/ martes 26 de abril de 2022

¿Votación sin convicción?

El pasado domingo, se celebró la segunda vuelta de las Elecciones en Francia por la presidencia de la República, y aunque la ratificación en el poder para el aspirante Emmanuel Macron era una situación prácticamente “segura”, no dejaba de preocupar a miembros de la Unión Europea, que su opositora, Marine Le Pen, hubiese estado cerca de asumir el poder, dadas las tendencias políticas de la candidata hacia la extrema derecha y sus privilegiadas relaciones con países como Rusia que suponían, de facto, la salida de Francia del bloque europeo.

La historia política francesa ha experimentado todo tipo de regímenes: monarquías, imperios, parlamentarismo puro y, desde el 5 de octubre de 1958 con la V República de Francia, un régimen semipresidencialista, es decir, una combinación entre el régimen presidencial y el parlamentario. Ello implica la existencia de un jefe de Estado, electo directamente por la ciudadanía de forma democrática y de un primer ministro responsable ante el parlamento.

Ahora bien, en el contexto de las elecciones, cuando hablamos de un “cordón sanitario”, lo normal es referimos al conjunto de medidas que se establecen para evitar la propagación de enfermedades, plagas o epidemias. En política, se instauran cordones de este tipo, para evitar que partidos o candidatos que suelen ser ultra extremistas, no asuman posiciones de poder. Durante las últimas décadas, en Francia, se ha echado mano del “cordón sanitario” para evitar que, en segunda vuelta, la familia Le Pen y su partido alcancen la presidencia. Sin embargo, contrario a otras ocasiones, durante esta elección el bastión anti-extremistas que, regularmente solía responder sin mayor problema en las urnas, se contrajo frente al rechazo hacia la política del presidente reelecto Emmanuel Macron, y el cansancio de tener que votar en un sentido, sólo para que no gane un partido o personaje en concreto. Lo anterior quedó demostrado por la disminución en la diferencia porcentual entre los aspirantes a la presidencia con relación al proceso anterior, un nivel de abstencionismo de 28% (mayor a otros años por la contracción en el cordón sanitario de referencia), y un total de 18,779,641 votos para Macron (participación ciudadana de 73,69%, la más baja desde 2002), situación que lo convierte nuevamente en presidente de la República francesa por un periodo de 5 años más.

Con todo, la desafección política, la crisis europea motivada por la guerra, las protestas y el desencanto que para algunos ha significado la reelección de Macron, pues no existen en el mundo régimen sin oposición, quedan pendientes a resolver grandes temas, mismos que provocaron una victoria incómoda para el mandatario francés y cuyas decisiones marcarán un antes y un después, en las inclinaciones políticas de la ciudadanía de cara a los próximos procesos de elección, dejando en evidencia que votar sin convicción cada vez cuesta más.

El pasado domingo, se celebró la segunda vuelta de las Elecciones en Francia por la presidencia de la República, y aunque la ratificación en el poder para el aspirante Emmanuel Macron era una situación prácticamente “segura”, no dejaba de preocupar a miembros de la Unión Europea, que su opositora, Marine Le Pen, hubiese estado cerca de asumir el poder, dadas las tendencias políticas de la candidata hacia la extrema derecha y sus privilegiadas relaciones con países como Rusia que suponían, de facto, la salida de Francia del bloque europeo.

La historia política francesa ha experimentado todo tipo de regímenes: monarquías, imperios, parlamentarismo puro y, desde el 5 de octubre de 1958 con la V República de Francia, un régimen semipresidencialista, es decir, una combinación entre el régimen presidencial y el parlamentario. Ello implica la existencia de un jefe de Estado, electo directamente por la ciudadanía de forma democrática y de un primer ministro responsable ante el parlamento.

Ahora bien, en el contexto de las elecciones, cuando hablamos de un “cordón sanitario”, lo normal es referimos al conjunto de medidas que se establecen para evitar la propagación de enfermedades, plagas o epidemias. En política, se instauran cordones de este tipo, para evitar que partidos o candidatos que suelen ser ultra extremistas, no asuman posiciones de poder. Durante las últimas décadas, en Francia, se ha echado mano del “cordón sanitario” para evitar que, en segunda vuelta, la familia Le Pen y su partido alcancen la presidencia. Sin embargo, contrario a otras ocasiones, durante esta elección el bastión anti-extremistas que, regularmente solía responder sin mayor problema en las urnas, se contrajo frente al rechazo hacia la política del presidente reelecto Emmanuel Macron, y el cansancio de tener que votar en un sentido, sólo para que no gane un partido o personaje en concreto. Lo anterior quedó demostrado por la disminución en la diferencia porcentual entre los aspirantes a la presidencia con relación al proceso anterior, un nivel de abstencionismo de 28% (mayor a otros años por la contracción en el cordón sanitario de referencia), y un total de 18,779,641 votos para Macron (participación ciudadana de 73,69%, la más baja desde 2002), situación que lo convierte nuevamente en presidente de la República francesa por un periodo de 5 años más.

Con todo, la desafección política, la crisis europea motivada por la guerra, las protestas y el desencanto que para algunos ha significado la reelección de Macron, pues no existen en el mundo régimen sin oposición, quedan pendientes a resolver grandes temas, mismos que provocaron una victoria incómoda para el mandatario francés y cuyas decisiones marcarán un antes y un después, en las inclinaciones políticas de la ciudadanía de cara a los próximos procesos de elección, dejando en evidencia que votar sin convicción cada vez cuesta más.