/ lunes 19 de febrero de 2018

Opinión pública y elecciones

Toda estrategia político-electoral se basa en persuadir, es decir la habilidad de “inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo” (Diccionario de la Real Academia Española), por ello es importante realizar campañas persuasivas para lograr clientela electoral y luego obtener más poder político y con éste recursos financieros tanto para grupos o élites como en lo personal. En el actual proceso electoral 2018 se observa un factor contrario a la inducción favorable por algún partido pues en militantes de casi todas fuerzas políticas hay rencor, descalificación, rechazo o repudio a determinados candidatos y partidos contrarios, hay alto grado de fanatismo en seguidores de varios(as) candidatos(as) generando divisionismo también en la opinión pública. Es válido afirmar que por primera vez hay gran resentimiento muy extenso y contundente de la ciudadana contra la clase política por incompetente o quizá por aplicar el neoliberalismo económico y no permitir alcanzar un nivel de vida digno, también por la inseguridad en ciudad y campo, corrupción, nepotismo e ineficiencia de algunos gobernantes. Esto es dominio de la opinión pública.

Por ello los partidos buscan urgentemente mecanismos de mercadotecnia política para modificar opiniones y actitudes de potenciales votantes contrarios utilizando una gama de técnicas de persuasión e impactar favorablemente en la opinión pública y así tener determinado control social para triunfos electorales hasta incluso como sea y a costa de quien sea; desafortunadamente las campañas basadas en guerra sucia que implantó el Partido Acción Nacional en la elección presidencial del 2006 ahora en este 2018 son un estilo de propaganda y publicidad contra adversarios. La actual dinámica es diferente a procesos electorales del siglo XX, ahora el escenario implica mayor crisis en partidos reflejándose en menor militancia, perdida de lealtad, en “chapulineo” interpartidista o volverse independientes, también observamos mimetismo político pues varios militantes simpatizan ideológicamente con otros partidos pero siguen ahí “para ver qué me toca aquí”.

Esto perjudica a una cultura político-electoral tan necesaria en nuestro país donde el ciudadano común tenga visión clara de nación y vote por estrategias para el desarrollo tanto regional como humano y no tanto por quien regala dádivas. Debemos ser selectivos para decidir por opciones con propuesta seria y viable, realmente capaces de implementar alternativas para mejor nivel de vida y no votar por incompetentes a cargos de elección. Otro aspecto necesario de cambio es la agresividad en contra de quien no está de acuerdo con determinado candidato(a). Factores a remediar desde ahora para evitar futura enemistad y divisionismo por cuestiones electoreras basadas en actitudes hostiles, sobre todo impedir la desarmonía en familias.

Debemos pensar y actuar más en la construcción de una real democracia y participativa, en opinar para incidir hacia un nuevo estilo de gobernanza centrada en la gente, en lo local y a nuestras condiciones de vida. Este sería el cambio esperado de una opinión pública influyente en cada proceso electoral. Que nuestra preferencia electoral sea para quienes propongan un cambio en este sentido.

ignacio.kaxtro@gmail.com

Toda estrategia político-electoral se basa en persuadir, es decir la habilidad de “inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo” (Diccionario de la Real Academia Española), por ello es importante realizar campañas persuasivas para lograr clientela electoral y luego obtener más poder político y con éste recursos financieros tanto para grupos o élites como en lo personal. En el actual proceso electoral 2018 se observa un factor contrario a la inducción favorable por algún partido pues en militantes de casi todas fuerzas políticas hay rencor, descalificación, rechazo o repudio a determinados candidatos y partidos contrarios, hay alto grado de fanatismo en seguidores de varios(as) candidatos(as) generando divisionismo también en la opinión pública. Es válido afirmar que por primera vez hay gran resentimiento muy extenso y contundente de la ciudadana contra la clase política por incompetente o quizá por aplicar el neoliberalismo económico y no permitir alcanzar un nivel de vida digno, también por la inseguridad en ciudad y campo, corrupción, nepotismo e ineficiencia de algunos gobernantes. Esto es dominio de la opinión pública.

Por ello los partidos buscan urgentemente mecanismos de mercadotecnia política para modificar opiniones y actitudes de potenciales votantes contrarios utilizando una gama de técnicas de persuasión e impactar favorablemente en la opinión pública y así tener determinado control social para triunfos electorales hasta incluso como sea y a costa de quien sea; desafortunadamente las campañas basadas en guerra sucia que implantó el Partido Acción Nacional en la elección presidencial del 2006 ahora en este 2018 son un estilo de propaganda y publicidad contra adversarios. La actual dinámica es diferente a procesos electorales del siglo XX, ahora el escenario implica mayor crisis en partidos reflejándose en menor militancia, perdida de lealtad, en “chapulineo” interpartidista o volverse independientes, también observamos mimetismo político pues varios militantes simpatizan ideológicamente con otros partidos pero siguen ahí “para ver qué me toca aquí”.

Esto perjudica a una cultura político-electoral tan necesaria en nuestro país donde el ciudadano común tenga visión clara de nación y vote por estrategias para el desarrollo tanto regional como humano y no tanto por quien regala dádivas. Debemos ser selectivos para decidir por opciones con propuesta seria y viable, realmente capaces de implementar alternativas para mejor nivel de vida y no votar por incompetentes a cargos de elección. Otro aspecto necesario de cambio es la agresividad en contra de quien no está de acuerdo con determinado candidato(a). Factores a remediar desde ahora para evitar futura enemistad y divisionismo por cuestiones electoreras basadas en actitudes hostiles, sobre todo impedir la desarmonía en familias.

Debemos pensar y actuar más en la construcción de una real democracia y participativa, en opinar para incidir hacia un nuevo estilo de gobernanza centrada en la gente, en lo local y a nuestras condiciones de vida. Este sería el cambio esperado de una opinión pública influyente en cada proceso electoral. Que nuestra preferencia electoral sea para quienes propongan un cambio en este sentido.

ignacio.kaxtro@gmail.com