/ lunes 17 de mayo de 2021

El problema de Issstezac no se resuelve con demagogia

El Issstezac es una institución que desafortunadamente nació muerta. Hace 35 años, y a tan sólo 6 meses de su creación, comenzó a pagar pensiones a 174 pensionados sin contar con las suficientes aportaciones que soportaran financieramente lo anterior. Desde luego que los derechos de las y los trabajadores siempre deben ir por delante, ese es un tema incuestionable. Sin embargo, desde un principio se adoleció de la planeación necesaria y de la construcción de mecanismos financieros que propiciaran que los ingresos del organismo se multiplicaran de una manera proporcional respecto a sus egresos.

Por eso siempre lo digo en los foros de diálogo con la gente: la administración pública es una ciencia, y debe asumirse con gran responsabilidad, con conocimiento y con el apoyo de un equipo de expertos que brinden las soluciones más oportunas y sostenibles a los problemas. Esto no sucedió en el caso del Issstezac, sino que, por el contrario, el tema de las pensiones se convirtió en una bola de nieve cada vez más ingobernable. Entre 2011 y 2021, es decir, en un lapso de 10 años, el número de pensionados se triplicó: pasó de 1,300 a poco más de 4,500, de modo que el pago por este concepto pasó de 200 a 1,100 millones de pesos en tan sólo una década.

A esto hay que sumarle las malas decisiones financieras por parte del gobierno del estado. Por citar un ejemplo, recordemos aquel sexenio (1998-2004) en el que hubo un ‘boom’ de boliches a costa del presupuesto de Issstezac. Lejos de consolidar el fondo de pensiones, abrieron un boliche en Fresnillo, que estaba tan mal construido que se inundó y lo tuvieron que cerrar varios años. Resultado: pérdidas. Otro proyecto fallido es el boliche de Quebradilla, que también estuvo cerrado muchos años y luego lo tuvieron que desmantelar. Resultado: pérdidas. Entre los tres boliches que se abrieron en ese entonces (de los cuales sólo uno sobrevive, y con más gastos que ingresos), hoy día suman un valor en libros de más de 29 millones de pesos, los cuales pudieron invertirse en proyectos que garantizaran su rentabilidad para los fines del instituto y a favor de los intereses de las y los trabajadores.

Hay una catástrofe peor: la de los hoteles que posee el Issstezac, y que fueron adquiridos, precisamente, en el mismo sexenio. Hoy día significan otros 200 millones de pesos invertidos en proyectos cuya rentabilidad ha sido mínima en comparación no sólo al gasto que ha representado su adquisición y su mantenimiento, sino a las acuciantes necesidades de liquidez por parte de este organismo que con estas decisiones tan desafortunadas se alejó de su misión primordial: velar por el bien de las y los trabajadores del estado.

El tema, desde luego, tiene aún más aristas cuyo desarrollo tomaría más espacio del que dispongo aquí, así que por ahora concluyo esta participación señalando algo que considero importante: los problemas del Issstezac, como los del estado, no se van a resolver con alegres declaraciones de empatía demagógica ni con ocurrencias. Hay que tomar al toro por los cuernos, de manera inteligente, con visión de Estado y con verdadera voluntad política para resolver eficazmente los asuntos que competen a la administración pública.

El Issstezac es una institución que desafortunadamente nació muerta. Hace 35 años, y a tan sólo 6 meses de su creación, comenzó a pagar pensiones a 174 pensionados sin contar con las suficientes aportaciones que soportaran financieramente lo anterior. Desde luego que los derechos de las y los trabajadores siempre deben ir por delante, ese es un tema incuestionable. Sin embargo, desde un principio se adoleció de la planeación necesaria y de la construcción de mecanismos financieros que propiciaran que los ingresos del organismo se multiplicaran de una manera proporcional respecto a sus egresos.

Por eso siempre lo digo en los foros de diálogo con la gente: la administración pública es una ciencia, y debe asumirse con gran responsabilidad, con conocimiento y con el apoyo de un equipo de expertos que brinden las soluciones más oportunas y sostenibles a los problemas. Esto no sucedió en el caso del Issstezac, sino que, por el contrario, el tema de las pensiones se convirtió en una bola de nieve cada vez más ingobernable. Entre 2011 y 2021, es decir, en un lapso de 10 años, el número de pensionados se triplicó: pasó de 1,300 a poco más de 4,500, de modo que el pago por este concepto pasó de 200 a 1,100 millones de pesos en tan sólo una década.

A esto hay que sumarle las malas decisiones financieras por parte del gobierno del estado. Por citar un ejemplo, recordemos aquel sexenio (1998-2004) en el que hubo un ‘boom’ de boliches a costa del presupuesto de Issstezac. Lejos de consolidar el fondo de pensiones, abrieron un boliche en Fresnillo, que estaba tan mal construido que se inundó y lo tuvieron que cerrar varios años. Resultado: pérdidas. Otro proyecto fallido es el boliche de Quebradilla, que también estuvo cerrado muchos años y luego lo tuvieron que desmantelar. Resultado: pérdidas. Entre los tres boliches que se abrieron en ese entonces (de los cuales sólo uno sobrevive, y con más gastos que ingresos), hoy día suman un valor en libros de más de 29 millones de pesos, los cuales pudieron invertirse en proyectos que garantizaran su rentabilidad para los fines del instituto y a favor de los intereses de las y los trabajadores.

Hay una catástrofe peor: la de los hoteles que posee el Issstezac, y que fueron adquiridos, precisamente, en el mismo sexenio. Hoy día significan otros 200 millones de pesos invertidos en proyectos cuya rentabilidad ha sido mínima en comparación no sólo al gasto que ha representado su adquisición y su mantenimiento, sino a las acuciantes necesidades de liquidez por parte de este organismo que con estas decisiones tan desafortunadas se alejó de su misión primordial: velar por el bien de las y los trabajadores del estado.

El tema, desde luego, tiene aún más aristas cuyo desarrollo tomaría más espacio del que dispongo aquí, así que por ahora concluyo esta participación señalando algo que considero importante: los problemas del Issstezac, como los del estado, no se van a resolver con alegres declaraciones de empatía demagógica ni con ocurrencias. Hay que tomar al toro por los cuernos, de manera inteligente, con visión de Estado y con verdadera voluntad política para resolver eficazmente los asuntos que competen a la administración pública.