/ martes 17 de agosto de 2021

Guerra en Afganistán – Parte I

En Afganistán, se vive uno de los conflictos armados más largos de la época contemporánea entre el Estado Afgano, apoyado por el Gobierno de los Estados Unidos, y el grupo beligerante de los Talibanes, caracterizado esencialmente por sus principios fundamentalistas y radicales.

En 2001, el gobierno estadounidense a través del Presidente George W. Bush, manifestó su declaración de guerra, luego de que en ese mismo año Estados Unidos resintiera el atentado del 11 de septiembre, en el cual se registraron 2,983 víctimas, anunciado como principal responsable al gobierno Afgano, encabezado en ese tiempo por los Talibanes, a razón de encubrir a Osama Bin Laden y a otros terroristas de Al Qaeda ligados a los ataques a las torres gemelas y al pentágono.

Ante tales hechos, el 7 de octubre de 2001 Estados Unidos comenzó la operación “Enduring Freedom” la cual implicó el despliegue militar en territorio Afgano en respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre. Luego del lanzamiento armado contra el régimen Talibán, se alcanzó una transición democrática del poder en el país surasiático, pero no hubo mucho éxito en la desarticulación de la organización de Al Qaeda, puesto que la mayoría de los distritos de aquél país, continuaron en disputa.

La intervención estadounidense en Afganistán, está justificada, pero tergiversada por el contexto y las circunstancias particulares del propio conflicto. El compendio legal internacional por el cual se rigen la mayoría de las naciones, está dirigido primordialmente al mantenimiento de la paz, la seguridad internacional y al no uso de la fuerza contra la integridad e independencia de cualquier Estado. Sin embargo, existen 2 supuestos en los que un Estado puede recurrir a la guerra de forma lícita: por legítima defensa y cuando así lo autorice el Consejo de Seguridad de la ONU. Está claro que EE.UU. notificó al Consejo de Seguridad sobre sus operaciones en el marco de la legítima defensa, frente a un ataque armado.

No obstante lo anterior, existen muchas cuestiones que generan controversia en torno al uso de la fuerza que empleaba EE.UU. en el país Afgano. No sólo por la prolongada ocupación militar que se había establecido hasta hace unos días – que ya no se justificaba por los motivos del 9/11 –, sino por las conductas que el Derecho Internacional plantea para los Estados en el caso de conflictos internacionales, con la disyuntiva de que inició como un conflicto internacional originado no por un Estado, sino por una organización beligerante como Al Qaeda con repercusiones del derecho interno de Afganistán, y en lo que respecta al Derecho Humanitario, esto es la responsabilidad de los Estados parte, en cuanto a la protección a las personas que no participan en la guerra y los medios y métodos de la misma.

Es sin duda una situación que requiere gran análisis, sobre todo por el caos que se ha originado recientemente, luego de la retirada estadounidense y el rápido posicionamiento Talibán en el poder. Visto así ¿EE.UU. tiene justificada la guerra? ¿El fin justifica los medios? ¿Al Qaeda es un sujeto de Derecho Internacional? ¿Qué pasaría en México si hacemos analogía con las organizaciones armadas como los carteles narcotraficantes? Hay muchas preguntas en el aire.


En Afganistán, se vive uno de los conflictos armados más largos de la época contemporánea entre el Estado Afgano, apoyado por el Gobierno de los Estados Unidos, y el grupo beligerante de los Talibanes, caracterizado esencialmente por sus principios fundamentalistas y radicales.

En 2001, el gobierno estadounidense a través del Presidente George W. Bush, manifestó su declaración de guerra, luego de que en ese mismo año Estados Unidos resintiera el atentado del 11 de septiembre, en el cual se registraron 2,983 víctimas, anunciado como principal responsable al gobierno Afgano, encabezado en ese tiempo por los Talibanes, a razón de encubrir a Osama Bin Laden y a otros terroristas de Al Qaeda ligados a los ataques a las torres gemelas y al pentágono.

Ante tales hechos, el 7 de octubre de 2001 Estados Unidos comenzó la operación “Enduring Freedom” la cual implicó el despliegue militar en territorio Afgano en respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre. Luego del lanzamiento armado contra el régimen Talibán, se alcanzó una transición democrática del poder en el país surasiático, pero no hubo mucho éxito en la desarticulación de la organización de Al Qaeda, puesto que la mayoría de los distritos de aquél país, continuaron en disputa.

La intervención estadounidense en Afganistán, está justificada, pero tergiversada por el contexto y las circunstancias particulares del propio conflicto. El compendio legal internacional por el cual se rigen la mayoría de las naciones, está dirigido primordialmente al mantenimiento de la paz, la seguridad internacional y al no uso de la fuerza contra la integridad e independencia de cualquier Estado. Sin embargo, existen 2 supuestos en los que un Estado puede recurrir a la guerra de forma lícita: por legítima defensa y cuando así lo autorice el Consejo de Seguridad de la ONU. Está claro que EE.UU. notificó al Consejo de Seguridad sobre sus operaciones en el marco de la legítima defensa, frente a un ataque armado.

No obstante lo anterior, existen muchas cuestiones que generan controversia en torno al uso de la fuerza que empleaba EE.UU. en el país Afgano. No sólo por la prolongada ocupación militar que se había establecido hasta hace unos días – que ya no se justificaba por los motivos del 9/11 –, sino por las conductas que el Derecho Internacional plantea para los Estados en el caso de conflictos internacionales, con la disyuntiva de que inició como un conflicto internacional originado no por un Estado, sino por una organización beligerante como Al Qaeda con repercusiones del derecho interno de Afganistán, y en lo que respecta al Derecho Humanitario, esto es la responsabilidad de los Estados parte, en cuanto a la protección a las personas que no participan en la guerra y los medios y métodos de la misma.

Es sin duda una situación que requiere gran análisis, sobre todo por el caos que se ha originado recientemente, luego de la retirada estadounidense y el rápido posicionamiento Talibán en el poder. Visto así ¿EE.UU. tiene justificada la guerra? ¿El fin justifica los medios? ¿Al Qaeda es un sujeto de Derecho Internacional? ¿Qué pasaría en México si hacemos analogía con las organizaciones armadas como los carteles narcotraficantes? Hay muchas preguntas en el aire.