/ jueves 10 de septiembre de 2020

#JuntosCrecemos Ente páginas y letras

La crisis provocó cambios de hábito de consumo se van a quedar y van a contribuir a que la gente compre más libros

Alma Ríos es hija de una maestra de primaria quien, además de dar clases, vendía libros para mantenerla a ella y a su hermano: “Mi madre me heredó el oficio, aunque a diferencia de ella, yo me dedico a la venta de libro usado”.

En su librería El Árbol, la cual abrió sus puertas en octubre del 2019, se puede encontrar mucho más que libros usados: ejemplares antiguos y primeras ediciones codiciadas por bibliófilos, obras descatalogadas o raras difíciles de encontrar, o ediciones agotadas que no se encuentran en el resto de las librerías.

“No me gusta especialmente el comercio, por lo tanto sólo puedo vender algo en lo que creo plenamente (…) tengo que estar convencida de que lo que promuevo es benéfico para la sociedad, creo que leer lo es, que conocer, lo es, por eso vendo libros de todos los temas”.

Justo ese interés por el conocimiento está implícito en el nombre de la librería: “Hace alusión al árbol del bien y del mal, el árbol del conocimiento del Génesis (…) pusimos en el logotipo no uno sino muchos frutos mordisqueados para expresar lo reiterado de la transgresión de Adán y Eva, cuyo objetivo fue conocer”.

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Antes de aventurarse a la venta de libros en un local fijo, Alma vendió por cambaceo, es decir, de puerta en puerta; también en stands en la calle, en exposiciones temporales y en escuelas y oficinas gubernamentales.

Ya en la librería, su clientela ha sido principalmente la comunidad universitaria; la mayoría de quienes recorren los anaqueles y hojean los libros, son docentes o alumnos de la Universidad Autónoma de Zacatecas de nivel preparatoria y profesional, así como de otras instituciones educativas.

Lo que más demanda tiene es la literatura, pero además de apostarle a una especialización en esa área, también se incluye un importante número de títulos de historia y arte, sin embargo la oferta general de la librería pretende abarca todo tipo de intereses de lectura.

“La crisis nos tomó cuando íbamos iniciando”

El establecimiento abrió sus puertas en el centro histórico de Zacatecas pocos meses antes de la epidemia por Covid-19, en cuya declaratoria de emergencia sanitaria, la venta de libros fue catalogada como una “actividad no esencial”, junto con muchos otros giros comerciales.

En su decreto publicado el 31 de marzo del 2020, la Secretaría de Salud estableció acciones extraordinarias para atender la emergencia, que en el sector privado, implicó la suspensión inmediata de aquellos que no fueran la distribución y venta de energéticos y alimentos, y otros sectores fundamentales de la economía.

El cierre de miles de negocios tuvo una duración obligatoria de dos meses: “La crisis nos tomó prácticamente cuando íbamos iniciando el negocio”, recuerda Alma.

Considera que, a diferencia del discurso gubernamental que dice que ya pasó lo peor, es en este momento cuando las cosas están más difíciles, porque la sociedad se nota más desgastada económicamente y con una mayor incertidumbre que seguirá mientras no haya una vacuna o un tratamiento específico y accesible para todos.

“Contestar si las pérdidas que hemos tenido pueden ocasionar el cierre definitivo de la librería es aun igualmente incierto, pero sí es claro que se va reduciendo nuestra capacidad de maniobra en consonancia con la reducción de la demanda”.

Alma recuerda que fue necesario prescindir de un ayudante, en principio más por el tema del cuidado de su salud que el económico, aunque reconoce que actualmente pesa más este último motivo, pues el monto de ventas se redujo en un 60 por ciento.

Venta por redes sociales

La promoción de libros usados en el perfil de Facebook de El Árbol, las entregas a domicilio y las ventas foráneas, “permitieron sortear más o menos bien los primeros meses del confinamiento”.

Sin embargo, en la mayoría de las librerías pequeñas de Zacatecas las herramientas del internet no han sido explotadas, según reconoció la presidenta de la Asociación de Libreros de Zacatecas, Esther Cárdenas Pérez.

“Nosotros no vendemos por internet, yo creo que vamos a tener que comenzar a adoptar ese tipo de venta”, comentó la también propietaria de la librería André-A, una de las más conocidas de la capital del estado.

Apuntó que las ventas a distancia, aunque son una nueva tendencia económicamente exitosa, no se comparan con la experiencia de visitar una librería: “La gente viene muchas veces sin tener en mente un libro en particular, muchas veces no sabe qué esperar, viene a ver, a hojear los libros”.

Desde hace más de 30 años, Esther comenzó a vender libros en un establecimiento que fundó con el nombre de Piedra Angular, el cual desapareció en 1996 para entonces abrir las puertas de André-a en el callejón del Santero, a sólo unos pasos de la catedral de Zacatecas.

El lugar se ha convertido en uno de los referentes para la venta de literatura en la ciudad, y también en uno de los foros más importantes para eventos culturales y artísticos como presentaciones bibliográficas y conferencias de escritores e investigadores.

En estas décadas de experiencia en el comercio de libros, Esther no recuerda una temporada tan difícil: “Las situación está bastante crítica, ahora peor que nunca”.

Reconoce que sobre todo en esta temporada ha pensado incursionar en el comercio electrónico de libros, pero señala que aun ello implica exponerse a riesgos relacionados con la pandemia, por el hecho de tener que comisionar a sus colaboradores a hacer entregas a domicilio.

“Las librerías pendemos de un hilo”

Ha sido muy lenta la recuperación tras la parálisis total que se vivió por varios meses: “Cerramos en marzo, abrimos apenas en agosto, y mientras tanto, todos tuvimos que pagar sueldos, Infonavit e IMSS, como si hubiéramos estado trabajado, el colchoncito que teníamos se fue allí”.

El solicitar préstamos bancarios no ha sido una opción real, pues todavía existe mucha incertidumbre para el futuro cercano y posiblemente no estarían en la posibilidad de pagar la deuda.

Aunque aclaró que ninguna de las 10 librerías ubicadas en la ciudad de Zacatecas ha cerrado de manera definitiva, reconoció que todas “penden de un hilo” por la difícil situación económica: la venta actual equivale apenas al 30 por ciento de la que se tuvo en años normales.

Falta solidaridad de Gobierno y universidades

Otro factor en contra es la suspensión de clases presenciales: “Aparte de que tuvimos cerrado, la gente sale poco y sin clases presenciales se vende mucho menos el libro que comúnmente se vendía en esta parte del año, sobre todo las librerías que se especializan en libros de texto”.

Esther lamentó la falta de solidaridad de parte de dependencias gubernamentales y escuelas de Zacatecas, ya que todas sus compras institucionales las hacen fuera del estado:

“Por ejemplo, la Universidad Autónoma de Zacatecas, para la cual todos pagamos impuestos, compra sus libros en otros estados sin ver que aquí se pueden encontrar al mismo precio, desde hace años todos trabajamos con el precio único de libro a nivel nacional”.

Al respecto insistió: “Nosotros no pedimos nada regalado, sólo pedimos a las universidades y al gobierno que se solidaricen para evitar que Zacatecas se quede sin librerías, quién sabe cuánto vamos a durar (…) no sí se podamos abrir la cortina el próximo año”.

Lo más grave ya pasó: Caniem

La Feria Nacional del Libro de Zacatecas, celebrada en agosto, tuvo que ser realizada en una modalidad virtual: la presentación de libros y las conferencias que antes se realizaban en museos o salones, ahora fueron a través de Facebook Live, mientras que la acostumbrada expoventa en la Plaza Bicentenario fue sustituida por un portal electrónico habilitado por el Instituto Zacatecano de Cultura y la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).

Al participar en la presentación de lo que fue la primera feria virtual en la que colaboró la Caniem, su presidente Juan Luis Arzoz Arbide reconoció que la crisis fue grande, pero afirmó que “lo más grave ya pasó”.

“No tengo el dato de cuántas librerías cerraron a nivel nacional, pero gracias a Dios fueron pocas las que cerraron de forma definitiva, y el resto ya va despegando”, declaró a varios medios de comunicación.

Expresó que las ventas por internet “mantuvieron un poquito” el mercado durante los meses en que todas las librerías estuvieron cerradas. Precisó que la Cámara tiene identificados cerca de 80 sitios comerciales, tanto de librería online, como de editoriales que utilizan ese medio para vender sus propias publicaciones.

Los libros digitales, Arzoz Arbide informó que este año crecieron sus ventas, pasando de representar el 4 al 10 por ciento del total de libros vendidos en México.

Por otro lado, destacó que la crisis provocó cambios de hábito de consumo se van a quedar y van a contribuir a que la gente compre más libros: “Ha crecido la lectura, creo que es algo positivo que nos va a dejar la pandemia”.

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Alma Ríos es hija de una maestra de primaria quien, además de dar clases, vendía libros para mantenerla a ella y a su hermano: “Mi madre me heredó el oficio, aunque a diferencia de ella, yo me dedico a la venta de libro usado”.

En su librería El Árbol, la cual abrió sus puertas en octubre del 2019, se puede encontrar mucho más que libros usados: ejemplares antiguos y primeras ediciones codiciadas por bibliófilos, obras descatalogadas o raras difíciles de encontrar, o ediciones agotadas que no se encuentran en el resto de las librerías.

“No me gusta especialmente el comercio, por lo tanto sólo puedo vender algo en lo que creo plenamente (…) tengo que estar convencida de que lo que promuevo es benéfico para la sociedad, creo que leer lo es, que conocer, lo es, por eso vendo libros de todos los temas”.

Justo ese interés por el conocimiento está implícito en el nombre de la librería: “Hace alusión al árbol del bien y del mal, el árbol del conocimiento del Génesis (…) pusimos en el logotipo no uno sino muchos frutos mordisqueados para expresar lo reiterado de la transgresión de Adán y Eva, cuyo objetivo fue conocer”.

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Antes de aventurarse a la venta de libros en un local fijo, Alma vendió por cambaceo, es decir, de puerta en puerta; también en stands en la calle, en exposiciones temporales y en escuelas y oficinas gubernamentales.

Ya en la librería, su clientela ha sido principalmente la comunidad universitaria; la mayoría de quienes recorren los anaqueles y hojean los libros, son docentes o alumnos de la Universidad Autónoma de Zacatecas de nivel preparatoria y profesional, así como de otras instituciones educativas.

Lo que más demanda tiene es la literatura, pero además de apostarle a una especialización en esa área, también se incluye un importante número de títulos de historia y arte, sin embargo la oferta general de la librería pretende abarca todo tipo de intereses de lectura.

“La crisis nos tomó cuando íbamos iniciando”

El establecimiento abrió sus puertas en el centro histórico de Zacatecas pocos meses antes de la epidemia por Covid-19, en cuya declaratoria de emergencia sanitaria, la venta de libros fue catalogada como una “actividad no esencial”, junto con muchos otros giros comerciales.

En su decreto publicado el 31 de marzo del 2020, la Secretaría de Salud estableció acciones extraordinarias para atender la emergencia, que en el sector privado, implicó la suspensión inmediata de aquellos que no fueran la distribución y venta de energéticos y alimentos, y otros sectores fundamentales de la economía.

El cierre de miles de negocios tuvo una duración obligatoria de dos meses: “La crisis nos tomó prácticamente cuando íbamos iniciando el negocio”, recuerda Alma.

Considera que, a diferencia del discurso gubernamental que dice que ya pasó lo peor, es en este momento cuando las cosas están más difíciles, porque la sociedad se nota más desgastada económicamente y con una mayor incertidumbre que seguirá mientras no haya una vacuna o un tratamiento específico y accesible para todos.

“Contestar si las pérdidas que hemos tenido pueden ocasionar el cierre definitivo de la librería es aun igualmente incierto, pero sí es claro que se va reduciendo nuestra capacidad de maniobra en consonancia con la reducción de la demanda”.

Alma recuerda que fue necesario prescindir de un ayudante, en principio más por el tema del cuidado de su salud que el económico, aunque reconoce que actualmente pesa más este último motivo, pues el monto de ventas se redujo en un 60 por ciento.

Venta por redes sociales

La promoción de libros usados en el perfil de Facebook de El Árbol, las entregas a domicilio y las ventas foráneas, “permitieron sortear más o menos bien los primeros meses del confinamiento”.

Sin embargo, en la mayoría de las librerías pequeñas de Zacatecas las herramientas del internet no han sido explotadas, según reconoció la presidenta de la Asociación de Libreros de Zacatecas, Esther Cárdenas Pérez.

“Nosotros no vendemos por internet, yo creo que vamos a tener que comenzar a adoptar ese tipo de venta”, comentó la también propietaria de la librería André-A, una de las más conocidas de la capital del estado.

Apuntó que las ventas a distancia, aunque son una nueva tendencia económicamente exitosa, no se comparan con la experiencia de visitar una librería: “La gente viene muchas veces sin tener en mente un libro en particular, muchas veces no sabe qué esperar, viene a ver, a hojear los libros”.

Desde hace más de 30 años, Esther comenzó a vender libros en un establecimiento que fundó con el nombre de Piedra Angular, el cual desapareció en 1996 para entonces abrir las puertas de André-a en el callejón del Santero, a sólo unos pasos de la catedral de Zacatecas.

El lugar se ha convertido en uno de los referentes para la venta de literatura en la ciudad, y también en uno de los foros más importantes para eventos culturales y artísticos como presentaciones bibliográficas y conferencias de escritores e investigadores.

En estas décadas de experiencia en el comercio de libros, Esther no recuerda una temporada tan difícil: “Las situación está bastante crítica, ahora peor que nunca”.

Reconoce que sobre todo en esta temporada ha pensado incursionar en el comercio electrónico de libros, pero señala que aun ello implica exponerse a riesgos relacionados con la pandemia, por el hecho de tener que comisionar a sus colaboradores a hacer entregas a domicilio.

“Las librerías pendemos de un hilo”

Ha sido muy lenta la recuperación tras la parálisis total que se vivió por varios meses: “Cerramos en marzo, abrimos apenas en agosto, y mientras tanto, todos tuvimos que pagar sueldos, Infonavit e IMSS, como si hubiéramos estado trabajado, el colchoncito que teníamos se fue allí”.

El solicitar préstamos bancarios no ha sido una opción real, pues todavía existe mucha incertidumbre para el futuro cercano y posiblemente no estarían en la posibilidad de pagar la deuda.

Aunque aclaró que ninguna de las 10 librerías ubicadas en la ciudad de Zacatecas ha cerrado de manera definitiva, reconoció que todas “penden de un hilo” por la difícil situación económica: la venta actual equivale apenas al 30 por ciento de la que se tuvo en años normales.

Falta solidaridad de Gobierno y universidades

Otro factor en contra es la suspensión de clases presenciales: “Aparte de que tuvimos cerrado, la gente sale poco y sin clases presenciales se vende mucho menos el libro que comúnmente se vendía en esta parte del año, sobre todo las librerías que se especializan en libros de texto”.

Esther lamentó la falta de solidaridad de parte de dependencias gubernamentales y escuelas de Zacatecas, ya que todas sus compras institucionales las hacen fuera del estado:

“Por ejemplo, la Universidad Autónoma de Zacatecas, para la cual todos pagamos impuestos, compra sus libros en otros estados sin ver que aquí se pueden encontrar al mismo precio, desde hace años todos trabajamos con el precio único de libro a nivel nacional”.

Al respecto insistió: “Nosotros no pedimos nada regalado, sólo pedimos a las universidades y al gobierno que se solidaricen para evitar que Zacatecas se quede sin librerías, quién sabe cuánto vamos a durar (…) no sí se podamos abrir la cortina el próximo año”.

Lo más grave ya pasó: Caniem

La Feria Nacional del Libro de Zacatecas, celebrada en agosto, tuvo que ser realizada en una modalidad virtual: la presentación de libros y las conferencias que antes se realizaban en museos o salones, ahora fueron a través de Facebook Live, mientras que la acostumbrada expoventa en la Plaza Bicentenario fue sustituida por un portal electrónico habilitado por el Instituto Zacatecano de Cultura y la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).

Al participar en la presentación de lo que fue la primera feria virtual en la que colaboró la Caniem, su presidente Juan Luis Arzoz Arbide reconoció que la crisis fue grande, pero afirmó que “lo más grave ya pasó”.

“No tengo el dato de cuántas librerías cerraron a nivel nacional, pero gracias a Dios fueron pocas las que cerraron de forma definitiva, y el resto ya va despegando”, declaró a varios medios de comunicación.

Expresó que las ventas por internet “mantuvieron un poquito” el mercado durante los meses en que todas las librerías estuvieron cerradas. Precisó que la Cámara tiene identificados cerca de 80 sitios comerciales, tanto de librería online, como de editoriales que utilizan ese medio para vender sus propias publicaciones.

Los libros digitales, Arzoz Arbide informó que este año crecieron sus ventas, pasando de representar el 4 al 10 por ciento del total de libros vendidos en México.

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