El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha mostrado gran interés por darle un sentido histórico al movimiento que encabeza. Llamar a su proyecto la Cuarta Transformación no es una ocurrencia, sino una manera de atender, de forma programática, las deudas añejas con los sectores que en el pasado han sufrido las consecuencias más atroces de los modelos políticos y económicos que determinaron nuestra organización interna y nuestro vínculo con la comunidad internacional.
En ese sentido, nuestro pasado colonial, y el respeto a las comunidades originarias, son parte de su agenda diplomática y de la perspectiva de los programas prioritarios. Basta recordar la carta que envió al presidente mexicano al rey de España, en 2019, con el objetivo de realizar una ceremonia donde se reconocieran los agravios cometidos por la invasión española al territorio mexicano, que se prolongó durante 300 años hasta el triunfo del movimiento independentista.
A propósito, este viernes 13 de agosto se conmemoran 500 años de la caída de Tenochtitlán y el inicio de la época colonial, que se caracterizó por el establecimiento de un régimen de sometimiento de los pueblos originarios, tanto por la imposición de la lengua, la religión y otros elementos culturales, como por la encomienda, que fue un modelo similar a la esclavitud, en el que se otorgaban tierras y personas americanas a peninsulares para su aprovechamiento, lo que derivó en abusos extremos contra la dignidad de millones de seres humanos.
No obstante, Zacatecas es una muestra de que ese pasado colonial no sólo fue destructivo, también fue un acto fundacional de la nueva nación mexicana; en torno a la actividad minera, floreció como una ciudad novohispana pujante y próspera, pero profundamente desigual. La Independencia, la Reforma y la Revolución lograron generar cambios importantes en nuestra soberanía, en la laicidad del Estado y en el reconocimiento de los derechos sociales a nivel constitucional, pero han sido insuficientes para lograr un sistema de gobierno auténticamente democrático, que acabe con los privilegios de las élites.
En unas cuantas semanas, Zacatecas comenzará una nueva época, fruto de un movimiento político pacífico y reconciliador, que reconoce como el principal problema del sistema de gobierno a la corrupción, que engendró la colusión entre el poder político y el económico. En ese sentido, el gobernador electo ha manifestado su voluntad de trabajar en el mejoramiento de distintos rubros, como la minería, el campo, la migración y la gestión de asuntos indígenas. La mejor forma de honrar nuestro pasado, y a quienes lucharon por transformar la realidad, será al continuar esa lucha por la vía institucional, con transparencia, y sobre todo con cercanía y apoyo de la gente que hizo posible el comienzo de la Cuarta Transformación en el estado.
