/ jueves 9 de mayo de 2024

Lucha por el poder político

Nuestro país vive un momento importante por tratar de tener el poder político-gubernamental entre fuerzas de la derecha y de izquierda, la primera representada por una élite económica acostumbrada a establecer el rumbo nacional favoreciendo al gran capital y que se resiste cederlo a la segunda cuya visión del desarrollo es ayudar a personas en condiciones socioeconómicas desfavorables y no a empresarios poderosos, tiene una visión de desarrollo en lo local y no para el extranjero, para la misma gente que conoce su situación y no impuesta desde el extranjero. Ambas son visiones opuestas de país. La toma de decisiones gubernamentales ha sido para cuidar y proteger a empresas de gran capital nacional y extranjero acordes al modelo económico neoliberal ocasionando que uno de cada dos mexicanos viva en pobreza y miseria. Supuestamente la transformación gubernamental es diseñar e implementar políticas públicas para el desarrollo humano sustentable ahora pensado más en “los de abajo” bajo el concepto de bienestar y favoreciendo menos a la alta clase social y a élites.

La terminación del sexenio del presidente Peña Nieto e inicio del régimen de López Obrador es ejemplo claro de rapidez política y económica, de que los tiempos y acciones en cargos públicos son muy variables. También muestra que la clase política anteriormente más favorecida y como la actual, tienen diferentes intereses y concepto de gobernanza y gobernabilidad. Una se resiste a perder lo que ha logrado económica y políticamente, la otra se muestra afanosa de ejercer el poder gubernamental de manera oficial, pero proviene de una izquierda electorera, en varias veces le vemos con ánimos de confrontar, pero tiene a su favor mayoría en cargos públicos y más de 30 millones de votos en la pasada elección presidencial, cantidad resultante de la necesidad o deseo de un cambio en la calidad de vida. Como ejemplos de pugnas entre prevalecer esquemas económicos y políticos o transformarlos es que la fuerza con pensamiento y actitud conservadora no acepta tal situación y no desean seguir perdiendo parte de su poder político y tener menos decisiones en el presupuesto federal, situación opuesta es en la fuerza de izquierda ahora en el poder político y gubernamental.

Esta pugna política y gubernamental entre los que desean retornar y lo que quieren ampliar su potencial político-electoral es un proceso dinámico y natural en cualquier sociedad democrática donde existe correlación de fuerzas. Es benéfico para el ciudadano si se establece una nueva estructura que equilibre dichas fuerzas entre élites y grupos. Esto apenas empieza ya que no concluirá con la próxima jornada electoral, sino que será durante un sexenio. Lo deseable es tener acuerdos entre dichas fuerzas para sana convivencia y perspectiva compartida del desarrollo nacional.

Nuestro país vive un momento importante por tratar de tener el poder político-gubernamental entre fuerzas de la derecha y de izquierda, la primera representada por una élite económica acostumbrada a establecer el rumbo nacional favoreciendo al gran capital y que se resiste cederlo a la segunda cuya visión del desarrollo es ayudar a personas en condiciones socioeconómicas desfavorables y no a empresarios poderosos, tiene una visión de desarrollo en lo local y no para el extranjero, para la misma gente que conoce su situación y no impuesta desde el extranjero. Ambas son visiones opuestas de país. La toma de decisiones gubernamentales ha sido para cuidar y proteger a empresas de gran capital nacional y extranjero acordes al modelo económico neoliberal ocasionando que uno de cada dos mexicanos viva en pobreza y miseria. Supuestamente la transformación gubernamental es diseñar e implementar políticas públicas para el desarrollo humano sustentable ahora pensado más en “los de abajo” bajo el concepto de bienestar y favoreciendo menos a la alta clase social y a élites.

La terminación del sexenio del presidente Peña Nieto e inicio del régimen de López Obrador es ejemplo claro de rapidez política y económica, de que los tiempos y acciones en cargos públicos son muy variables. También muestra que la clase política anteriormente más favorecida y como la actual, tienen diferentes intereses y concepto de gobernanza y gobernabilidad. Una se resiste a perder lo que ha logrado económica y políticamente, la otra se muestra afanosa de ejercer el poder gubernamental de manera oficial, pero proviene de una izquierda electorera, en varias veces le vemos con ánimos de confrontar, pero tiene a su favor mayoría en cargos públicos y más de 30 millones de votos en la pasada elección presidencial, cantidad resultante de la necesidad o deseo de un cambio en la calidad de vida. Como ejemplos de pugnas entre prevalecer esquemas económicos y políticos o transformarlos es que la fuerza con pensamiento y actitud conservadora no acepta tal situación y no desean seguir perdiendo parte de su poder político y tener menos decisiones en el presupuesto federal, situación opuesta es en la fuerza de izquierda ahora en el poder político y gubernamental.

Esta pugna política y gubernamental entre los que desean retornar y lo que quieren ampliar su potencial político-electoral es un proceso dinámico y natural en cualquier sociedad democrática donde existe correlación de fuerzas. Es benéfico para el ciudadano si se establece una nueva estructura que equilibre dichas fuerzas entre élites y grupos. Esto apenas empieza ya que no concluirá con la próxima jornada electoral, sino que será durante un sexenio. Lo deseable es tener acuerdos entre dichas fuerzas para sana convivencia y perspectiva compartida del desarrollo nacional.