/ viernes 13 de mayo de 2022

Crónica del poder │Ante la impunidad, imposible callar

Ante las tragedias mortales lejanas o cercanas sobre los periodistas asesinados, no es posible callar, el silencio es aceptación de la impunidad ante la inconcebible impotencia del estado mexicano para contener esa coincidente y deliberada ofensiva que arranca desde el poder público, a través de la descalificación, la denigración, denostación y velados ataques a los comunicadores y sus medios, creando un grave y peligroso contexto de violencia e inseguridad, que quieran o no admitirlo, motivan una atmósfera de riesgos, amenazas, miedos, intimidación, un permanente y cotidiano atentado a la libertad de expresión.

Se reconoce, pero también encabrona, que observadores extranjeros y agentes extraños al quehacer político y periodístico en México, sean los que pronto se pronuncien y hagan señalamientos de repudio a la violencia contra los comunicadores, como las respetables expresiones de Ken Salazar, el Embajador de los Estados Unidos en nuestro país, que no duda en resaltar a los cuatro vientos, que la libertad de prensa en México está "bajo ataque", opinión vertida tras el asesinato de los periodistas Luis Enrique Ramírez, en Culiacán; Yesenia Mollinedo y Johana García, en Veracruz. Reacción de condena también fue lanzada por la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. Saben de la angustia, la frustración y decepción que anida en la sociedad, porque ahora el recuento de víctimas llega a 11 en el año.

Alentador testimonio de solidaridad nuevamente ha registrado la Alianza de Medios MX, a la que pertenece nuestra Organización Editorial, al elevar la voz de denuncia y repudio a ese ataque directo a las compañeras periodistas, que debe ser investigado con seriedad y sus responsables, materiales e intelectuales, procesados por la justicia, porque no puede reinar la impunidad ni en este ni en ningún otro caso. Son actos criminales que orillan a la prensa, a los medios a callar, pero no, el silencio es imposible, y desde acá se coincide con esa manifestación, porque cada periodista agredido representa un ataque a las libertades de expresión y prensa, que a su vez son los pilares de una sociedad libre y democrática.

La preocupación aquí, son las versiones de menosprecio y degradación al colectivo estatal de comunicadores y medios, se subestiman el valor, profesionalismo y la calidad informativa y la respetuosa opinión crítica, versiones que no vienen de la sociedad, porque en realidad son los lectores, los auditorios, los televidentes, los seguidores en las auténticas y veraces redes sociales, los que han generado un apreciado manto de credibilidad y confianza en todas las voces que en su ejercicio libre promueven la pluralidad, el diálogo, la conciliación y el compromiso social de la comunicación, muy alejados de las torcidas animadversiones, pero muy cercanos a la gente, a las familias y las comunidades, todos y solo con Zacatecas. Este es el escudo social que a los medios de compromiso social, los hace imbatibles e indomables.

Ciertamente, México no merece este destino y juntos, sociedad y gobierno tenemos que coadyuvar a que este círculo de muerte termine de una vez por todas. Desde Zacatecas, hacia Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Sinaloa y Veracruz, con toda seguridad se acumula en uno solo el sentimiento de solidaridad, pero también de exigencia de justicia, un ya basta a la impunidad y una convocatoria a la unidad para hacer efectiva la fuerza de la información y el poder de la libertad de expresión.

Ante las tragedias mortales lejanas o cercanas sobre los periodistas asesinados, no es posible callar, el silencio es aceptación de la impunidad ante la inconcebible impotencia del estado mexicano para contener esa coincidente y deliberada ofensiva que arranca desde el poder público, a través de la descalificación, la denigración, denostación y velados ataques a los comunicadores y sus medios, creando un grave y peligroso contexto de violencia e inseguridad, que quieran o no admitirlo, motivan una atmósfera de riesgos, amenazas, miedos, intimidación, un permanente y cotidiano atentado a la libertad de expresión.

Se reconoce, pero también encabrona, que observadores extranjeros y agentes extraños al quehacer político y periodístico en México, sean los que pronto se pronuncien y hagan señalamientos de repudio a la violencia contra los comunicadores, como las respetables expresiones de Ken Salazar, el Embajador de los Estados Unidos en nuestro país, que no duda en resaltar a los cuatro vientos, que la libertad de prensa en México está "bajo ataque", opinión vertida tras el asesinato de los periodistas Luis Enrique Ramírez, en Culiacán; Yesenia Mollinedo y Johana García, en Veracruz. Reacción de condena también fue lanzada por la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. Saben de la angustia, la frustración y decepción que anida en la sociedad, porque ahora el recuento de víctimas llega a 11 en el año.

Alentador testimonio de solidaridad nuevamente ha registrado la Alianza de Medios MX, a la que pertenece nuestra Organización Editorial, al elevar la voz de denuncia y repudio a ese ataque directo a las compañeras periodistas, que debe ser investigado con seriedad y sus responsables, materiales e intelectuales, procesados por la justicia, porque no puede reinar la impunidad ni en este ni en ningún otro caso. Son actos criminales que orillan a la prensa, a los medios a callar, pero no, el silencio es imposible, y desde acá se coincide con esa manifestación, porque cada periodista agredido representa un ataque a las libertades de expresión y prensa, que a su vez son los pilares de una sociedad libre y democrática.

La preocupación aquí, son las versiones de menosprecio y degradación al colectivo estatal de comunicadores y medios, se subestiman el valor, profesionalismo y la calidad informativa y la respetuosa opinión crítica, versiones que no vienen de la sociedad, porque en realidad son los lectores, los auditorios, los televidentes, los seguidores en las auténticas y veraces redes sociales, los que han generado un apreciado manto de credibilidad y confianza en todas las voces que en su ejercicio libre promueven la pluralidad, el diálogo, la conciliación y el compromiso social de la comunicación, muy alejados de las torcidas animadversiones, pero muy cercanos a la gente, a las familias y las comunidades, todos y solo con Zacatecas. Este es el escudo social que a los medios de compromiso social, los hace imbatibles e indomables.

Ciertamente, México no merece este destino y juntos, sociedad y gobierno tenemos que coadyuvar a que este círculo de muerte termine de una vez por todas. Desde Zacatecas, hacia Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Sinaloa y Veracruz, con toda seguridad se acumula en uno solo el sentimiento de solidaridad, pero también de exigencia de justicia, un ya basta a la impunidad y una convocatoria a la unidad para hacer efectiva la fuerza de la información y el poder de la libertad de expresión.