/ miércoles 26 de enero de 2022

Crónica del poder │ Edificar credibilidad en la comunión social

A estas alturas de la peligrosa confluencia de las crisis económica, pandémica, de violencia e inseguridad, lo que urge para alentar el proceso de cambio y transformación son la certidumbre y confianza en las instituciones gubernamentales y de la sociedad, la relación entre el sistema político y la sociedad civil, ésta afectada y gravemente lesionada por los fatídicos flagelos, debe tornarse en acción colectiva, cohesionada y bien fortalecida para encararlos con más eficacia estratégica y soluciones realistas.

Los momentos fundacionales de la nueva gobernanza que se pretende sobre Zacatecas, han de promoverse y edificarse por sobre las diferencias políticas e ideológicas, porque excluir, omitir, marginar, ignorar a sectores, grupos, instituciones, hasta individuos o personalidades con determinación, vocación y voluntad política de integración al esfuerzo conjunto, sería una falaz unidad carente de potencialidades y con vacíos que se traducirían en la más perniciosa simulación, y por consecuencia, las estrategias, operaciones, programas y acciones, resultan débiles, frágiles y con riesgo de derrumbe. Por eso, el liderazgo gubernamental y sus llamados, tienen que ser articuladores, armonizadores y conciliadores, nunca más la polarización ni las confrontaciones y mucho menos, los odios, rencores, enconos, revanchas y venganzas.

El objetivo máximo, la meta superior a alcanzar por esa fuerza colectiva, organizada e integradora de los zacatecanos, son la paz y tranquilidad, las condiciones óptimas que han de volver a propiciar y estimular un ritmo de crecimiento económico más acelerado y equilibrado, y escenarios de bienestar social en todos los sectores de la sociedad, sus comunidades y familias. Con esa sensibilidad se suman la palabra y las respuestas del líder religioso SIGIFREDO NORIEGA; con las más positivas vibraciones se manifiestan los empresarios, que sin desconocer que los azota la pandemia, se muestran solidarios y decididos a contribuir; como así ha reaccionado el sector educativo y como así se la parten los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud; como también deben aportar los mineros, industriales y comerciantes.

Bajo este panorama de solidaridad y corresponsable acompañamiento frente a la emergencia social, los anuncios del gobernante DAVID para reducir y contener los embates del virus maldito, caen en campo fértil, todos decididos a participar, porque se trata de una sociedad que se define participativa y comprometida con el interés superior del estado. Frente a esta línea de conducta desde los gobiernos y las instituciones deben surgir decisiones de reciprocidad, como el abastecimiento integral a hospitales en equipo, medicinas y personal médico; estímulos a los empleadores industriales y comerciantes, a los inversionistas; apoyos a hoteleros y restauranteros que ya sufren los estragos; apertura informativa y publicitaria a los medios de comunicación; estricto control sobre los precios de canasta básica y servicios, que sean evitados lo abusos, encarecimiento y especulación; que se multipliquen las obras públicas estatales y municipales; y fortalecer las operaciones de seguridad.

Estamos hablando de la efectiva y real coordinación de esfuerzos entre gobierno y sociedad, que gobernantes y empresarios actúen con madurez y corresponsabilidad, coincidentes en favor del inmenso compromiso con el pueblo, con las familias y sus comunidades, comportamientos que van a generar credibilidad en la comunión social que ya quiere ver avances con resultados, ya no más retrocesos ni tirones políticos, ni desgastantes tensiones, no más ofertas ni discursos estériles. Con eso.

A estas alturas de la peligrosa confluencia de las crisis económica, pandémica, de violencia e inseguridad, lo que urge para alentar el proceso de cambio y transformación son la certidumbre y confianza en las instituciones gubernamentales y de la sociedad, la relación entre el sistema político y la sociedad civil, ésta afectada y gravemente lesionada por los fatídicos flagelos, debe tornarse en acción colectiva, cohesionada y bien fortalecida para encararlos con más eficacia estratégica y soluciones realistas.

Los momentos fundacionales de la nueva gobernanza que se pretende sobre Zacatecas, han de promoverse y edificarse por sobre las diferencias políticas e ideológicas, porque excluir, omitir, marginar, ignorar a sectores, grupos, instituciones, hasta individuos o personalidades con determinación, vocación y voluntad política de integración al esfuerzo conjunto, sería una falaz unidad carente de potencialidades y con vacíos que se traducirían en la más perniciosa simulación, y por consecuencia, las estrategias, operaciones, programas y acciones, resultan débiles, frágiles y con riesgo de derrumbe. Por eso, el liderazgo gubernamental y sus llamados, tienen que ser articuladores, armonizadores y conciliadores, nunca más la polarización ni las confrontaciones y mucho menos, los odios, rencores, enconos, revanchas y venganzas.

El objetivo máximo, la meta superior a alcanzar por esa fuerza colectiva, organizada e integradora de los zacatecanos, son la paz y tranquilidad, las condiciones óptimas que han de volver a propiciar y estimular un ritmo de crecimiento económico más acelerado y equilibrado, y escenarios de bienestar social en todos los sectores de la sociedad, sus comunidades y familias. Con esa sensibilidad se suman la palabra y las respuestas del líder religioso SIGIFREDO NORIEGA; con las más positivas vibraciones se manifiestan los empresarios, que sin desconocer que los azota la pandemia, se muestran solidarios y decididos a contribuir; como así ha reaccionado el sector educativo y como así se la parten los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud; como también deben aportar los mineros, industriales y comerciantes.

Bajo este panorama de solidaridad y corresponsable acompañamiento frente a la emergencia social, los anuncios del gobernante DAVID para reducir y contener los embates del virus maldito, caen en campo fértil, todos decididos a participar, porque se trata de una sociedad que se define participativa y comprometida con el interés superior del estado. Frente a esta línea de conducta desde los gobiernos y las instituciones deben surgir decisiones de reciprocidad, como el abastecimiento integral a hospitales en equipo, medicinas y personal médico; estímulos a los empleadores industriales y comerciantes, a los inversionistas; apoyos a hoteleros y restauranteros que ya sufren los estragos; apertura informativa y publicitaria a los medios de comunicación; estricto control sobre los precios de canasta básica y servicios, que sean evitados lo abusos, encarecimiento y especulación; que se multipliquen las obras públicas estatales y municipales; y fortalecer las operaciones de seguridad.

Estamos hablando de la efectiva y real coordinación de esfuerzos entre gobierno y sociedad, que gobernantes y empresarios actúen con madurez y corresponsabilidad, coincidentes en favor del inmenso compromiso con el pueblo, con las familias y sus comunidades, comportamientos que van a generar credibilidad en la comunión social que ya quiere ver avances con resultados, ya no más retrocesos ni tirones políticos, ni desgastantes tensiones, no más ofertas ni discursos estériles. Con eso.