/ martes 28 de julio de 2020

Crónica del poder │Urge promover estabilidad política

Aún en las condiciones críticas que prevalecen en Zacatecas, por la pandemia, la crisis económica e inseguridad, frente al panorama político que ya es de batallas preelectorales, el gobernador Alejandro Tello es el primer responsable del proceso electoral formal que arranca el 8 de septiembre y tendrá que ser en una atmósfera de estabilidad social y política que traduzca gobernabilidad en el gran propósito de alcanzar una verdadera y mayor profundización de la democratización.

A las alteraciones que las crisis provocan no puede sumarse la inestabilidad política que desde ahora estaría generando riesgos y peligros de un grave descarrilamiento del proceso; por ello, el mandatario ha de forzar riendas y conducción para que las manifestaciones de la pluralidad política e ideológica abran camino a la normalidad. El gobernante tiene la elevada responsabilidad de propiciar un diálogo respetuoso con todas las fuerzas políticas, garantizar a los ciudadanos y sociedad el pleno ejercicio de sus libertades, y convocarlos a establecer todos y juntos el necesario binomio gobernabilidad y democracia.

Caracterizado por la prudencia, honestidad, conciliación y respeto a las diferencias, Tello debe extremar interlocución y consolidar su liderazgo para que sean evitados los atavismos que obstaculizan cambios y transformaciones en la vida democrática, ha de actuar sin dilación para desplazar a sus cuadros y funcionarios que no han sabido operar políticamente para establecer esas condiciones de certidumbre y confianza, que se requieren para convencer y promover un vigoroso ambiente de batalla de las ideas, con acatamiento a la legalidad, y alejando toda pretensión de descalificación, confrontación y polarización entre los adversarios.

Será muy peligroso asumir el proceso electoral en situación desordenada y con frentes conflictivos que arrecian, lo mismo en su partido que entre los opositores, y no perder de vista que en esas condiciones de inestabilidad, en lugar de avanzar en el perfeccionamiento de la vida democrática, se estará en riesgo de entrar en una etapa de regresión.

Nos parece que las instituciones electorales están haciendo su trabajo con óptima responsabilidad, pero los partidos políticos se adentran cada vez más a los escenarios de violencia política, de una guerra sucia que puede degenerar hasta degradar el quehacer político. El gobernante ya debe advertir que hay actores y protagonistas dispuestos a rebasar las reglas escritas y no escritas con el fin de lograr sus ambiciones y cumplir obsesiones. Y en el caso de Zacatecas, son muchos los aspirantes a conquistar, restaurar o recuperar espacios de poder, sin duda son acciones y reacciones que juegan contra la unidad de los zacatecanos y eventualmente meterían al estado en el más grave estado de depresión, para vulnerar todavía más a las instituciones y agregar turbulencia a la crisis sanitaria, económica y de violencia.

Conservar la paz social y credibilidad

Son urgencias que el gobierno de Alejandro Tello debe atender, hay funcionarios que han fallado y provocado pérdida de confianza, como nunca hay voces de notables que llegan al oído del Presidente de la República, algunos para gestionar y promover aciertos presupuestales, y otros para deteriorar imagen y sacar ventajas electorales. Por eso la necesidad del sano equilibrio, la inteligente interlocución y la inmediata consolidación de un poder político con mando y liderazgo capaces de la conciliación, armonización y convivencia en la pluralidad política y la diversidad social.

Aún en las condiciones críticas que prevalecen en Zacatecas, por la pandemia, la crisis económica e inseguridad, frente al panorama político que ya es de batallas preelectorales, el gobernador Alejandro Tello es el primer responsable del proceso electoral formal que arranca el 8 de septiembre y tendrá que ser en una atmósfera de estabilidad social y política que traduzca gobernabilidad en el gran propósito de alcanzar una verdadera y mayor profundización de la democratización.

A las alteraciones que las crisis provocan no puede sumarse la inestabilidad política que desde ahora estaría generando riesgos y peligros de un grave descarrilamiento del proceso; por ello, el mandatario ha de forzar riendas y conducción para que las manifestaciones de la pluralidad política e ideológica abran camino a la normalidad. El gobernante tiene la elevada responsabilidad de propiciar un diálogo respetuoso con todas las fuerzas políticas, garantizar a los ciudadanos y sociedad el pleno ejercicio de sus libertades, y convocarlos a establecer todos y juntos el necesario binomio gobernabilidad y democracia.

Caracterizado por la prudencia, honestidad, conciliación y respeto a las diferencias, Tello debe extremar interlocución y consolidar su liderazgo para que sean evitados los atavismos que obstaculizan cambios y transformaciones en la vida democrática, ha de actuar sin dilación para desplazar a sus cuadros y funcionarios que no han sabido operar políticamente para establecer esas condiciones de certidumbre y confianza, que se requieren para convencer y promover un vigoroso ambiente de batalla de las ideas, con acatamiento a la legalidad, y alejando toda pretensión de descalificación, confrontación y polarización entre los adversarios.

Será muy peligroso asumir el proceso electoral en situación desordenada y con frentes conflictivos que arrecian, lo mismo en su partido que entre los opositores, y no perder de vista que en esas condiciones de inestabilidad, en lugar de avanzar en el perfeccionamiento de la vida democrática, se estará en riesgo de entrar en una etapa de regresión.

Nos parece que las instituciones electorales están haciendo su trabajo con óptima responsabilidad, pero los partidos políticos se adentran cada vez más a los escenarios de violencia política, de una guerra sucia que puede degenerar hasta degradar el quehacer político. El gobernante ya debe advertir que hay actores y protagonistas dispuestos a rebasar las reglas escritas y no escritas con el fin de lograr sus ambiciones y cumplir obsesiones. Y en el caso de Zacatecas, son muchos los aspirantes a conquistar, restaurar o recuperar espacios de poder, sin duda son acciones y reacciones que juegan contra la unidad de los zacatecanos y eventualmente meterían al estado en el más grave estado de depresión, para vulnerar todavía más a las instituciones y agregar turbulencia a la crisis sanitaria, económica y de violencia.

Conservar la paz social y credibilidad

Son urgencias que el gobierno de Alejandro Tello debe atender, hay funcionarios que han fallado y provocado pérdida de confianza, como nunca hay voces de notables que llegan al oído del Presidente de la República, algunos para gestionar y promover aciertos presupuestales, y otros para deteriorar imagen y sacar ventajas electorales. Por eso la necesidad del sano equilibrio, la inteligente interlocución y la inmediata consolidación de un poder político con mando y liderazgo capaces de la conciliación, armonización y convivencia en la pluralidad política y la diversidad social.