/ martes 26 de julio de 2022

Crónica del poder │ Efectividad hacia la paz y tranquilidad

Frente a los escenarios de violencia e inseguridad, la sociedad no puede ser considerada un simple objeto pasivo de la transformación, es razonable que los sectores se manifiesten y opinen acerca de las estrategias para combatir esos fenómenos que mantienen a Zacatecas en estancamiento y lo perfilan negativamente con estadísticas y percepciones que mucho dañan y desprestigian e imponen límites a los esfuerzos económicos, turístico y culturales e incluso a los institucionales, porque los gobiernos se esfuerzan por superar la terrible realidad, pero no logran impactar en la gente ni convencer de avances, aunque se muestren cifras, datos y gráficas demostrativas.

El meollo del asunto de la seguridad pública, no está en si se mantiene invariable la estrategia que lidera el presidente Andrés Manuel López Obrador en el país y que en Zacatecas secunda el gobernador David Monreal Ávila; o que debe cambiarse, como así lo sostienen la Iglesia, los empresarios, partidos políticos, organizaciones sociales, hasta el ex gobernador Ricardo Monreal Ávila, aspirante a la candidatura presidencial morenista y quien desde Zacatecas el jueves anterior, ya no pidió o exhortó, sino que urgió sea reconsiderada la estrategia de seguridad pública, a lo que su hermano David Monreal Ávila de inmediato respondió con rechazo al cambio de estrategia, lo que no traduce rompimiento de fraternidad, sino la secuencia de una sobrepolitización de la crisis de inseguridad y violencia.

Lo verdaderamente importante y lo que la población quiere ver, incluso presidentes municipales que tienen encima la gravedad del problema, es que haya efectividad, como aquella reacción estratégica de la semana pasada en Jerez, cuando al día siguiente de los encuentros entre cárteles, ya tenía detenidos a 11 protagonistas. Pronto los ciudadanos valoraron el operativo eficaz y de resultados, reconocieron los esfuerzos conjuntos del Ejército, la Guardia Nacional y la Policía Estatal, que demostraron precisión, colaboración y coordinación. La multiplicación de resultados como ese, puede ser la mejor fórmula para más pronto abatir la negativa percepción que envuelve a Fresnillo y Zacatecas Capital, cuyos efectos son el empantanamiento de la economía, del turismo y claro, la extensión de la desconfianza e incertidumbre.

La racionalidad y profunda preocupación, más el temor e inestabilidad social, son fundamentales para clamar por la contención de la violencia. Ninguna de las propuestas de la sociedad deben menospreciarse o tratarse con indiferencia ni descalificar, todo mundo quiere y desea alcanzar la paz y tranquilidad. Así por ejemplo, en otros lejanos horizontes, como Colombia, país sudamericano que ha sufrido la más pavorosa crisis de inseguridad provocada por el narcotráfico, la semana pasada se conoció el planteamiento del llamado Clan del Golfo, que en alianza con otros grupos criminales, propusieron coordinar un alto al fuego para incluso negociar su desarme con el gobierno izquierdista de Gustavo Petro, que asumirá mandato el próximo 7 de agosto, propuesta que aunque es de la delincuencia al gobierno, el antecedente mexicano lo marcó el Obispo Sigifredo Noriega, al convocar a un diálogo con líderes delincuenciales, lo que fue rechazado por Adolfo Marín.

Por todo ello, resulta razonable que la gente espere mejores resultados en los operativos de seguridad, que haya mayor efectividad no espectacularidad, que estén bien los límites tácticos que se imponen, pero también hay que considerar la urgencia de pronto salir de este ambiente de brutalidad y de tragedias.

Frente a los escenarios de violencia e inseguridad, la sociedad no puede ser considerada un simple objeto pasivo de la transformación, es razonable que los sectores se manifiesten y opinen acerca de las estrategias para combatir esos fenómenos que mantienen a Zacatecas en estancamiento y lo perfilan negativamente con estadísticas y percepciones que mucho dañan y desprestigian e imponen límites a los esfuerzos económicos, turístico y culturales e incluso a los institucionales, porque los gobiernos se esfuerzan por superar la terrible realidad, pero no logran impactar en la gente ni convencer de avances, aunque se muestren cifras, datos y gráficas demostrativas.

El meollo del asunto de la seguridad pública, no está en si se mantiene invariable la estrategia que lidera el presidente Andrés Manuel López Obrador en el país y que en Zacatecas secunda el gobernador David Monreal Ávila; o que debe cambiarse, como así lo sostienen la Iglesia, los empresarios, partidos políticos, organizaciones sociales, hasta el ex gobernador Ricardo Monreal Ávila, aspirante a la candidatura presidencial morenista y quien desde Zacatecas el jueves anterior, ya no pidió o exhortó, sino que urgió sea reconsiderada la estrategia de seguridad pública, a lo que su hermano David Monreal Ávila de inmediato respondió con rechazo al cambio de estrategia, lo que no traduce rompimiento de fraternidad, sino la secuencia de una sobrepolitización de la crisis de inseguridad y violencia.

Lo verdaderamente importante y lo que la población quiere ver, incluso presidentes municipales que tienen encima la gravedad del problema, es que haya efectividad, como aquella reacción estratégica de la semana pasada en Jerez, cuando al día siguiente de los encuentros entre cárteles, ya tenía detenidos a 11 protagonistas. Pronto los ciudadanos valoraron el operativo eficaz y de resultados, reconocieron los esfuerzos conjuntos del Ejército, la Guardia Nacional y la Policía Estatal, que demostraron precisión, colaboración y coordinación. La multiplicación de resultados como ese, puede ser la mejor fórmula para más pronto abatir la negativa percepción que envuelve a Fresnillo y Zacatecas Capital, cuyos efectos son el empantanamiento de la economía, del turismo y claro, la extensión de la desconfianza e incertidumbre.

La racionalidad y profunda preocupación, más el temor e inestabilidad social, son fundamentales para clamar por la contención de la violencia. Ninguna de las propuestas de la sociedad deben menospreciarse o tratarse con indiferencia ni descalificar, todo mundo quiere y desea alcanzar la paz y tranquilidad. Así por ejemplo, en otros lejanos horizontes, como Colombia, país sudamericano que ha sufrido la más pavorosa crisis de inseguridad provocada por el narcotráfico, la semana pasada se conoció el planteamiento del llamado Clan del Golfo, que en alianza con otros grupos criminales, propusieron coordinar un alto al fuego para incluso negociar su desarme con el gobierno izquierdista de Gustavo Petro, que asumirá mandato el próximo 7 de agosto, propuesta que aunque es de la delincuencia al gobierno, el antecedente mexicano lo marcó el Obispo Sigifredo Noriega, al convocar a un diálogo con líderes delincuenciales, lo que fue rechazado por Adolfo Marín.

Por todo ello, resulta razonable que la gente espere mejores resultados en los operativos de seguridad, que haya mayor efectividad no espectacularidad, que estén bien los límites tácticos que se imponen, pero también hay que considerar la urgencia de pronto salir de este ambiente de brutalidad y de tragedias.