosos legisladores, visionarios alcaldes y experimentados o inteligentes miembros de gabinete.

No se observa cuando menos un marco teórico que proyecte indicadores que anulen condiciones de confusión, incertidumbre y dudas acerca de su liderazgo y capacidad direccional. No hay siquiera un punto de referencia sobre perfiles que en su momento atiendan conflictos, resuelvan disputas y abran cauces entre la complejidad y la problemática que van a escuchar y a tratar con los sectores sociales, laborales y productivos. No necesariamente se requieren soluciones definitivas, porque como candidatos solo tienen que hacer enfoques certeros y analíticos, diagnósticos reales, para que a la hora del ejercicio de gobierno tengan las soluciones inmediatas, prioritarias y urgentes.

Bueno, no solo David y Claudia tienen que encarar esos horizontes de planificación y de positivas expectativas, no se puede omitir señalar que a lo mismo están obligados Flavio Campos, de PAZ; Fernanda Morera, de Redes Sociales y Edgar Rivera, de Movimiento Dignidad, que también son precandidatos a la gubernatura, que, sí se metieron a la contienda, no tienen que demostrar que solo es un sueño ilusorio, porque será tanto como engañarse y engañar a los ciudadanos.

Todos los candidatos tienen que reconocer que éstos son tiempos de urgencia, que la crisis económica, pandémica y de inseguridad no esperan más contemplación ni fórmulas gastadas, conformistas e ineficaces. Será imperdonable que se lancen a ser arrastrados por las inercias y la mediocridad que ahora y durante muchos sexenios y trienios han rezagado historias de crecimiento y solo han sido autores del retroceso y estancamiento.

Estos actores han de asumir que los ciudadanos están desencantados y decepcionados de los gobernantes y legisladores de hoy, que se ostentan impulsores de la modernidad, de los cambios históricos y de las grandes transformaciones. Aquí y ahora, frente a las tragedias mortales provocadas por el virus maldito, ante la innegable y creciente violencia que cotidianamente se traduce en ejecuciones y masacres, y por las penurias presupuestarias que denotan debilidad, fragilidad y escasa creatividad, tienen que actuar con menos ruido del discurso.

De falsas esperanzas y leves optimismos

La gente está cansada, hasta de escucharles lo mismo a todos y todas, no hay moderación para las promesas y los sueños que trazan en el aire, todo son puras declaraciones y retórica fácil, al menos no todavía, nadie se muestra práctico y efectivo. Los grupos sociales más pobres van a continuar desfavorecidos, sin fórmulas eficaces para salir del atraso; el subdesarrollo se acentuará, porque ya desde ahora, solo enseñan el cobre de la demagogia, las patrañas, las corruptelas. Bien lo dice Gerardo de Ávila, es tiempo de rectificar.

Consecuente con los planteamientos de nuestro director Gerardo de Ávila en su Referente Periodístico de ayer, hemos de apostar con certeza y más seguridad, que ni Claudia Anaya ni David Monreal tienen operadores políticos eficaces ni finos, no por ahora cuando ya los deben exhibir para comenzar a demostrar capacidad para seleccionar un equipo fuerte para la conducción de la campaña y los debates, el desarrollo de las propuestas, el diálogo con los grupos fraternos al seno de sus alianzas, lo que podría ser un atisbo sobre posibles equipos gubernamentales, valiosos legisladores, visionarios alcaldes y experimentados o inteligentes miembros de gabinete.

No se observa cuando menos un marco teórico que proyecte indicadores que anulen condiciones de confusión, incertidumbre y dudas acerca de su liderazgo y capacidad direccional. No hay siquiera un punto de referencia sobre perfiles que en su momento atiendan conflictos, resuelvan disputas y abran cauces entre la complejidad y la problemática que van a escuchar y a tratar con los sectores sociales, laborales y productivos. No necesariamente se requieren soluciones definitivas, porque como candidatos solo tienen que hacer enfoques certeros y analíticos, diagnósticos reales, para que a la hora del ejercicio de gobierno tengan las soluciones inmediatas, prioritarias y urgentes.

Bueno, no solo David y Claudia tienen que encarar esos horizontes de planificación y de positivas expectativas, no se puede omitir señalar que a lo mismo están obligados Flavio Campos, de PAZ; Fernanda Morera, de Redes Sociales y Edgar Rivera, de Movimiento Dignidad, que también son precandidatos a la gubernatura, que, sí se metieron a la contienda, no tienen que demostrar que solo es un sueño ilusorio, porque será tanto como engañarse y engañar a los ciudadanos.

Todos los candidatos tienen que reconocer que éstos son tiempos de urgencia, que la crisis económica, pandémica y de inseguridad no esperan más contemplación ni fórmulas gastadas, conformistas e ineficaces. Será imperdonable que se lancen a ser arrastrados por las inercias y la mediocridad que ahora y durante muchos sexenios y trienios han rezagado historias de crecimiento y solo han sido autores del retroceso y estancamiento.

Estos actores han de asumir que los ciudadanos están desencantados y decepcionados de los gobernantes y legisladores de hoy, que se ostentan impulsores de la modernidad, de los cambios históricos y de las grandes transformaciones. Aquí y ahora, frente a las tragedias mortales provocadas por el virus maldito, ante la innegable y creciente violencia que cotidianamente se traduce en ejecuciones y masacres, y por las penurias presupuestarias que denotan debilidad, fragilidad y escasa creatividad, tienen que actuar con menos ruido del discurso.

De falsas esperanzas y leves optimismos

La gente está cansada, hasta de escucharles lo mismo a todos y todas, no hay moderación para las promesas y los sueños que trazan en el aire, todo son puras declaraciones y retórica fácil, al menos no todavía, nadie se muestra práctico y efectivo. Los grupos sociales más pobres van a continuar desfavorecidos, sin fórmulas eficaces para salir del atraso; el subdesarrollo se acentuará, porque ya desde ahora, solo enseñan el cobre de la demagogia, las patrañas, las corruptelas. Bien lo dice Gerardo de Ávila, es tiempo de rectificar.