/ martes 14 de mayo de 2019

“Lambiscones y barberos”

¡Qué lástima! Ya lo espetó AMLO sin miramientos: “No me voy a dejar rodear por lambiscones y barberos". Yo, que apenas alcanzo para mantener a mi familia con algún decoro con los emolumentos que me paga mi Universidad, tenía pensado –no obstante ser un mero aficionado a ofrecer semanalmente mis opiniones al público –acercarme a AMLO, a codazo partido entre toda su claque, para espetarle a bocajarro: “¡Qué bárbaro, AMLO!, ¡qué bien la estás haciendo en tu gestión gubernativa”.

Aunque, con todo respeto, pero hasta ahora le está “cayendo el veinte” a AMLO que lo que sobra en el mundillo de la política son los aduladores y barberos, los que andan buscando “hueso” para roer, especialmente quienes viven de la actividad política, quienes han además “chapulineado” todas las veces que ha sido necesario para mantener estables sus significativos ingresos pecuniarios, sin importar en algo sus ciertamente veleidosos principios partidarios.

Esa claque, haga lo que haga el o la político(a) que esté en el poder, lo(a) aclamará con furor, siempre y cuando haya expectativas de que el referido líder o lideresa se caiga con generosas dádivas. No es frecuente que alguno de esos(as) aduladores(as) le espete al gobernante en turno: “Mira, la estás regando”. Aunque sí debemos reconocer que cada vez hay más ciudadanos dentro de la política que mantienen una postura crítica, pero educada, hacia los gobernantes, como creo que se debe actuar, no por quedar bien con los gobernantes en turno, sino para fomentar el comportamiento crítico pero cívico entre la población.

Por supuesto que cuando AMLO caiga de su pedestal, y/o cuando termine su periodo gubernamental, unos cuantos, sus verdaderos amigos, seguirán frecuentándolo. Ésos serán los amigos de verdad. De cualquier forma, la aceptación de la política gubernamental en el actual régimen va atenuándose, me parece, con base en las encuestas que realizan empresas serias.

Pero también ocurre conmigo mismo situaciones relativas a la gratuidad del saludo social. Me pasa con frecuencia que conozco personas con quienes comparto saludo cordial, sin que seamos amigos propiamente tales, y ándele que consiguen algún cargo en el servicio público, y de inmediato me dejan de hablar y siquiera voltean a mirarme. Inclusive esconden la cara cuando casualmente nos topamos en los espacios públicos. Reitero: sin haberle uno hecho alguna majadería o cosa que se le aproxime.

Luego que ya fueron despedidos de sus cargos, o se acabó sin más su periodo en el ámbito gubernamental, eventualmente, cuando nos topamos, buscan mi saludo. Por supuesto que siquiera volteo a verlos. Creo yo en ese sentido firmemente que los cargos, especialmente los políticos y administrativos, representan una muy buena oportunidad para hacer amigos, y no enemigos.