/ domingo 20 de septiembre de 2020

Crónica del poder | ¿Existe disciplina en los partidos?

Si en el PRI el dedazo ha fallecido, en Morena ha reencarnado en un dedito, que ya sabemos de quién es. Huérfano de padre, el PRI ahora decide por interpósito dirigente nacional, que la hace de Presidente y, como Morena tiene mucho padre, el anhelado triunfo electoral de 2021, sobre el otrora añejo y corrupto enemigo, ya se anticipa aderezado con el juicio a los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

En otras y pocas palabras, el Morena ya se ve en el espejo del PRI y a este ex hegemónico, apenas lo refleja como una sombra difusa. Visto así, más que el hostigamiento a los adversarios, que no enemigos, Morena parece ajustar cuentas con su pasado, con los antecedentes de su propia historia, que con otros datos, nos dice que sus orígenes fueron priistas y luego perredistas, algo y mucho de qué avergonzarse.

Los rostros de las batallas internas de esos partidos políticos, el PRI y Morena, luchan por confundirse y confundir a militantes y seguidores. Imperturbables se sienten Adolfo Bonilla y David Monreal; pero nada, nada está escrito, no se ha dicho la última palabra. Con moderadas actitudes e inteligentes pronunciamientos que lo proyectan conciliador y unificador, Saúl Monreal puede trascender la reelección y afianzar posicionamiento para medirse al tú por tú con los aspirantes de su partido, desde su hermano David, hasta Luis "El Oso" Medina, Ulises Mejía y José Narro; sin descontar a los aspirantes de los aliados, Javier Calzada del revivido Partido Encuentro Social; Geovanna Bañuelos, Magdalena Núñez Monreal y Alfredo Femat, del Partido del Trabajo; y el propuesto por el ninguneado Partido Verde Ecologista de México, que dirige el tristemente célebre y muy zacatecano, Carlos Puente.

En el PRI, aunque los indicadores desde la militancia y los cuadros dirigentes, con mucha seguridad ya señalan a Fito Bonilla, para los otros tres aspirantes la batalla no ha terminado y se ven dispuestos a provocar un sanguinario festín, porque acostumbrados al bárbaro canibalismo, no van a ceder, se sienten legítimos y merecedores de la maravillosa oportunidad de abanderar a su partido en la lucha por refrendar la gubernatura. La Senadora Claudia Anaya es la que más actúa con temple y razones políticas y legislativas de peso; Roberto Luévano todavía confía en las prácticas clientelares y aunque ya no tiene de su lado a Genaro Borrego ni a Aurelio Nuño Mayer siente que es ahora o nunca; el caso de Carlos Peña es menos doloroso porque tendrá tiempo para recomponerse e insistir en la próxima.

¿Quién tiene la última palabra?

El Presidente Andrés Manuel López Obrador es el de la gran decisión en Morena, y no solo por Zacatecas, sino por todo el país, sean para gobernadores, diputados y los más importantes alcaldes. Y como ya observó y comprobó que las facciones o tribus no se ponen de acuerdo ni para elegir al Presidente del partido ni a los más irrelevantes regidores, "ahí está lo que diga mi dedito." Si Alejandro Moreno es respetuoso de los protocolos y las reglas no escritas del PRI, tendrá que dejar que Alejandro Tello revalore y emita la opinión definitiva, Adolfo Bonilla o Claudia Anaya, y para los que no alcancen a llegar, están las diputaciones federales y locales, y "en la otra nos vemos." En la Revolución como en la Cuarta Transformación, el sistema es el mismo, no hay cambio, todo sigue igual.

Si en el PRI el dedazo ha fallecido, en Morena ha reencarnado en un dedito, que ya sabemos de quién es. Huérfano de padre, el PRI ahora decide por interpósito dirigente nacional, que la hace de Presidente y, como Morena tiene mucho padre, el anhelado triunfo electoral de 2021, sobre el otrora añejo y corrupto enemigo, ya se anticipa aderezado con el juicio a los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

En otras y pocas palabras, el Morena ya se ve en el espejo del PRI y a este ex hegemónico, apenas lo refleja como una sombra difusa. Visto así, más que el hostigamiento a los adversarios, que no enemigos, Morena parece ajustar cuentas con su pasado, con los antecedentes de su propia historia, que con otros datos, nos dice que sus orígenes fueron priistas y luego perredistas, algo y mucho de qué avergonzarse.

Los rostros de las batallas internas de esos partidos políticos, el PRI y Morena, luchan por confundirse y confundir a militantes y seguidores. Imperturbables se sienten Adolfo Bonilla y David Monreal; pero nada, nada está escrito, no se ha dicho la última palabra. Con moderadas actitudes e inteligentes pronunciamientos que lo proyectan conciliador y unificador, Saúl Monreal puede trascender la reelección y afianzar posicionamiento para medirse al tú por tú con los aspirantes de su partido, desde su hermano David, hasta Luis "El Oso" Medina, Ulises Mejía y José Narro; sin descontar a los aspirantes de los aliados, Javier Calzada del revivido Partido Encuentro Social; Geovanna Bañuelos, Magdalena Núñez Monreal y Alfredo Femat, del Partido del Trabajo; y el propuesto por el ninguneado Partido Verde Ecologista de México, que dirige el tristemente célebre y muy zacatecano, Carlos Puente.

En el PRI, aunque los indicadores desde la militancia y los cuadros dirigentes, con mucha seguridad ya señalan a Fito Bonilla, para los otros tres aspirantes la batalla no ha terminado y se ven dispuestos a provocar un sanguinario festín, porque acostumbrados al bárbaro canibalismo, no van a ceder, se sienten legítimos y merecedores de la maravillosa oportunidad de abanderar a su partido en la lucha por refrendar la gubernatura. La Senadora Claudia Anaya es la que más actúa con temple y razones políticas y legislativas de peso; Roberto Luévano todavía confía en las prácticas clientelares y aunque ya no tiene de su lado a Genaro Borrego ni a Aurelio Nuño Mayer siente que es ahora o nunca; el caso de Carlos Peña es menos doloroso porque tendrá tiempo para recomponerse e insistir en la próxima.

¿Quién tiene la última palabra?

El Presidente Andrés Manuel López Obrador es el de la gran decisión en Morena, y no solo por Zacatecas, sino por todo el país, sean para gobernadores, diputados y los más importantes alcaldes. Y como ya observó y comprobó que las facciones o tribus no se ponen de acuerdo ni para elegir al Presidente del partido ni a los más irrelevantes regidores, "ahí está lo que diga mi dedito." Si Alejandro Moreno es respetuoso de los protocolos y las reglas no escritas del PRI, tendrá que dejar que Alejandro Tello revalore y emita la opinión definitiva, Adolfo Bonilla o Claudia Anaya, y para los que no alcancen a llegar, están las diputaciones federales y locales, y "en la otra nos vemos." En la Revolución como en la Cuarta Transformación, el sistema es el mismo, no hay cambio, todo sigue igual.