/ jueves 7 de noviembre de 2019

Entre las cuerdas

En el boxeo amateur o de aficionados y en la lucha libre, como en muchas disciplinas deportivas, el entrenamiento y preparación de los atletas, cuando están desprovistas de fines y valores concretos, no tiene sentido, ni lo ha tenido en ningún tiempo, ni en ninguna época; Siempre se entrena con un propósito bien determinado y que se entiende como implícito para los entrenadores, luchadores y para los boxeadores. La preparación de los jóvenes atletas en el boxeo de aficionados tiende siempre a la formación integral de la persona humana, al desarrollo pleno de sus capacidades y de su personalidad como un ser humano integro, fomentando en ellos los valores como el respeto, la honestidad y la solidaridad, integridad, entre otros muchos, y que abarcan no tan solo a las principales personas sino que comprende al gran grupo que nosotros llamamos con mucho aprecio “Familia Boxística”.

El entrenamiento y preparación se realiza tratando de inculcar en los peleadores todo lo anterior, con la finalidad principal de orientar su conducta y actitudes que le son inherentes, que les proporcionara ayuda especialmente en el desarrollo de sus vidas, en el entendimiento de que un valor es aquello a lo que una persona decide dedicarle toda una vida o la mayor parte de ella, porque ello tiene la mayor significación en su vida, y por lo mismo lo defenderá o realizara a toda costa. Además entendemos que los valores no se imponen, solo se proponen y se ejemplifican vivencialmente por quien los quiere trasmitir o imponer, los valores no se decretan, se practican y con ello y con el tiempo lograran convertirlos en virtudes, conquistando así, enseñar, predicando con el ejemplo. El boxeador se apropia de los valores a través de sus sentimientos y sus sentidos, los descubre con la mente y los abraza con toda su humanidad.

Todo entrenamiento y preparación que no es relacionada con la formación de valores, no merece llamarse “Entrenamiento”, por lo mismo todo entrenador que no lo realiza con este objetivo, no merece llamarse “Entrenador”. Ellos deben de mantenerse como ejemplo de autoridad moral para poder llamar la atención a sus pupilos en caso necesario y estar en condiciones de proporcionar lo necesario, para que sus boxeadores lleguen al triunfo, no solo en lo deportivo, sino que también lo hagan en su vida cotidiana en todos sus aspectos, lastimosa es la situación que nos presentan continuamente muchos medios de comunicación, por ejemplo, al mostrarnos el escenario y consecuencias de la conducta de un púgil, hijo de una gran leyenda del boxeo mexicano, Julio Cesar Chávez. Esas conductas son las que se deben tratar de evitar en cualquier joven deportista.

En el boxeo amateur o de aficionados y en la lucha libre, como en muchas disciplinas deportivas, el entrenamiento y preparación de los atletas, cuando están desprovistas de fines y valores concretos, no tiene sentido, ni lo ha tenido en ningún tiempo, ni en ninguna época; Siempre se entrena con un propósito bien determinado y que se entiende como implícito para los entrenadores, luchadores y para los boxeadores. La preparación de los jóvenes atletas en el boxeo de aficionados tiende siempre a la formación integral de la persona humana, al desarrollo pleno de sus capacidades y de su personalidad como un ser humano integro, fomentando en ellos los valores como el respeto, la honestidad y la solidaridad, integridad, entre otros muchos, y que abarcan no tan solo a las principales personas sino que comprende al gran grupo que nosotros llamamos con mucho aprecio “Familia Boxística”.

El entrenamiento y preparación se realiza tratando de inculcar en los peleadores todo lo anterior, con la finalidad principal de orientar su conducta y actitudes que le son inherentes, que les proporcionara ayuda especialmente en el desarrollo de sus vidas, en el entendimiento de que un valor es aquello a lo que una persona decide dedicarle toda una vida o la mayor parte de ella, porque ello tiene la mayor significación en su vida, y por lo mismo lo defenderá o realizara a toda costa. Además entendemos que los valores no se imponen, solo se proponen y se ejemplifican vivencialmente por quien los quiere trasmitir o imponer, los valores no se decretan, se practican y con ello y con el tiempo lograran convertirlos en virtudes, conquistando así, enseñar, predicando con el ejemplo. El boxeador se apropia de los valores a través de sus sentimientos y sus sentidos, los descubre con la mente y los abraza con toda su humanidad.

Todo entrenamiento y preparación que no es relacionada con la formación de valores, no merece llamarse “Entrenamiento”, por lo mismo todo entrenador que no lo realiza con este objetivo, no merece llamarse “Entrenador”. Ellos deben de mantenerse como ejemplo de autoridad moral para poder llamar la atención a sus pupilos en caso necesario y estar en condiciones de proporcionar lo necesario, para que sus boxeadores lleguen al triunfo, no solo en lo deportivo, sino que también lo hagan en su vida cotidiana en todos sus aspectos, lastimosa es la situación que nos presentan continuamente muchos medios de comunicación, por ejemplo, al mostrarnos el escenario y consecuencias de la conducta de un púgil, hijo de una gran leyenda del boxeo mexicano, Julio Cesar Chávez. Esas conductas son las que se deben tratar de evitar en cualquier joven deportista.

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