/ lunes 27 de junio de 2022

Crónica del poder │ Sobre Milpillas, ni un paso atrás

Sería imperdonable que la Nueva Gobernanza desista del compromiso con el bienestar social al admitir la cancelación del proyecto Milpillas, que garantiza abastecer de agua a las poblaciones de la zona metropolitana Fresnillo, Zacatecas Capital y Guadalupe, desde los municipios del noroeste, Jiménez del Teúl, Chalchihuites, Sombrerete, Río Grande, Cañitas, hasta Enrique Estrada, Calera, Morelos, Pánuco y Vetagrande, una esperanzadora expectativa de desarrollo que no debe sumarse como otro fracaso a los ya exhibidos por los gobiernos de Miguel Alonso y Alejandro Tello

Observar el desastre hídrico en el estado de Nuevo León, en el norte del país, donde la mitad de la población, incluído Monterrey, sufren apocalípticas carencias de agua, debe ser experiencia y lección de desastre y devastación que ha de evitarse en Zacatecas, considerado entre los 15 estados con riesgo extremadamente alto de quedarse sin agua, como así lo afirma el Instituto de Recursos Mundiales, coincidente con la investigadora Nadiezhda Ramírez Cabral, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, entrevistada aquí en El Sol de Zacatecas por la reportera Ana María Vacio, y que ya advierte "que si no hay agua disponible, se llegará al día cero" o sea, el agotamiento del recurso vital en un futuro próximo.

Los 5 años de negligencia e irresponsabilidad, ineptitud e incapacidad, de Víctor Armas y Fernando Maldonado, no deben repetirse en la Cuarta Transformación ni en la Nueva Gobernanza, porque aumentaría la decepción social, al otra vez fallar a la población ya sedienta, en un compromiso moral, social, político e histórico. El agua urge y, como la seguridad y la paz, los gobiernos federal, estatal y municipales, tienen la obligación de garantizar el agua con suficiencia y eficacia. Claro que es un reto y enorme desafío, pero no hay de otra, se tiene que cumplir. ¿Podemos?

Los recursos naturales son patrimonio de la Nación, por consecuencia, el Río Atenco que alimentará la presa, no puede ser propiedad de un grupo social aunque sea originario, y la sociedad zacatecana de toda esa región conurbada en el centro geográfico del estado y los municipios mencionados, exigen que el gobierno asuma un diálogo prudente, respetuoso, convincente y de compromiso con esa prioridad, porque es inaceptable dar por cerrado el caso de la obra vital y estratégica para el estado, definición del comisariado ejidal de Atotonilco y del llamado movimiento en defensa del territorio del Río Atenco.

Una decisión de grupo ejidal que se ostenta autónomo, lo cual es innegable, pero sí es cuestionable que se coloquen por encima de una urgencia de más de 700 mil habitantes en esta zona posible beneficiada con el proyecto Milpillas. Este no puede ser un asunto pertinaz para solo beneficiar a un pequeño grupo, y es en este grupo de ejidatarios, que debe prevalecer la solidaridad, la corresponsabilidad, porque de ellos depende en conciencia, lograr el servicio básico del agua potable para los próximos 50 años, de lo contrario, se entrará a esa peligrosa fase del día cero del desastre por la sinrazón, la obcecación y determinación política frente al poder.

Como ya lo ha hecho en dos ocasiones para respaldar a esos grupos rurales, David Monreal tendrá que regresar a Jiménez del Tel una y otra vez, cuantas veces sean necesarias, a insistir en el diálogo y llegar a la ansiada solución, porque no debe dar su brazo a torcer, es la batalla contra la pobreza y por la justicia social.

Sería imperdonable que la Nueva Gobernanza desista del compromiso con el bienestar social al admitir la cancelación del proyecto Milpillas, que garantiza abastecer de agua a las poblaciones de la zona metropolitana Fresnillo, Zacatecas Capital y Guadalupe, desde los municipios del noroeste, Jiménez del Teúl, Chalchihuites, Sombrerete, Río Grande, Cañitas, hasta Enrique Estrada, Calera, Morelos, Pánuco y Vetagrande, una esperanzadora expectativa de desarrollo que no debe sumarse como otro fracaso a los ya exhibidos por los gobiernos de Miguel Alonso y Alejandro Tello

Observar el desastre hídrico en el estado de Nuevo León, en el norte del país, donde la mitad de la población, incluído Monterrey, sufren apocalípticas carencias de agua, debe ser experiencia y lección de desastre y devastación que ha de evitarse en Zacatecas, considerado entre los 15 estados con riesgo extremadamente alto de quedarse sin agua, como así lo afirma el Instituto de Recursos Mundiales, coincidente con la investigadora Nadiezhda Ramírez Cabral, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, entrevistada aquí en El Sol de Zacatecas por la reportera Ana María Vacio, y que ya advierte "que si no hay agua disponible, se llegará al día cero" o sea, el agotamiento del recurso vital en un futuro próximo.

Los 5 años de negligencia e irresponsabilidad, ineptitud e incapacidad, de Víctor Armas y Fernando Maldonado, no deben repetirse en la Cuarta Transformación ni en la Nueva Gobernanza, porque aumentaría la decepción social, al otra vez fallar a la población ya sedienta, en un compromiso moral, social, político e histórico. El agua urge y, como la seguridad y la paz, los gobiernos federal, estatal y municipales, tienen la obligación de garantizar el agua con suficiencia y eficacia. Claro que es un reto y enorme desafío, pero no hay de otra, se tiene que cumplir. ¿Podemos?

Los recursos naturales son patrimonio de la Nación, por consecuencia, el Río Atenco que alimentará la presa, no puede ser propiedad de un grupo social aunque sea originario, y la sociedad zacatecana de toda esa región conurbada en el centro geográfico del estado y los municipios mencionados, exigen que el gobierno asuma un diálogo prudente, respetuoso, convincente y de compromiso con esa prioridad, porque es inaceptable dar por cerrado el caso de la obra vital y estratégica para el estado, definición del comisariado ejidal de Atotonilco y del llamado movimiento en defensa del territorio del Río Atenco.

Una decisión de grupo ejidal que se ostenta autónomo, lo cual es innegable, pero sí es cuestionable que se coloquen por encima de una urgencia de más de 700 mil habitantes en esta zona posible beneficiada con el proyecto Milpillas. Este no puede ser un asunto pertinaz para solo beneficiar a un pequeño grupo, y es en este grupo de ejidatarios, que debe prevalecer la solidaridad, la corresponsabilidad, porque de ellos depende en conciencia, lograr el servicio básico del agua potable para los próximos 50 años, de lo contrario, se entrará a esa peligrosa fase del día cero del desastre por la sinrazón, la obcecación y determinación política frente al poder.

Como ya lo ha hecho en dos ocasiones para respaldar a esos grupos rurales, David Monreal tendrá que regresar a Jiménez del Tel una y otra vez, cuantas veces sean necesarias, a insistir en el diálogo y llegar a la ansiada solución, porque no debe dar su brazo a torcer, es la batalla contra la pobreza y por la justicia social.