/ martes 19 de marzo de 2024

Crónica del poder / Urge retomar la ruta de la reconciliación estatal

Aunque se exhibe la más lamentable división entre poderes, la consigna de hacer del 2024 el año de la paz, prevalecerá y más se extenderá para reafirmarse entre todos los sectores de la sociedad, un tratamiento institucional que puede ser veraz y nunca simulación, pero que tiene que ser hazaña de todas y de todos para que sea auténtico y sobre todo real a través de hechos de tranquilidad, certidumbre, estabilidad, convivencia en las diferencias y coexistencia pacífica entre todas las fuerzas política y la diversidad social.

El diálogo propuesto por el Poder Ejecutivo a través de la conciliación y la construcción de acuerdos, también tiene que ser con los Poderes Judicial y Legislativo, sobre todo con los diputados de todas las fracciones de la pluralidad, además de ponerlo responsablemente en práctica con todas las organizaciones sociales, los sectores empresariales, de los académicos e intelectuales, con los comunicadores y líderes de opinión, de manera que sea consolidado un escenario de compromisos con el interés superior de Zacatecas. Será un error dejar fuera a valiosos sectores que son factor de crecimiento y desarrollo de la entidad, en este esfuerzo de reconciliación no caben la selectividad ni las preferencias, indiferencias o exclusiones.

A partir del conflicto con el movimiento feminista y los degradantes hechos del 8 de marzo en la plaza de armas, crisis que irracionalmente se ha prolongado, el llamado de David Monreal Ávila a la reconciliación ha sido contundente, "cerrar el paso a cualquier forma de violencia, odio a intolerancia, para privilegiar la armonía, el respeto y la paz entre hermanas y hermanos zacatecanos" es mensaje que nadie puede evitar escuchar y nadie debe regatear voluntad política para atenderlo si se comparte explícitamente con firmes compromisos de comunión social y política, para que no quede como otro exhorto de tanteos, merodeos y simulaciones. Contundente tiene que ser la respuesta de todos para que no quede en el aire como una promesa más.

Es oportuno señalar que esa comunicación política debe alcanzar a la Universidad Autónoma de Zacatecas, hoy envuelta en un conflicto por ausencia de diálogo entre el rectorado de Rubén Ibarra Reyes y el Sindicato de Personal Académico liderado por Jenny González Arenas, comportamiento sin razón ni justificación ante la irresponsable afectación a los estudiantes universitarios, actitudes hasta caprichosas que ya asoman hacia un peligroso rompimiento interno que puede llevar a revivir aquellas confrontaciones del 77, lo que ya se percibe por la entrada al escenario de liderazgos con autoridad política y calidad moral, como los maestros Juan Antonio Pérez, Miguel Moctezuma Longoria y Rodolfo García Zamora, que con visión crítica acusan incitación al esquirolaje, estrategia que busca dividir a los maestros universitarios.

En ambos escenarios apostar al conflicto es inmoral y puede tener graves repercusiones contra las instituciones, porque se advierte una amenazante intentona por vulnerar y fragilizar las relaciones entre los actores políticos, por eso la urgencia de dar vigencia real y práctica a una gobernanza que en los hechos promueva la unidad, muestre solidaridad, compromiso y verdadera lucha por el máximo objetivo de la reconciliación, sea entre los Poderes del Estado, el gobierno y la sociedad, y la Universidad con sus maestros y estudiantes.

Aunque se exhibe la más lamentable división entre poderes, la consigna de hacer del 2024 el año de la paz, prevalecerá y más se extenderá para reafirmarse entre todos los sectores de la sociedad, un tratamiento institucional que puede ser veraz y nunca simulación, pero que tiene que ser hazaña de todas y de todos para que sea auténtico y sobre todo real a través de hechos de tranquilidad, certidumbre, estabilidad, convivencia en las diferencias y coexistencia pacífica entre todas las fuerzas política y la diversidad social.

El diálogo propuesto por el Poder Ejecutivo a través de la conciliación y la construcción de acuerdos, también tiene que ser con los Poderes Judicial y Legislativo, sobre todo con los diputados de todas las fracciones de la pluralidad, además de ponerlo responsablemente en práctica con todas las organizaciones sociales, los sectores empresariales, de los académicos e intelectuales, con los comunicadores y líderes de opinión, de manera que sea consolidado un escenario de compromisos con el interés superior de Zacatecas. Será un error dejar fuera a valiosos sectores que son factor de crecimiento y desarrollo de la entidad, en este esfuerzo de reconciliación no caben la selectividad ni las preferencias, indiferencias o exclusiones.

A partir del conflicto con el movimiento feminista y los degradantes hechos del 8 de marzo en la plaza de armas, crisis que irracionalmente se ha prolongado, el llamado de David Monreal Ávila a la reconciliación ha sido contundente, "cerrar el paso a cualquier forma de violencia, odio a intolerancia, para privilegiar la armonía, el respeto y la paz entre hermanas y hermanos zacatecanos" es mensaje que nadie puede evitar escuchar y nadie debe regatear voluntad política para atenderlo si se comparte explícitamente con firmes compromisos de comunión social y política, para que no quede como otro exhorto de tanteos, merodeos y simulaciones. Contundente tiene que ser la respuesta de todos para que no quede en el aire como una promesa más.

Es oportuno señalar que esa comunicación política debe alcanzar a la Universidad Autónoma de Zacatecas, hoy envuelta en un conflicto por ausencia de diálogo entre el rectorado de Rubén Ibarra Reyes y el Sindicato de Personal Académico liderado por Jenny González Arenas, comportamiento sin razón ni justificación ante la irresponsable afectación a los estudiantes universitarios, actitudes hasta caprichosas que ya asoman hacia un peligroso rompimiento interno que puede llevar a revivir aquellas confrontaciones del 77, lo que ya se percibe por la entrada al escenario de liderazgos con autoridad política y calidad moral, como los maestros Juan Antonio Pérez, Miguel Moctezuma Longoria y Rodolfo García Zamora, que con visión crítica acusan incitación al esquirolaje, estrategia que busca dividir a los maestros universitarios.

En ambos escenarios apostar al conflicto es inmoral y puede tener graves repercusiones contra las instituciones, porque se advierte una amenazante intentona por vulnerar y fragilizar las relaciones entre los actores políticos, por eso la urgencia de dar vigencia real y práctica a una gobernanza que en los hechos promueva la unidad, muestre solidaridad, compromiso y verdadera lucha por el máximo objetivo de la reconciliación, sea entre los Poderes del Estado, el gobierno y la sociedad, y la Universidad con sus maestros y estudiantes.