/ miércoles 17 de junio de 2020

Discriminación mexicana

En México, Zacatecas no es la excepción, existe discriminación al otro que no posee el color de piel, nivel educativo o ingresos como la gente de piel blanca o mestiza que a si misma se considera de rango superior e incluso de élite. Agreguemos la discriminación política, religiosa y de género. La realidad demuestra lo que en el discurso se niega.

Hay miles de ejemplos para sustentar lo anterior, entre los más recientes y notorio es Yalitza Aparicio Martínez quien es profesora, actriz multipremiada y nominada al Oscar, ahora articulista en el diario mundialmente prestigiado The New York Times, pues por su origen étnico es muy criticada, minimizada por otros actores y mexicanos quienes odian que alguien considerado “inferior” sobresalga o tenga una visión humanista mucho mejor pero no pertenezca a la clase social media o alta.

Llama la atención que gran cantidad de mexicanos con ideología supremacista estén inconformes con la discriminación en los Estados Unidos, incluso protestan por la desafortunada muerte del afroamericano George Flyod, pero en México discriminamos a nuestra gente de extracción humilde que por motivos de segregación o exclusión no tienen mismas condiciones de desarrollo humano por ser “indígenas”, “prietos”, “pobres”, “no usar zapato o ropa de marca”, “no hablar español”. Esto a todas luces es hipocresía de personas con piel poco pigmentada, con más ingresos y estudios, que mentalmente se sienten superiores por tener mayor cantidad de recursos materiales en su hogar o negocio propio o trabajo fijo bien pagado.

Mismos criterios excluyentes o discriminatorios se observan en redes sociales donde una clase alta con poder adquisitivo y empleados de ésta con ideología conservadora, aplican la estrategia de desprestigiar al Presidente de la República para posicionarse políticamente en el 2021, a quienes políticamente no piensan como ellos despectivamente llaman “chairos”, “poco inteligentes”, “nacos”, “que no saben leer”, “que son mantenidos por el gobierno” y así un largo etcétera.

Similarmente sucede con la mujer, con quienes tienen diferente orientación sexual, creencia religiosa, partido político, educación de paga o pública.

Si deseamos cambiar al respecto, entonces hay un problema estructural pues desafortunadamente no toda la población mexicana está dispuesta a dejar la discriminación heredada desde la época de la colonia y es parte de nuestra cultura que consciente o inconscientemente transmitimos a siguientes generaciones. Es muy complicado resolver el pensamiento discriminativo en el pueblo mexicano, pero al menos aminoremos sus nocivos efectos.

En México, Zacatecas no es la excepción, existe discriminación al otro que no posee el color de piel, nivel educativo o ingresos como la gente de piel blanca o mestiza que a si misma se considera de rango superior e incluso de élite. Agreguemos la discriminación política, religiosa y de género. La realidad demuestra lo que en el discurso se niega.

Hay miles de ejemplos para sustentar lo anterior, entre los más recientes y notorio es Yalitza Aparicio Martínez quien es profesora, actriz multipremiada y nominada al Oscar, ahora articulista en el diario mundialmente prestigiado The New York Times, pues por su origen étnico es muy criticada, minimizada por otros actores y mexicanos quienes odian que alguien considerado “inferior” sobresalga o tenga una visión humanista mucho mejor pero no pertenezca a la clase social media o alta.

Llama la atención que gran cantidad de mexicanos con ideología supremacista estén inconformes con la discriminación en los Estados Unidos, incluso protestan por la desafortunada muerte del afroamericano George Flyod, pero en México discriminamos a nuestra gente de extracción humilde que por motivos de segregación o exclusión no tienen mismas condiciones de desarrollo humano por ser “indígenas”, “prietos”, “pobres”, “no usar zapato o ropa de marca”, “no hablar español”. Esto a todas luces es hipocresía de personas con piel poco pigmentada, con más ingresos y estudios, que mentalmente se sienten superiores por tener mayor cantidad de recursos materiales en su hogar o negocio propio o trabajo fijo bien pagado.

Mismos criterios excluyentes o discriminatorios se observan en redes sociales donde una clase alta con poder adquisitivo y empleados de ésta con ideología conservadora, aplican la estrategia de desprestigiar al Presidente de la República para posicionarse políticamente en el 2021, a quienes políticamente no piensan como ellos despectivamente llaman “chairos”, “poco inteligentes”, “nacos”, “que no saben leer”, “que son mantenidos por el gobierno” y así un largo etcétera.

Similarmente sucede con la mujer, con quienes tienen diferente orientación sexual, creencia religiosa, partido político, educación de paga o pública.

Si deseamos cambiar al respecto, entonces hay un problema estructural pues desafortunadamente no toda la población mexicana está dispuesta a dejar la discriminación heredada desde la época de la colonia y es parte de nuestra cultura que consciente o inconscientemente transmitimos a siguientes generaciones. Es muy complicado resolver el pensamiento discriminativo en el pueblo mexicano, pero al menos aminoremos sus nocivos efectos.