/ viernes 12 de febrero de 2021

Crónica del poder │ Rechazo al clientelismo electoral

Muy seguramente David Monreal debe sentirse agraciado con esa estrategia que diariamente le acarrea respaldos hasta de priistas, panistas y perredistas, que son promoción de alienados morenistas y apasionados monrealistas, que al mismo tiempo descalifican a los adversarios y los colocan en la picota mediática o en el patíbulo público, para que sean motivo de escarnio y como lección clientelar y antidemocrática que ha de ser condenada por moros y cristianos.

Envueltos en la bandera de la anticorrupción, los diputados morenistas Jesús Padilla y Héctor Menchaca, y la legisladora petista Gabriela Pinedo, de pronto han descubierto que Roberto Luévano, es Secretario de Desarrollo Social de facto y que al mismo tiempo actúa como coordinador de la precampaña de la priista Claudia Anaya, lo que constituye una inmoral ambivalencia, y lo más grave, es flagrante violación a la Ley Electoral.

Ciertamente, Luévano es un político que como funcionario opera con gran desparpajo y no respeta límites, pero los denunciantes del hilo negro, entre sus correligionarios tienen ejemplares que obran con simulación y descaro, como son un selecto grupo de los llamados servidores de la nación y el más destacado por insolencia y cinismo en sus prácticas de clientelismo electoral, el alcalde de Guadalupe, Julio César Chávez, quien no se mide en la promoción abierta y evidente de su candidato a gobernador, al repartir como exhibición de prepotencia, cientos de tinacos, calentadores solares e instrumentos para discapacidad, comportamiento que no alcanzan a ver porque con hipocresía, "ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio." Probablemente, el Presidente Municipal aprendió las mañas del Secretario, cuando éste también fue alcalde de Guadalupe y al que sumisamente obedeció como secretario general. Son de la misma calaña.

Lo que deviene de este grito que contra la corrupción política lanzan los diputados morenistas, es un efecto de reversión y perversión, que lo mismo daña y degrada a su partido de la cuarta transformación y a los opositores del PRI, PAN y PRD, que postulan a Claudia Anaya, que Va por Zacatecas, lo que son actos violatorios, que los ministerios públicos federal y de la Fiscalía General de Justicia del Estado deben investigar, integrar expediente y consignar para que sean sancionados o castigados como así lo precisa la Ley.

Con esta intriga electorera, los diputados también pretenden involucrar al gobernador Alejandro Tello, quien desde el inicio del proceso electoral ya había manifestado pleno respeto a la legalidad y no intromisión o injerencia y exhortado a los ciudadanos a ejercer el voto con libertad y ofrecer garantizar pulcritud en el recuento de los votos y la certeza en los resultados, como así lo mandata la Constitución.

Figuras políticas perturbantes

Han sido Omar Carrera, Héctor Menchaca y Jesús Padilla, pero sus estridencias se han perdido en el desierto, donde visionan ficción e imaginan turbulencias para apostar al engaño alterador de un escenario, que quieran o no reconocer, ya se advierte de normalidad democrática, como un proceso histórico que culminará en una elección de certeza jurídica, caracterizada por la equidad, pulcritud e imparcialidad, una conjugación de valores y principios que en medio de la tranquilidad y certidumbre, nos dará autoridades legítimas y con auténtica representatividad.

Muy seguramente David Monreal debe sentirse agraciado con esa estrategia que diariamente le acarrea respaldos hasta de priistas, panistas y perredistas, que son promoción de alienados morenistas y apasionados monrealistas, que al mismo tiempo descalifican a los adversarios y los colocan en la picota mediática o en el patíbulo público, para que sean motivo de escarnio y como lección clientelar y antidemocrática que ha de ser condenada por moros y cristianos.

Envueltos en la bandera de la anticorrupción, los diputados morenistas Jesús Padilla y Héctor Menchaca, y la legisladora petista Gabriela Pinedo, de pronto han descubierto que Roberto Luévano, es Secretario de Desarrollo Social de facto y que al mismo tiempo actúa como coordinador de la precampaña de la priista Claudia Anaya, lo que constituye una inmoral ambivalencia, y lo más grave, es flagrante violación a la Ley Electoral.

Ciertamente, Luévano es un político que como funcionario opera con gran desparpajo y no respeta límites, pero los denunciantes del hilo negro, entre sus correligionarios tienen ejemplares que obran con simulación y descaro, como son un selecto grupo de los llamados servidores de la nación y el más destacado por insolencia y cinismo en sus prácticas de clientelismo electoral, el alcalde de Guadalupe, Julio César Chávez, quien no se mide en la promoción abierta y evidente de su candidato a gobernador, al repartir como exhibición de prepotencia, cientos de tinacos, calentadores solares e instrumentos para discapacidad, comportamiento que no alcanzan a ver porque con hipocresía, "ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio." Probablemente, el Presidente Municipal aprendió las mañas del Secretario, cuando éste también fue alcalde de Guadalupe y al que sumisamente obedeció como secretario general. Son de la misma calaña.

Lo que deviene de este grito que contra la corrupción política lanzan los diputados morenistas, es un efecto de reversión y perversión, que lo mismo daña y degrada a su partido de la cuarta transformación y a los opositores del PRI, PAN y PRD, que postulan a Claudia Anaya, que Va por Zacatecas, lo que son actos violatorios, que los ministerios públicos federal y de la Fiscalía General de Justicia del Estado deben investigar, integrar expediente y consignar para que sean sancionados o castigados como así lo precisa la Ley.

Con esta intriga electorera, los diputados también pretenden involucrar al gobernador Alejandro Tello, quien desde el inicio del proceso electoral ya había manifestado pleno respeto a la legalidad y no intromisión o injerencia y exhortado a los ciudadanos a ejercer el voto con libertad y ofrecer garantizar pulcritud en el recuento de los votos y la certeza en los resultados, como así lo mandata la Constitución.

Figuras políticas perturbantes

Han sido Omar Carrera, Héctor Menchaca y Jesús Padilla, pero sus estridencias se han perdido en el desierto, donde visionan ficción e imaginan turbulencias para apostar al engaño alterador de un escenario, que quieran o no reconocer, ya se advierte de normalidad democrática, como un proceso histórico que culminará en una elección de certeza jurídica, caracterizada por la equidad, pulcritud e imparcialidad, una conjugación de valores y principios que en medio de la tranquilidad y certidumbre, nos dará autoridades legítimas y con auténtica representatividad.