/ jueves 2 de abril de 2020

Entre las cuerdas

En estos días no hay otro tema que se trate con más insistencia que el relacionado con el ya célebre Coronavirus, y como mencionaba en mi colaboración anterior, el deporte no puede abstraerse de sufrir repercusiones de toda índole a causa de este problema. El deporte en general ha entrado a una situación que conlleva un alto grado incertidumbre que afectara, con toda seguridad, las actividades básicas de práctica y organización de todos los eventos deportivos y que requerirá de medidas urgentes para solucionar su problemática.

Lo que estamos viviendo son hasta cierto punto eventos inesperados, incluso inevitables que afectaran la estructura y organización de muchas de las instituciones que están involucradas en el deporte, es decir, desde los deportista y entrenadores, hasta las grandes instituciones encargadas de regular las diferentes disciplinas como CONADE, Federaciones Nacionales, Institutos Estatales del Deporte como el INCUFIDEZ y muchas otras organizaciones. Sera necesario la creación de nuevos planes y modificaciones a los ya existentes, pero sobretodo deberá existir una nueva visión para enfrentar todos los cambios que se están gestando a todo nivel, para poder hacer frente a esas nuevas exigencias y ser capaces de dar respuesta a las nuevas necesidades tanto personales como sociales que de manera segura aparecerán cuando todo esto se normalice.

El ser humano tiene la capacidad para afrontar y recuperarse al sufrir problemas y obstáculos en su desarrollo y adaptarse al nuevo entorno que le rodea, y lo hace de manera natural para poder no solo sobrevivir, sino al mismo tiempo, salir fortalecido al aprovechar la situación utilizando su creatividad e innovación, obligándose a crear nuevas oportunidades que sean acordes a la recién situación imperante.

Desde un punto de vista meramente psicológico, las crisis son tan comunes como necesarias para el desarrollo de una persona o de una sociedad, y no siempre se trata de cuestiones negativas o tan evidentes. Cualquier obstáculo que se nos presente en la vida, por pequeño e insignificante que parezca a simple vista, representa un desafío que, de ser resuelto y superado, nos llevará a una nueva etapa en el espiral de nuestro crecimiento.

Si continuamos con la imagen de una espiral simulando el desarrollo de nuestras vidas, cada una de sus vueltas representa una crisis. Cabe señalar que nunca se puede descender, lo cual podría ser entendido como una involución; la única opción, por lo tanto, si no se consigue atravesar uno de estos muros, es quedarse estancado en un nivel, atrapado en un estado evolutivo y negarse al progreso.

Así que desde este punto de vista debemos esperar una gran evolución y cambio que se nos presentara, con la opción de que puede ser aprovechada para superarnos de una manera positiva y en beneficio de todos.

En estos días no hay otro tema que se trate con más insistencia que el relacionado con el ya célebre Coronavirus, y como mencionaba en mi colaboración anterior, el deporte no puede abstraerse de sufrir repercusiones de toda índole a causa de este problema. El deporte en general ha entrado a una situación que conlleva un alto grado incertidumbre que afectara, con toda seguridad, las actividades básicas de práctica y organización de todos los eventos deportivos y que requerirá de medidas urgentes para solucionar su problemática.

Lo que estamos viviendo son hasta cierto punto eventos inesperados, incluso inevitables que afectaran la estructura y organización de muchas de las instituciones que están involucradas en el deporte, es decir, desde los deportista y entrenadores, hasta las grandes instituciones encargadas de regular las diferentes disciplinas como CONADE, Federaciones Nacionales, Institutos Estatales del Deporte como el INCUFIDEZ y muchas otras organizaciones. Sera necesario la creación de nuevos planes y modificaciones a los ya existentes, pero sobretodo deberá existir una nueva visión para enfrentar todos los cambios que se están gestando a todo nivel, para poder hacer frente a esas nuevas exigencias y ser capaces de dar respuesta a las nuevas necesidades tanto personales como sociales que de manera segura aparecerán cuando todo esto se normalice.

El ser humano tiene la capacidad para afrontar y recuperarse al sufrir problemas y obstáculos en su desarrollo y adaptarse al nuevo entorno que le rodea, y lo hace de manera natural para poder no solo sobrevivir, sino al mismo tiempo, salir fortalecido al aprovechar la situación utilizando su creatividad e innovación, obligándose a crear nuevas oportunidades que sean acordes a la recién situación imperante.

Desde un punto de vista meramente psicológico, las crisis son tan comunes como necesarias para el desarrollo de una persona o de una sociedad, y no siempre se trata de cuestiones negativas o tan evidentes. Cualquier obstáculo que se nos presente en la vida, por pequeño e insignificante que parezca a simple vista, representa un desafío que, de ser resuelto y superado, nos llevará a una nueva etapa en el espiral de nuestro crecimiento.

Si continuamos con la imagen de una espiral simulando el desarrollo de nuestras vidas, cada una de sus vueltas representa una crisis. Cabe señalar que nunca se puede descender, lo cual podría ser entendido como una involución; la única opción, por lo tanto, si no se consigue atravesar uno de estos muros, es quedarse estancado en un nivel, atrapado en un estado evolutivo y negarse al progreso.

Así que desde este punto de vista debemos esperar una gran evolución y cambio que se nos presentara, con la opción de que puede ser aprovechada para superarnos de una manera positiva y en beneficio de todos.

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