/ jueves 11 de agosto de 2022

Ya viene la peor crisis hídrica de los tiempos modernos

Todos recordamos aquellos lejanos días cuando, diariamente, abríamos cualquier llave de paso y el liquido fluía como si proviniera de una fuente infinita e inagotable de agua. Dábamos por sentado que siempre sería así, nunca dimensionamos las limitaciones y graves problemas a los que nos enfrentaríamos por su mal uso, mal tratamiento, mala distribución, por la exagerada explotación de este recurso; nunca imaginamos que se el agua.

Cada vez es más frecuente saber de lugares donde las llaves no sueltan gota de agua. Donde no importa si existe o no, red de distribución hidráulica. Los pozos, tuberías, incluso las cisternas, tinacos, tanques elevados, se han vistos mermados, sus niveles disminuidos. Y hoy, para la incredulidad de todos, fuimos testigos de cómo una ciudad entera, (véase el caso Monterrey) padeció los estragos de la escasez de este recurso.

El problema de la cotidianidad es que (en ocasiones) se deja de valorar lo que se tiene. Y debemos decirlo: hemos dejado de valorar el esfuerzo en la administración, distribución y en la disponibilidad del agua. Y es que el agua es un recurso renovable, pero no infinito. Ante este escenario y el constante crecimiento poblacional, cada día nos acercamos más a vivir una sequía histórica, a enfrentarnos a la peor crisis hídrica de los tiempos modernos.

Enfrentarnos a esto no es un reto menor, pero tampoco es un reto de una sola persona, ningún gobernante, administrador, ni operador, podrá abatir el desabasto, sin la colaboración de los usuarios. Zacatecas no está exento de los pronósticos, los que aquí vivimos estamos obligados a aprender en cabeza ajena, siendo más conscientes sobre el uso del agua, más responsables.

Como referente, en Fresnillo consumimos el equivalente de agua que se requiere para llenar 5,600 albercas olímpicas al año. Y aunque hemos avanzado en la modernización del sistema de agua y hemos mejorado la red de distribución, sabemos que aún falta mucho por hacer, pero también sabemos que no podemos solos, este reto al que nos enfrentamos es de todos, y todos son todos.

Y es que muchas veces no dimensionamos la excesiva cantidad de agua que se necesita para abastecer una ciudad, mencionaba el caso Fresnillo, pero en el JIAPAZ no se está mucho mejor. Por día, los municipios de Guadalupe, Zacatecas, Morelos y Vetagrande, requieren de la extracción de 75,600 metros cúbicos de liquido, que equivalen a 3 millones 780 mil garrafones de agua potable.

Además, todos los sistemas están expuestos a tener los mismos problemas de cualquier red de distribución y lo que implica: falta de presión, filtraciones por fugas, ausencia de sectorización para controlar el flujo del liquido. Así de complejo, así de catastrófico el escenario para insistir en la misma reflexión, hace falta más conciencia, más acciones, más cuidado, más inversión.

Por eso celebro las iniciativas que se hacen con este motivo, como la realizada hace unos días por mi amigo y reconocido caricaturista, Pablo Quezada, a quien le agradezco sus consideraciones y la iniciativa de promover el cuidado del agua con la exposición “Cuidemos el agua con un chorro de humor”, en la que artistas de distintas partes del mundo conjuntaron su obra en este propósito.

Todos recordamos aquellos lejanos días cuando, diariamente, abríamos cualquier llave de paso y el liquido fluía como si proviniera de una fuente infinita e inagotable de agua. Dábamos por sentado que siempre sería así, nunca dimensionamos las limitaciones y graves problemas a los que nos enfrentaríamos por su mal uso, mal tratamiento, mala distribución, por la exagerada explotación de este recurso; nunca imaginamos que se el agua.

Cada vez es más frecuente saber de lugares donde las llaves no sueltan gota de agua. Donde no importa si existe o no, red de distribución hidráulica. Los pozos, tuberías, incluso las cisternas, tinacos, tanques elevados, se han vistos mermados, sus niveles disminuidos. Y hoy, para la incredulidad de todos, fuimos testigos de cómo una ciudad entera, (véase el caso Monterrey) padeció los estragos de la escasez de este recurso.

El problema de la cotidianidad es que (en ocasiones) se deja de valorar lo que se tiene. Y debemos decirlo: hemos dejado de valorar el esfuerzo en la administración, distribución y en la disponibilidad del agua. Y es que el agua es un recurso renovable, pero no infinito. Ante este escenario y el constante crecimiento poblacional, cada día nos acercamos más a vivir una sequía histórica, a enfrentarnos a la peor crisis hídrica de los tiempos modernos.

Enfrentarnos a esto no es un reto menor, pero tampoco es un reto de una sola persona, ningún gobernante, administrador, ni operador, podrá abatir el desabasto, sin la colaboración de los usuarios. Zacatecas no está exento de los pronósticos, los que aquí vivimos estamos obligados a aprender en cabeza ajena, siendo más conscientes sobre el uso del agua, más responsables.

Como referente, en Fresnillo consumimos el equivalente de agua que se requiere para llenar 5,600 albercas olímpicas al año. Y aunque hemos avanzado en la modernización del sistema de agua y hemos mejorado la red de distribución, sabemos que aún falta mucho por hacer, pero también sabemos que no podemos solos, este reto al que nos enfrentamos es de todos, y todos son todos.

Y es que muchas veces no dimensionamos la excesiva cantidad de agua que se necesita para abastecer una ciudad, mencionaba el caso Fresnillo, pero en el JIAPAZ no se está mucho mejor. Por día, los municipios de Guadalupe, Zacatecas, Morelos y Vetagrande, requieren de la extracción de 75,600 metros cúbicos de liquido, que equivalen a 3 millones 780 mil garrafones de agua potable.

Además, todos los sistemas están expuestos a tener los mismos problemas de cualquier red de distribución y lo que implica: falta de presión, filtraciones por fugas, ausencia de sectorización para controlar el flujo del liquido. Así de complejo, así de catastrófico el escenario para insistir en la misma reflexión, hace falta más conciencia, más acciones, más cuidado, más inversión.

Por eso celebro las iniciativas que se hacen con este motivo, como la realizada hace unos días por mi amigo y reconocido caricaturista, Pablo Quezada, a quien le agradezco sus consideraciones y la iniciativa de promover el cuidado del agua con la exposición “Cuidemos el agua con un chorro de humor”, en la que artistas de distintas partes del mundo conjuntaron su obra en este propósito.