/ viernes 4 de septiembre de 2020

Crónica del poder │ Promover análisis del informe

Acerca del segundo informe del presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha de ser motivo de análisis crítico y autocrítico, lo deseable será, que sus senadores, diputados, funcionarios y cuadros dirigentes morenistas, abandonen sus reyertas electoreras y las modorras que ya prolongan demasiado, para que los mensajes de su líder máximo, sus expresiones políticas y objetivos gubernamentales alcanzados, sean reproducidos y extendidos entre los sectores de la sociedad, las comunidades y las familias.

Se entiende que el Presidente tenga que fortalecer esperanzas e irradiar optimismo al señalar que con su gobierno austero hay un ahorro de 560 mil millones de pesos; que ahora hay justicia para el pobre y que en materia de seguridad ya no manda la delincuencia organizada; que está en marcha una nueva política económica sustentada en la moralidad; que la pandemia se supera y que sobre la crisis económica ya pasó lo peor y ahora vamos para arriba y se regresa a la normalidad productiva. Todo ese colectivo de informaciones de gobierno tienen que llevarse con claridad y más profundidad a la comprensión popular, para que broten o se generen las opiniones y comentarios en torno de los avances de la cuarta transformación, porque los impresionantes impactos mediáticos no son suficientes para lograr el cambio de mentalidad.

Ciertamente, el 68 por ciento de los mexicanos aprueban el ejercicio gubernamental de López Obrador, lo que traduce mantener el respaldo ciudadano que lo llevó a la Presidencia de la República. Pero ahora, en lugar de ovaciones, aplausos y alabanzas, hasta adoraciones como las que se estilaban en las Presidencias del PRI y del PAN; mejor que los reflectores y espectacularidades mañaneras, debe proceder una etapa de reflexión, revisión y ponderación sobre los temas cruciales, como la inseguridad y la devastadora economía, de manera que sea generado un clima político y social de estabilidad y certidumbre.

Al Presidente le ha sido difícil olvidar que fue víctima de fraudes electorales y frente al proceso electoral que arranca el próximo lunes 7 de septiembre, ha dicho que está convencido del "tremendo daño que ocasionan las autoridades impuestas", una veracidad que deja entrever que él no incurrirá en la imposición de candidatos ni gobernantes; y retoma su discurso sobre la reforma constitucional que castiga con cárcel, sin derecho a fianza, a quien utilice el presupuesto en beneficio de partidos y candidatos o adultere el carácter libre y democrático de las elecciones. Un mensaje que aquí debe ser escuchado por Verónica Díaz, Julieta del Río y los servidores de la Nación, y claro, por todos los funcionarios federales, estatales y municipales.

La oposición es frágil y dispersa

El Presidente López Obrador insistió en que "no ha habido un Presidente tan atacado como ahora", pero la gran mayoría apoya su gestión, y así lo marcan las encuestas. También se puede afirmar que no ha habido un Presidente tan a la ofensiva como ahora, como así la emprende contra empresarios, críticos, analistas y medios de comunicación, a los que ubica en los espacios del conservadurismo y neoliberalismo. Lo cierto es que, todos, adversarios y correligionarios coinciden en reconocer la lucha contra la corrupción, pero que ha de ser un gobierno que evite promover linchamientos y que sea ofensivo con los que piensan diferente y ejercen la libertad de expresión.

Acerca del segundo informe del presidente Andrés Manuel López Obrador, que ha de ser motivo de análisis crítico y autocrítico, lo deseable será, que sus senadores, diputados, funcionarios y cuadros dirigentes morenistas, abandonen sus reyertas electoreras y las modorras que ya prolongan demasiado, para que los mensajes de su líder máximo, sus expresiones políticas y objetivos gubernamentales alcanzados, sean reproducidos y extendidos entre los sectores de la sociedad, las comunidades y las familias.

Se entiende que el Presidente tenga que fortalecer esperanzas e irradiar optimismo al señalar que con su gobierno austero hay un ahorro de 560 mil millones de pesos; que ahora hay justicia para el pobre y que en materia de seguridad ya no manda la delincuencia organizada; que está en marcha una nueva política económica sustentada en la moralidad; que la pandemia se supera y que sobre la crisis económica ya pasó lo peor y ahora vamos para arriba y se regresa a la normalidad productiva. Todo ese colectivo de informaciones de gobierno tienen que llevarse con claridad y más profundidad a la comprensión popular, para que broten o se generen las opiniones y comentarios en torno de los avances de la cuarta transformación, porque los impresionantes impactos mediáticos no son suficientes para lograr el cambio de mentalidad.

Ciertamente, el 68 por ciento de los mexicanos aprueban el ejercicio gubernamental de López Obrador, lo que traduce mantener el respaldo ciudadano que lo llevó a la Presidencia de la República. Pero ahora, en lugar de ovaciones, aplausos y alabanzas, hasta adoraciones como las que se estilaban en las Presidencias del PRI y del PAN; mejor que los reflectores y espectacularidades mañaneras, debe proceder una etapa de reflexión, revisión y ponderación sobre los temas cruciales, como la inseguridad y la devastadora economía, de manera que sea generado un clima político y social de estabilidad y certidumbre.

Al Presidente le ha sido difícil olvidar que fue víctima de fraudes electorales y frente al proceso electoral que arranca el próximo lunes 7 de septiembre, ha dicho que está convencido del "tremendo daño que ocasionan las autoridades impuestas", una veracidad que deja entrever que él no incurrirá en la imposición de candidatos ni gobernantes; y retoma su discurso sobre la reforma constitucional que castiga con cárcel, sin derecho a fianza, a quien utilice el presupuesto en beneficio de partidos y candidatos o adultere el carácter libre y democrático de las elecciones. Un mensaje que aquí debe ser escuchado por Verónica Díaz, Julieta del Río y los servidores de la Nación, y claro, por todos los funcionarios federales, estatales y municipales.

La oposición es frágil y dispersa

El Presidente López Obrador insistió en que "no ha habido un Presidente tan atacado como ahora", pero la gran mayoría apoya su gestión, y así lo marcan las encuestas. También se puede afirmar que no ha habido un Presidente tan a la ofensiva como ahora, como así la emprende contra empresarios, críticos, analistas y medios de comunicación, a los que ubica en los espacios del conservadurismo y neoliberalismo. Lo cierto es que, todos, adversarios y correligionarios coinciden en reconocer la lucha contra la corrupción, pero que ha de ser un gobierno que evite promover linchamientos y que sea ofensivo con los que piensan diferente y ejercen la libertad de expresión.